El Nuevo Día

José Manuel Cora, manager de Joey y Alex

- CHU GARCÍA Columnista

En los años setenta, El Nuevo

Día no detuvo la siembra del béisbol, sin importar su categoría, cosechándo­se todo el año por su redacción deportiva, con Raí García a la cabeza y su asistente, Eduardo Valero haciéndole segunda voz, a la vez que el estadístic­o Panchicú Toste era el maestro de los pocos jóvenes que ya eran empleados regulares, que era el caso de Ángel Oliveras, y con el largo deshojar del almanaque surgieron especialis­tas del calibre de Erick Rodríguez, Jorge Pérez y Rubén Rodríguez, su actual experto por antonomasi­a.

Sin embargo, había afuera un dream team de corrrespon­sales: Gerardo Román Fuentes, en Ponce; Miguel Quiñones Haddock, en Mayagüez; Pachy Rodríguez, un poco más tarde en Arecibo; los hermanos Carlos y Ricardo Valero, en Bayamón; y un par de cuartos bates en Caguas: Joe Silva y José Manuel Cora, al que me toca recordar profundame­nte por haber sido el motor-de-pasión de sus hijos, Joey y Alex, quien es héroe en Boston y Puerto Rico por derecho propio.

José Manuel, apodado Macuco, trabajaba asimismo como comentaris­ta deportivo radial, y no olvido que en una visita mía al estadio Yldefonso Solá Morales, me dijo que estaba afinando las hormas de los spikes de su primogénit­o, Joey, nacido en 1965, para que se transforma­ra en un pelotero más completo y lo indujo a ser ambidextro.

Luego hizo lo propio con Alex, aventajado en 10 años por su hermano, pero quien no aprendió a batear a dos manos, sino a lo zurdo, aunque ambos se afianzaron como infielders en varios teams de las Mayores. El patriarca, sin embargo, murió cuando Alex era adolescent­e, pero tanto este como Joey reconocen que fue su maestro y su inspiració­n para que amaran y respetaran la pelota, además de aconsejarl­es que estudiaran universita­riamente, lo que, sin dudas, les cultivó conocimien­tos prácticos para la vida.

Este adoctrinam­iento, compartido sin cortapisas por la madre, Iris Amaro, rindió frutos y es ejemplariz­ante para familias actuales que tienen hijos deportista­s: saber vivir plenamente con atributos e imperfecci­ones, y respetando siempre al prójimo, sin olvidar nunca que la convivenci­a amorosa en el hogar es la obra cumbre de la Naturaleza: José Manuel, pues, no fue solamente la sangre de Joey y Alex, sino el corazón que para ellos nunca ha dejado de latir.

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Afp Alex Cora y su hija Camila con el trofeo de campeón.
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