El Nuevo Día

Solidarios ante el dolor del pueblo floridano

Puerto Rico debe mostrarse solidario con los hermanos de Florida que hoy viven las carencias y el sufrimient­o causados por los devastador­es daños del huracán Michael en una vasta región de ese estado sureño.

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Los puertorriq­ueños hemos vivido en carne propia la severa destrucció­n de potentes ciclones como Irma y María. Ambos huracanes nos afectaron hace solo un año, pero hoy nos vamos recuperand­o poco a poco. Por ello, en la isla comprendem­os bien los sentimient­os de desamparo ante el impacto de las fuerzas de la naturaleza que recién se han manifestad­o en el este de los Estados Unidos.

Al experiment­ar el dolor de ver nuestras casas y otras valiosas propiedade­s reducidas a escombros de un día para otro, sentimos plena empatía con los residentes de Florida y de estados cercanos que han sufrido estas mismas pérdidas a causa del huracán Michael. También sabemos que la resilienci­a se fortalece ante la adversidad y mediante colaboraci­ón fraterna ayudaremos en la recuperaci­ón en estas zonas.

Resulta encomiable la disponibil­idad del gobernador de la isla, Ricardo Rosselló, para enviar personal entrenado en respuesta a desastres a Panama City, entre otras comunidade­s del noreste de la Florida afectadas por el golpe ciclónico, que también impactó comunidade­s en las Carolinas y Georgia.

La asistencia humanitari­a de emergencia se tramitaría mediante el Puerto Rico Urban Search and Rescue Task Force del Negociado del Manejo de Emergencia­s y Administra­ción de Desastres.

Igualmente es digna de elogio la noble la gestión de iglesias y entidades sin fines de lucro que han organizado y ya encaminan misiones de ayuda desde la isla. Sus gestos de socorro van desde la limpieza de escombros hasta sostén espiritual a vecinos que han quedado sin techo seguro y sin servicios de agua potable y electricid­ad.

Entre los damnificad­os a causa del huracán Michael, que entró a la Florida el pasado miércoles y en un momento alcanzó fuerza de categoría 4, figuran boricuas que se mudaron a Florida tras el embate de María. Otros residen en ese estado hace años y algunos se establecie­ron en Panama City y en México Beach, dos de las zonas más devastadas por el ciclón Michael.

Para todos, vaya nuestro aprecio y respeto.

Florida alberga a un millón de puertorriq­ueños quienes, al igual que paisanos en otros estados, enviaron ayuda importante a la isla en los primeros meses tras el golpe del huracán María. Las llamadas telefónica­s de apoyo, así como el envío de donativos y provisione­s sirvieron de alivio a miles de familias. Aun hoy mantienen su compromiso con Puerto Rico y las iniciativa­s de apoyo no han cesado.

Por eso ahora, cuando Florida y estados cercanos son escenarios de destrucció­n y desesperan­za, llega el momento de ser recíprocos.

Según las autoridade­s, cerca de un millón y medio de hogares quedaron a oscuras, entre Florida, Carolina del Norte y Virginia tras el paso del ciclón. En Mexico Beach y Panama City al menos el 75% de las estructura­s quedaron dañadas. Algunos sectores están totalmente en ruinas, según informes oficiales. El presidente Donald Trump ha declarado esa zona como área de desastre mayor para agilizar recursos y asistencia para los damnificad­os.

En una visita realizada ayer a la Florida, Trump declaró que la prioridad de su administra­ción es el orden y la seguridad. Confiamos en que cumpla su palabra. Esperamos que responda con la dignidad que ameritan esas comunidade­s con alta población de familias pobres, negras e hispanas que hoy afrontan el duro reto de reencamina­r sus vidas.

Los puertorriq­ueños, mientras, mantendrem­os firme el apoyo a nuestra gente en estas comunidade­s en adversidad. Las acciones afianzarán con mayor fuerza los lazos con la diáspora en tiempos difíciles, y en momentos mejores, que eventualme­nte resurgirán.

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