Contra el cáncer desde múltiples flancos
Despedimos el 2018 repartiendo buenos deseos a los amigos y familiares… Lo más importante es la salud, ya que, si tenemos salud, tenemos todo lo demás…
Entonces, hablemos del cáncer. Es una enfermedad multifactorial en las que células de distintos órganos o tejidos comienzan a crecer y multiplicarse de forma desproporcionada. La enfermedad es un problema de salud pública, principalmente en los países desarrollados.
Según las estadísticas del Registro Central de Cáncer de Puerto Rico, en 2015 hubo 16,372 casos diagnósticados en la isla, que tiene una tasa cruda o incidencia de cáncer de 471.4 personas por 100,00 habitantes.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Cáncer de los Institutos Nacionales de la Salud (NCI-NIH por sus siglas en inglés) la tasa de mortalidad por todos los tipos de cáncer en Puerto Rico entre 2011 y 2015 fue de 118.9 personas por cada 100,000 habitantes.
El cáncer es, además, una enfermedad que resulta muy onerosa y, ante una economía austera, complica aún más el cuadro clínico del paciente. En 2009, el costo estimado al tratamiento de la enfermedad en los Estados Unidos fue de $243.4 mil millones.
Por otro lado, aunque conocemos muchos de los factores que favorecen las probabilidades de desarrollar cáncer, muy poco se habla de las influencias que tiene la buena calidad de nuestro ambiente
“La conquista de la enfermedad estará más próxima cuando comencemos a trabajarla holísticamente y no solo antropocént ricamente”
en el desarrollo de la enfermedad.
Un estudio publicado en el Journal of Cancer, en 2017, establece que existe una correlación positiva entre una incidencia mayor de la enfermedad y una menor calidad ambiental. Este paralelismo es tan cercano y fuerte que algunos estudios realizados en gemelos idénticos sugieren que factores exógenos, como los ambientales, juegan un rol muy importante en el desarrollo de cáncer. Se plantea que las exposiciones a estos contaminantes ambientales alteran o interfieren con una variedad de procesos biológicos que incluyen, pero no se limitan, a la supresión o sobrexpresión genética, efectos a órganos y tejidos y función hormonal.
Otros estudios documentan interesantes aspectos sobre el cáncer, pero la conquista de la enfermedad estará más próxima cuando comencemos atrabajar l ah olís tic a mente y no solo antropocént ricamente. De este modo, tomamos en consideración al individuo de una manera global e integrada, añadiendo así al modelo de intervención clínico, el de salud pública y el de liderazgo ambiental. Esta visión epigenética toma en consideración los factores ambientales que exacerban y sirven de adyuvantes para la progresión de la condición; explicando los mecanismos que regulan la expresión de los genes. Entendiendo esto, podemos explicar como los factores y condiciones ambientales favorecen o mitigan las probabilidades de desarrollar cáncer.
Durante el 2018 el debate sobre el cáncer en la isla tomó notoriedad en todos los medios de comunicación de por la gallarda batalla que libraron figuras públicas como Israel “Shorty” Castro-Vélez, Héctor J. Ferrer-Ríos y Keylla Hernández-Ramos. De estos tres pacientes aprendimos mucho de la tenacidad, valentía y el espíritu humano, así como de distintos tipos de cáncer, métodos preventivos y de tratamiento.
Sin embargo, nada se dijo de las condiciones ambientales que pudieron influenciar en el desarrollo de las condiciones que batallaron estos puertorriqueños. Como individuos, podemos jugar mejor nuestro rol al conocer como el medioambiente pude afectar nuestra salud y calidad de vida y tomar un papel protagónico para no contribuir a empobrecer la calidad de nuestros recursos naturales. Recordemos que el medioambiente es el unificador universal y nuestra salud es reflejo de la salud ambiental.