El Nuevo Día

Comparte vivencia que refleja la bondad de nuestra gente

-

El pasado viernes, 12 de octubre, a las 6:00 de la tarde, saliendo del cine en el centro comercial Montehiedr­a, mi esposo y yo (ambos en la tercera edad) nos encontramo­s bajo un diluvio y sin sombrilla.

Entonces, no pasaron cinco minutos cuando un buen samaritano se nos acercó. Luego de saludarnos muy amablement­e, le pregunté: “¿tiene usted, por casualidad, una sombrilla?” El hombre contestó que no. Sin embargo, explicó que se aproximó a nosotros para decirnos que nos quedaramos en el mismo lugar porque iría a la tienda del lado a comprar una sombrilla y nos vendría a buscar para llevarnos al auto.

Le aceptamos su oferta y estabamos esperando. No pasaron otros cinco minutos cuando se nos acerca este otro buen hijo de Dios. Llega con esta gran sombrilla y nos ofrece llevarnos al automóvil. Le respondí: “fantástico, pero ahora mismo otro ser maravillos­o nos ha ofrecido comprar una sombrilla y venir a buscarnos, y le prometimos no movernos de aquí”.

Enseguida pensé en la larga fila que le tomaría a la persona pagar por una sombrilla y nos fuimos ambos a encontrarl­e en la tienda. Increíblem­ente estaba apunto de pagar por el artículo. Le explicamos y entendió muy satisfecho que otra persona estuviera completand­o su buena obra.

Mientras caminaba en dirección a mi vehículo, acompañada del buen caballero, yo no cesaba de agradecerl­e su gesto tan noble. Comentabam­os sobre la mucha gente buena que nuestro Puerto Rico tiene, pero desgraciad­amente solo lo desagradab­le siempre sale a la luz pública y hace noticia.

Regresamos a buscar a mi esposo. No hubo forma de que el buen samaritano aceptara remuneraci­ón alguna. Para más informarle­s, mi preocupaci­ón era que se demorara porque su esposa e hijos le esperaban en el cine y la tanda comenzaba a las 6:30 de la tarde. Cuando le comenté la inquietd, me contestó: “Tranquila, ellos saben lo que estoy haciendo”.

No podemos explicarle­s el asombro y la alegría que estos seres nos hicieron sentir. Las bendicione­s que pedimos para estas personas, que tan desinteres­adamente y con tanto cariño, en menos de 20 minutos apareciero­n dispuestos a ayudarnos, son constantes.

Nuestra gente es buena. Puerto Rico es bueno. Tratemos de emular a estos buenos samaritano­s más a menudo. Que así sea. Daisy Delgado San Juan

 ??  ?? Una lectora resumió la noble ayuda que recibió al salir del cine en Montehiedr­a.
Una lectora resumió la noble ayuda que recibió al salir del cine en Montehiedr­a.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico