Juan López Bauzá
El escritor retrata en “El resplandor de Luzbella” una versión mejorada de Puerto Rico
Una isla paradisiaca que surge de las aguas del Caribe, con su propia flora y fauna, ante la mirada maravillada de un grupo de aventureros puertorriqueños que, desencantados de la profunda crisis que se vive aquí, zarparon mar adentro buscando dónde empezar de nuevo lo que en Puerto Rico había terminado tan mal, con la idea de, eventualmente, regresar a rescatar al país dejado atrás.
Desde esta arrojada idea parte “El resplandor de Luzbella”, la nueva novela del escritor puertorriqueño Juan López Bauzá, quien acomete en el texto la ambiciosa propuesta de crear desde la nada una nueva isla y una nueva sociedad. Allí, en Luzbella, puertorriqueños fundan la sociedad próspera y moderna que, según la imaginación con la cual López Bauzá quiere contagiar a sus lectores, los boricuas podrían crear si se decidieran a mirarse a sí mismos sin el prisma deformador del coloniaje.
López Bauzá, nacido en el 1966 en Ponce, quería con esta, su tercera novela, editada por el sello internacional Planeta, mostrarle a los boricuas una imagen de lo que él cree que el país pudiera ser sin las rémoras que le detienen. Quería crear un lugar en el que los puertorriqueños se pudieran mirar engrandecidos y triunfantes.
Quería, dice, crear un nuevo Macondo, pero que, contrario al de Gabriel García Márquez, que es usado por los boricuas para reflejar sus fracasos, diera a los boricuas la posibilidad de imaginarse victoriosos. Con motivo de la presentación de la novela, hoy a las 7:00 p.m. en el Taller de Fotoperiodismo en San Juan, López Bauzá conversó con El Nuevo Día.
¿De dónde viene la idea de esta novela sobre boricuas creando una utopía fuera de aquí?
—Luzbella surge de dos intereses particulares míos, unos individuales y otros colectivos. En términos individuales, Luzbella fue para mí la posibilidad de yo vivir mi país y de experimentar mi país en libertad, aunque solo fuera dentro de mi propia imaginación, dado que no se puede concebir en la realidad, por el momento. Eso fue lo que me llevó a Luzbella. Julio Cortázar en un momento dice: yo para escribir mis cuentos, no me baso en la experiencia que he vivido. En ese sentido yo quería vivir a mi país de una manera libre, de una manera justa, donde hubiera lo que se llama verdadera justicia social y donde hubiera la posibilidad de nosotros crear un nuevo país de verdad beneficioso y positivo y ofreciera una mejor vida. A la misma vez, tengo un montón de amistades y hemos estado conspirando de mil formas. Nos fuimos emboyando en todo este asunto de cómo nosotros podíamos influenciar sin tener el poder político, cómo podíamos generar un cambio en el país, un cambio positivo fuera del colonialismo. Entonces, en una noche oscura hace cerca de cinco años surgió la idea luminosa de Luzbella. Fue colectivo.
Nunca había oído de una novela surgida de una idea colectiva.
—Nosotros decidimos crear esta isla falsa a través de un periódico digital. Pero nos tocó a la puerta la realidad económica, de que éramos un montón de artistas ‘pelaos’, sin un chavo. Así que ese proyecto quedó en el olvido.
En la novela se plantea la idea de crear una realidad alterna, superior a lo real, como estrategia para transformar lo real ¿Crees que es posible cambiar la realidad a través de la ficción?
—Sin duda la literatura puede servir como un catalítico para poner en movimiento las bielas de un proceso de descolonización en el país, mediante la presentación en la novela de ese ideal de futuro que las fuerzas que aspiran a un Puerto Rico independiente no han sido capaces de presentar cómo podría ser. En la novela, se ve un Puerto Rico libre con todos sus detalles.
En Luzbella creas todo un universo nuevo, hasta con su propia fauna y flora ¿Cuán difícil fue crear ese universo?
—Eso fue una labor monástica. Uno casi se tiene que encerrar y dedicarse de lleno, no solamente al estudio de Puerto Rico, sino que uno tiene que también ponerse inmerso en las conversaciones, en pláticas, en hablar con otros, en discutir el tema y en ese proceso es que se va creando. Muchos escritores dicen que es cliché, pero cuando yo empecé a escribir Luzbella me sentí como que poseído por el Espíritu Superior (un personaje de la novela). Luzbella fue construyéndose casi ella misma.
La novela plantea el coloniaje como una enfermedad. ¿Tú crees que es una enfermedad?
—Creo que el coloniaje es casi una enfermedad sicológica, castrante y que se puede curar y que tiene cura. Franz Fannon (siquiatra de Martinica) que estudió el tema, en su libro ‘Los condenados de la tierra’, habla de cómo el coloniaje es una enfermedad sicológica y que tiene otros efectos físicos.
“El coloniaje está poniendo en peligro la supervivencia de la nación de Puerto Rico” JUAN LÓPEZ BAUZÁ ESCRITOR
Tu primera novela, “Barataria”, también es sobre el coloniaje. Una novela es un proyecto que consume al escritor. ¿Qué tiene este tema del coloniaje que hace que le dediques todo el esfuerzo de tu corazón, espíritu, alma, para tratarlo en sus novelas?
—Yo tengo un apego, un afecto y un amor por mi país bien grande y eso es algo que a mí me consume, me llama y que me tiene todo el tiempo en vilo. Creo que el coloniaje está poniendo en peligro la supervivencia de la nación de Puerto Rico. Todo está atado a la economía. Los nacionalismos ni nada de eso vale mucho si no hay una economía detrás que pueda sostenerla. El hecho de que el coloniaje en Puerto Rico nos lleva camino directo a la destrucción de nuestra economía, pues básicamente nos lleva a la destrucción o a la inviabilidad de Puerto Rico como una sociedad coherente que sea capaz de manejarse sola. Luzbella es una oferta en la cual los puertorriqueños podemos imaginarnos sanos de todo este bagaje que nos han impuesto, de que somos gente vaga, de incapaces.
De “El resplandor de Luzbella” cabe la interpretación de que Puerto Rico está tan dañado que ya no vale la pena tratar de arreglarlo y que lo que se puede hacer es irse y crear otra cosa en ese sitio. ¿Te parece buena esa interpretación?
—Creo que sí. La idea básica es crear un lugar nuevo en el cual lo que hicimos mal acá lo podamos hacer bien allá. Esta novela tiene mucho de un cuento de Jorge Luis Borges, ‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’. La idea de Tlön es precisamente eso, la ficción que se va introduciendo en la realidad para intentar cambiarla y para intentar transformarla para lo mejor. Yo también quería crear una contraparte del famoso Macondo de los puertorriqueños, donde nosotros hemos cogido a Macondo como ese lugar donde justificar todas nuestras iniquidades, fracasos, desconciertos. Luzbella es otro sitio ficticio donde colocar nuestras mejores ideas, nuestras mejores aspiraciones, donde construir a través de la imaginación nuestros mejores propósitos. Luzbella es un espejo para que los puertorriqueños se vean engrandecidos, que se vean en lo que podrían ser.