EL QUINTO ACUERDO
Comenzar el año es una excusa para modificar nuestras vidas, cambiar costumbres, dedicarle a nuestro yo interno y para descubrir nuevas oportunidades. En esa línea de pensamiento propongo que todos los puertorriqueños hagamos algo que tenga repercusiones muy positivas en todos los ámbitos de nuestro diario vivir. Llamémoslo el quinto acuerdo.
Este quinto acuerdo es una oportunidad para que todos manejemos nuestra cotidianidad de una manera que ya no acostumbramos hacer. Este acuerdo debe empezar dentro de nosotros -y por cuenta propia- difundirlo a todos los rincones de nuestra isla. El acuerdo simplemente se basa en escuchar.
Los días corren tan rápido y nuestras vidas reciben un flujo de información tan grande que hemos dejado de detenernos para escuchar el mundo alrededor. Esta falta involuntaria, no solo la vemos en nuestra cotidianidad, sino también en las acciones del gobierno, en el ámbito laboral, con nuestras familias y en las relaciones. Sin embargo, es algo muy fácil de comprender, adecuar y ejecutar.
Imaginen a nuestros políticos yendo a las comunidades a escuchar sobre los verdaderos problemas de los ciudadanos para crear proyectos de ley y reformas que beneficien al colectivo y que vayan en par con las circunstancias del momento. Hace tres años, nosotros los escuchamos cuando nos gritaban a los cuatro vientos sus propuestas y promesas. Ahora les toca a ellos escuchar las nuestras. Por definición, los representantes crean leyes a favor del bienestar del sector que representan y los senadores son la voz del pueblo dentro de la estructura política. Ahora bien, para que estos individuos puedan representarnos y crear las condiciones ideales para un mejor país, tienen que primero escuchar al pueblo. Y no lo están haciendo.
Escuchar no cuesta nada y por eso debe ser la prioridad. Vivimos momentos de muchos cambios como país y de decisiones que afectarán a las próximas generaciones. No es momento que tan solo 81 personas tengan la voz decisional sobre el presente y del futuro. Estamos en un momento transcendental y tenemos que ser escuchados. De lo contrario, escucharán nuestro voto.