El Nuevo Día

Imposterga­bles servicios esenciales

- Víctor Rivera Hernández Profesor Escuela Graduada de Administra­ción Pública Universida­d de Puerto Rico - Recinto Río Piedras

Donde todo es prioridad, nada es prioridad”. Esa cita de mi profesor y mentor, el doctor Manuel Ángel (Coco) Morales es aplicable al dilema que enfrentan la mayoría de los gobiernos que tienen la costumbre de querer abarcarlo todo, conociendo de antemano que esa práctica es incorrecta, ineficaz y disfuncion­al. En el caso de Puerto Rico, llevamos décadas siendo testigos de una especie de catalogaci­ón de políticas públicas inconexas, impensadas e improvisad­as, las cuales podrían ser también las causas de la crisis institucio­nal en la cual estamos sumergidos. Acá poco se piensa, poco se pondera, poco se analiza y poco se prioriza.

Campaña tras campaña y gobierno tras gobierno los programas de los partidos políticos son parte de un ejercicio repetido, rutinario y segmentado de listar sin prioridad una serie de temas, los cuales por su afectación al país merecerían establecer­se a base de un orden prioritari­o. Ello, no solo nos ofrecería un mapa de ruta convenient­e sino que nos ayudaría a colocar recursos y establecer prioridade­s en relación a cada uno de esos temas. De eso trata, establecer una agenda de gobierno a base de los servicios esenciales. Es el establecim­iento de un orden de prelación en relación a asuntos que afectan al constituye­nte y de conformida­d a ello, la construcci­ón de la respuesta del gobierno en su rol de “pater familia”.

La necesidad del establecim­iento de un sistema de servicios esenciales en un país, nace de la complejida­d asumida por los gobiernos modernos. La sencillez en la estructura de los gobiernos de antaño, ayudaban a señalar con relativa facilidad los servicios de educación, salud, seguridad, energía, acueductos y familia, cuya esencialid­ad era incuestion­able. Hoy, las sociedades son más complejas y la globalizac­ión, los cambios demográfic­os, los avances tecnológic­os, las posturas generacion­ales, el replanteam­iento del rol del Estado, las privatizac­iones y la corrupción en países literalmen­te en quiebra, obligan a los gobiernos a apuntar con precisión sobre sus servicios esenciales y las políticas públicas a ser diseñadas.

En el caso de Puerto Rico, el estado anárquico de co-gobernanza entre el Gobierno de Puerto Rico y la Junta de Control Fiscal, su sostenida crisis estructura­l, su incapacida­d de respuesta ante lo que prehistóri­camente se entiende como servicios básicos – que no es lo mismo que servicios esenciales - y su improvisac­ión repetida en asuntos de gestión pública y fiscal, obligan al diseño y establecim­iento de una estructura de servicios esenciales. No es posible seguir improvisan­do políticas públicas, reformas, presupuest­os y políticas de austeridad, sin una acción afirmativa de establecim­iento de servicios esenciales. A ello se le ha huido, como el diablo a la cruz.

Agendar los servicios esenciales requiere rigor, estructura, conocimien­to de gobierno y honestidad gerencial. Lo que es un servicio esencial en un momento, no necesariam­ente lo es en otro. Lo que es servicio esencial para el gobierno central, posiblemen­te varíe para un gobierno municipal. Lo que es servicio esencial en tiempo de bonanza económica, quizás no lo sea en tiempos de crisis fiscal. Incluso la priorizaci­ón de un servicio esencial luego de un desastre natural, como en el caso de Puerto Rico lo ha sido post María, podría ser distinta debido a la necesidad inmediata de infraestru­ctura, comunicaci­ones y servicios básicos de sobreviven­cia. El establecim­iento de servicios esenciales es vital para conocer con precisión donde van dirigidos los recursos y el presupuest­o en un sistema de alternativ­as limitadas. En fin, los servicios esenciales están regidos por el principio de la prioridad y por la capacidad del gobierno de luego de ser establecid­os, ser revisados y modificado­s de tiempo en tiempo. La agenda no es solo el pago de la deuda y de supervisió­n de la política fiscal. Subyace en esa agenda, un asunto gobernanza, de estructura y de gestión pública, en el cual atender los servicios esenciales es una prioridad imposterga­ble. No oigo, ni veo que se hable de ello.

“Los servicios esenciales están regidos por el principio de la prioridad y por la capacidad del gobierno de luego de ser establecid­os, ser revisados y modificado­s de tiempo en tiempo”

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