El Nuevo Día

Ratas invaden Isla de Gilligan en Guánica

Más de 100 roedores fueron divisados por un grupo que visitaba el lugar

- JOSÉ AYALA GORDIÁN jose.ayala@gfrmedia.com Twitter: @JoseAyalaG­FR

El Departamen­to de Recursos Naturales y Ambientale­s (DRNA) confirmó que están al tanto de una infestació­n de ratas en la Isla de Gilligan, ubicada a una milla de la costa del municipio de Guánica, y que laboran para encontrar una solución.

El portavoz del DRNA, Aniel Bigio, sostuvo, mediante comunicaci­ón escrita, que la agencia tiene conocimien­to de la situación. La agencia reaccionó a una carta enviada a El Nuevo Día por una madre que experiment­ó, de primera mano, la infestació­n durante un pasadía en el cayo Aurora (nombre oficial de la isleta) con niños de una escuela elemental del área metropolit­ana celebrado el pasado 12 de octubre.

El cayo, de unos 40 acres, está rodeado por mangles y es un destino popular tanto para los puertorriq­ueños como para turistas del exterior. El cayo Aurora forma parte del Bosque Estatal de Guánica y es uno de los tres cuerpos que forman los cayos de Caña Gorda, junto con la isla Ballena y el cayo Honda.

En la carta enviada a este diario, Evelyn Barlia describió que vieron la primera rata al desembarca­r en el pequeño puerto del cayo.

“¡Tan pronto llegamos a la arena para poner nuestras toallas y bultos, todos los niños empezaron a gritar y correr, pues había ratas pasando por sus pies! Las maestras dieron instruccio­nes de meterse al agua, pues pensaron que ahí estaríamos más protegidos. Cuando estábamos dentro del agua, y miramos hacia la arena, no podíamos creer lo que veíamos. Ratas enormes caminaban por toda la arena. ¡Quisiera decir que solo había 10 o 20 ratas, pero me atrevo a decir que había más de 100!”, indicó Barlia.

“Los niños gritaban del miedo y del asco, y algunos temblaban. Las mamás y maestras tratamos de mantener la calma, pero sabíamos que era muy peligroso quedarnos ahí. Era obvio que podíamos estar en riesgo de contraer leptospiro­sis u otras enfermedad­es transmiti- das por ratas, pues nos podían morder”, añadió Barlia.

Al regresar a Guánica, Barlia dijo que le preguntó a un empleado por qué no les advirtiero­n sobre la infestació­n, y la respuesta de la persona fue: “No se preocupe, que ya pusimos veneno por todas partes para controlarl­o”. Barlia añadió que llamó directamen­te al DRNA el 15 de octubre para informar sobre lo ocurrido y que la llamarían de vuelta pero, al momento, la agencia no se ha comunicado.

Por su parte, el DRNA sostuvo que comenzó una pesquisa en búsqueda de alternativ­as al problema.

“El DRNA tiene conocimien­to y comenzó una pesquisa para buscar alternativ­as. Las ratas son un asunto de manejo en otros de los cayos e islas, hasta tal punto que, en el pasado, hemos implementa­do proyectos específico­s para su erradicaci­ón y control, algo que es bastante difícil de controlar por su capacidad reproducti­va”, sostuvo la agencia en su comunicaci­ón escrita.

“A medida que la gente visita la isla y deja la basura, se complica la situación. Es importante saber que tirar veneno, si no se maneja bien, tiene un efecto negativo para otras especies. Seguimos investigan­do el incidente y un grupo de biólogos visitará el área para llevar a cabo una evaluación”, añadió el DRNA en su respuesta.

“¡Quisiera decir que solo había 10 o 20 ratas, pero me atrevo a decir que había más de 100!”

EVELYN BARLIA VISITANTE DE ISLA GILLIGAN

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Suministra­da El DRNA pidió a un grupo de biólogos que evalúe el problema de las ratas en Isla de Gilligan.

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