INCENTIVAR
Recientemente ha sonado la idea de promover ciertos cambios contributivos que benefician a varios campos profesionales en el país como docentes, policías y personal de primera respuesta. También se ha hablado sobre un programa de vales para incentivar la compra o auxiliar el pago de propiedades a profesionales de bajos ingresos. Sin duda, la propuesta es un intento por frenar la oleada de profesionales que huyen del país por la precariedad laboral, el saqueo de su paupérrimo salario y la deteriorada calidad de vida.
Las propuestas suenan alentadoras, sin embargo, debemos tener cuidado de no convertirlas en instrumentos que profundicen la agonía.
Por décadas hemos construido un estado benefactor, a propósito, que le da la comida a la gente, pero no le enseña a ganársela. Hemos castigado al trabajador y favorecido la dependencia, por eso se van los trabajadores y profesionales, porque no se sienten respetados ni bien remunerados por el servicio que hacen al país o por su preparación.
Hemos caído en un vicio laboral donde se exige una preparación y experiencia laboral nada despreciable, pero que no es pagada o no se puede pagar. Entonces, quienes tienen la preparación y la experiencia se van por no sentirse bien compensados y quienes no la tienen, se van porque no se les brinda el espacio ni la oportunidad de adquirir experiencia.
Los incentivos propuestos pueden ser una gran idea, sí, pero podrían resultar paliativos y momentáneos y no ir a la médula de nuestro problema: la glorificación de la dependendencia. Si los recursos del país se destinan a donde deben ir: educación, seguridad y salud, nuestros profesionales no se tendrían que ir.
Si verdaderamente no hubiese dinero, seguramente nadie quisiera ser político, porque no creo que nuestros políticos electos y no electos trabajen gratuitamente. Veamos qué rumbo toma esta idea.