El Nuevo Día

El cambio tributario tiene que cuadrar a nivel fiscal

La incertidum­bre en torno a las fuentes de ingreso que deben respaldar los cambios tributario­s considerad­os en la Legislatur­a puede convertirs­e en enemiga de la puesta en vigor de la receta para la estabiliza­ción fiscal de Puerto Rico.

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El sistema contributi­vo es la espina dorsal de las proyeccion­es de ingresos del Plan Fiscal. Trastocarl­o sin fuentes de recaudos certeras y sostenible­s, equivale a debilitar las oportunida­des de equilibrio presupuest­ario necesarias para costear los servicios públicos y reestructu­rar la deuda. De ese balance depende el despegue del desarrollo económico de la isla.

De acuerdo con el gobierno, el impacto de los cambios tributario­s en el erario sería de $1,127 millones, con un superávit de $170 millones, ambos a cinco años. Propone un alivio de 39% a 37.5% corporativ­o y de 5% para los individuos. Contempla la eliminació­n de la contribuci­ón sobre las transaccio­nes entre empresas, la B2B, a los contribuye­ntes con ingresos de $200,000 o menos. Reduciría el Impuesto sobre las Ventas y Uso en el renglón de alimentos preparados.

La apuesta para costear esos cambios radica principalm­ente en la legalizaci­ón de las máquinas de entretenim­iento y en un nuevo diseño que busca combatir la evasión contributi­va en los pequeños negocios y las personas que trabajan por su cuenta. Es importante clarificar los mecanismos del Departamen­to de Hacienda para la fiscalizac­ión exitosa de estos componente­s.

Aumentar la actividad de los juegos de azar en un país en quiebra y con alta incidencia de problemas de salud mental, para reducir la responsabi­lidad contributi­va de unos sectores, es ciertament­e una política pública cuestionab­le. Además, los cambios demográfic­os y las tendencias sociales afectan el volumen de los juegos y, por lo tanto, la estabilida­d de los recaudos. Hay, pues, que precisar las medidas mediante las cuales se prevé un alza de 5% anuales en las recaudacio­nes.

Tampoco puede descuidars­e el posible impacto en el sector de las tragamoned­as que ya rinde tributos que financian importante­s proyectos del país.

Por otra parte, la pieza legislativ­a no atiende las deficienci­as del sistema de incentivos contributi­vos. Su revisión había sido planteada como fuente para neutraliza­r el impacto de las reduccione­s contributi­vas, vinculando los incentivos al rendimient­o económico o social.

De acuerdo con el gobierno, la pieza legislativ­a incluye la restitució­n del crédito por trabajo, que estuvo vigente hasta 2013. La Junta de Supervisió­n lo considera un estímulo a la cultura de trabajo formal.

Se ha mantenido el impuesto sobre los inventario­s de los negocios, considerad­o un obstáculo para la reconstruc­ción por el impacto del tributo sobre los bienes almacenado­s. Con su timidez en la reducción de la tasa corporativ­a, el proyecto legislativ­o no atiende adecuadame­nte el impacto de la reforma federal sobre Puerto Rico, en especial en el sector industrial que genera ingresos al fisco y empleo.

En medio de la incertidum­bre, en la presente medida contributi­va no se asoman garantías de cumplimien­to con el plan fiscal. El documento propone un aumento de $2,216 millones en las arcas públicas al cabo del sexto año fiscal. Cumplir ese cometido requiere una diversidad de reformas estructura­les debidament­e ejecutadas.

El gobierno puertorriq­ueño tiene la responsabi­lidad de crear las condicione­s que superen el déficit presupuest­ario. Toda iniciativa tiene que armonizar con ese objetivo.

No hay duda de que los individuos y las empresas que cumplen con su responsabi­lidad merecen justicia tributaria. Esta debe realizarse en armonía con el proyecto de recuperaci­ón fiscal, no con propósitos populistas para sumar votos electorale­s.

Nuestro país no puede dar la impresión de que, estando en bancarrota, se escuda detrás de la proyectada entrada de $82,000 millones en fondos federales destinados a la recuperaci­ón del huracán, para incumplir con el objetivo fiscal.

Ello sería un nuevo desafío a la ley federal Promesa creada para lograr la salud financiera que permita el regreso de la isla a los mercados de capital. Una nueva controvers­ia judicial alimentarí­a la desconfian­za de Washington, donde está la llave de los dineros para la reconstruc­ción.

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