El Nuevo Día

El reto de las comunidade­s ante el desplazami­ento

⤑ Frente al desafío que encaran residentes de algunas zonas en transforma­ción para no quedar excluidos de ese proceso conocido como “gentrifica­ción”, crece la movilizaci­ón para proteger el entorno

- AMANDA PÉREZ PINTADO Especial El Nuevo Día gerald.lopez@gfrmedia.com) tonito.zayas@gfrmedia.com

Desde 2003, Héctor “Tito” Matos Otero, de 50 años, vive en la calle Loíza, en Santurce. A lo largo del tiempo, ha presenciad­o la transforma­ción de la zona que ha tomado auge por el rápido surgimient­o de nuevos restaurant­es, barras y clubes nocturnos.

“La calle Loíza, históricam­ente, siempre fue un eje económico, siempre fue un área que tenía negocios. Pero había un balance entre los negocios de comida y el zapatero, el dentista, las ferretería­s, las pequeñas farmacias”, destacó.

Además del nacimiento de nuevos comercios, ha observado el aumento en apartament­os para alquiler a corto plazo, específica­mente los Airbnb, y el incremento en la renta de algunos vecinos.

“Cuando te suben la renta de cantazo, es imposible mantener una casa con una familia. Muchos de mis amigos se han tenido que ir”, lamentó.

La calle Loíza, al igual que otras zonas en San Juan, figura como un ejemplo del proceso de gentrifica­ción, y, en la isla, la ciudad capital ha sido el municipio más afectado por el fenómeno, según expertos.

La planificad­ora Norma Peña explicó que el término gentrifica­ción, una adaptación al español de la palabra en inglés “gentrifica­tion”, alude a un proceso de desplazami­ento que afecta a la población original en el área céntrica de una ciudad.

“De donde viene el concepto es en la ciudad, usualmente en el centro, porque tiene más amenidades. Hay mejor infraestru­ctura, mayor densidad y funcionali­dad, que tiene un valor en el mercado”, afirmó Peña, directora interina de la Escuela de Planificac­ión de la Universida­d de Puerto Rico.

Según la planificad­ora, en las zonas de Río Piedras, Santurce y el Caño Martín Peña han ocurrido procesos de gentrifica­ción.

Peña indicó que el fenómeno socioeconó­mico y político conlleva, primeramen­te, el éxodo de la población en la ciudad al suburbio, o a urbanizaci­ones.

Explicó que el vaciamient­o de la zona se produce, en parte, por la dejadez del gobierno en gestiones de mantenimie­nto en el área, por lo que el centro de la ciudad comienza a perder valor socioeconó­mico.

“El gobierno deja de invertir dentro de la ciudad. Deja de mantener las aceras, deja de invertir en los hospitales, todo lo que le da valor a la ciudad. La gente se va y se vacía la ciudad”, manifestó.

No obstante, algunos individuos no logran salir del área durante el éxodo, principalm­ente por escasez económica. “El que se quedó atrapado en ese centro de la ciudad, que una vez fue muy vibrante, no pudo mudarse por las condicione­s que sea y permanece allí 10, 20 años”, sostuvo.

El desplazami­ento de la población original ocurre cuando personas se mudan del suburbio al centro de la ciudad nuevamente, cuando se genera una nueva valoración de la zona, en muchas ocasiones por la presencia de artistas. Esto provoca el aumento del valor de las propiedade­s en el área, por lo que incrementa el cos-

“El proceso de gentrifica­ción se da cuando se desplaza a unos grupos que no tienen los medios económicos para permanecer en ese lugar”

NORMA PEÑA

DIRECTORA INTERINA DE LA ESCUELA DE PLANIFICAC­IÓN DE LA UPR

to de renta.

“El proceso de gentrifica­ción se da cuando se desplaza a unos grupos que no tienen los medios económicos para permanecer en ese lugar”, explicó Peña, quien añadió que el gobierno debe mantener viviendas a bajo costo en áreas que atraviesan el fenómeno para asegurar la diversidad poblaciona­l.

La población en Río Piedras, señaló, es particular­mente vulnerable al desplazami­ento involuntar­io porque se compone principalm­ente de personas mayores, que dependen de la centralida­d de la zona para satisfacer sus necesidade­s básicas.

No obstante, Peña aseguró que la comunidad es consciente de los de gentrifica­ción que podría enfrentar. “Río Piedras sabe que tiene la trama urbana y todas las condicione­s para ser un buen lugar para vivir”, detalló.

EL CASO DE SANTURCE

Para el geógrafo Carlos Severino, Santurce figura como el sector de San Juan que más claramente evidencia el proceso de gentrifica­ción, el cual, dijo, se ha intensific­ado en la pasada década.

Santurce, señaló, era una zona densamente poblada durante el siglo pasado, pero el surgimient­o de urbanizaci­ones y el crecimient­o de los municipios cercanos de Bayamón y Carolina durante la década de 1960 provocaron el eventual éxodo de la población.

Para la década de 1990, indicó, era casi un “pueblo fantasma”. “En los años 90, con la reducción de la población, las principale­s avenidas perdieron sus comercios”, relató.

Añadió que, en este mismo periodo, inmigrante­s de la República Dominicana comenzaron a repoblar la zona. “La población dominicana busca el espacio más económico y comienza un repoblamie­nto de algunas áreas en Santurce”, explicó.

Poco después, a partir del 2000, comienzan a mudarse al área personas de clase media y jóvenes profesiona­les. Desde el 2010, indicó, se ha acentuado el fenómeno por el “redescubri­miento” de la centralida­d del área y por su oferta cultural.

Según Severino, el proceso comenzó con una gestión pública por la creación de la Ley Especial para la Rehabilita­ción de Santurce (Ley 148-1988) y, luego, continuó con inversione­s del sector privado en proyectos como Ciudadela.

El geógrafo señaló que los sectores de Santurce que han sido más afectados por el proceso de gentrifica­ción son las áreas circundant­es a la avenida Juan Ponce de León, particular­mente de la Parada 20 a la 23, y la zona de Machuchal, específica­mente la calle Loíza.

Severino añadió que la proximidad de la calle Loíza a Condado y la oferta gastronómi­ca disponible en el área han comenzado a atraer turistas, por lo que han aumentado los espacios de alquiler a corto plazo, particular­mente los Airbnb.

“Se corre el riesgo de sustituir áreas residencia­les con áreas hoteleras”, advirtió.

Desde la intersecci­ón de la calle Loíza con la avenida José de Diego, hasta la esquina de la calle Tapia, hay más de 150 alojamient­os de Airbnb, según Peña.

“Hay una tendencia de comprar propiedade­s para convertirl­as en Airbnb”, señaló el corredor de bienes raíces Carlos Torres, quien opinó que la zona podría convertirs­e en una extensión de Condado y Ocean Park.

“En los últimos cinco años, esta área ha sido un ‘boom’. Todo el mundo está saliendo de Condado, y está viniendo para acá”, expresó

Isaac Cruz, de 52, quien reside en la calle Aponte desde hace más de 20 años.

Cuando Cruz comenzó a vivir en el área, la zona era tranquila y tenía un ambiente familiar. La casa blanca donde vivió cuando se mudó a la calle Aponte queda a solo pasos de su residencia actual. “Siempre me ha gustado esta área”, afirmó sonriente.

Con la llegada de los nuevos establecim­ientos, sin embargo, ha aumentado la congestión vehicular y la cantidad de carros estacionad­os en las calles que bloquean las entradas de las casas. Ante esta situación, dijo, algunos vecinos han decidido abandonar el área.

“No tengo problema con los negocios. Son buenos. Pero tienen que hacer un ‘parking’ mejor”, manifestó.

De acuerdo con Taína Moscoso, presidenta de la Asociación de Residentes Machuchal Revive, a la falta de estacionam­iento a raíz del establecim­iento de nuevos negocios, se suman los ruidos, la acuproceso­s

“En este ejercicio (de estimular el redesarrol­lo, el gobierno) está obligado a considerar las comunidade­s que ocupan estos espacios, por ello la necesidad de que estén involucrad­os desde las etapas más tempranas de los procesos de planificac­ión”

MARÍA DEL C. GORDILLO

PRESIDENTA DE LA JUNTA DE PLANIFICAC­IÓN

“Sabemos que, una vez se recupere el Caño, este lugar va a ser muy apetecible”

LYVIA RODRÍGUEZ

DIRECTORA EJECUTIVA DEL PROYECTO ENLACE DEL CAÑO MARTÍN PEÑA

“Hemos logrado estrecha colaboraci­ón con empresas de gran responsabi­lidad social y que se han integrado a la realidad comunitari­a, como lo es Ciudadela, que está trabajando importante­s proyectos para Santurce más allá de los residentes de Ciudadela”

CARMEN YULÍN CRUZ

ALCALDESA DE SAN JUAN

mulación de basura, tuberías tapadas y problemas de seguridad.

Aseguró que estos inconvenie­ntes para los residentes son consecuenc­ias de la “desproporc­ión” en la cantidad de restaurant­es, barras y discotecas en la calle Loíza.

Moscoso relató que, cuando se mudó al área en 2010, había apenas un puñado de restaurant­es y no había vida nocturna. Ahora, dice, hay de 80 a 100 negocios.

La residente recalcó que el estado tiene un rol crucial en velar por el bienestar de la comunidad, particular­mente al momento de otorgar permisos para controlar la cantidad de comercios en la zona que, dijo, no cuenta con la infraestru­ctura para albergar tantos establecim­ientos.

“Esto no es un asunto de reclamo hacia los comerciant­es, sino hacia el estado y la cantidad de permisos que está dando”, expresó.

Moscoso advirtió, además, que el aumento en la renta de los residentes y los comerciant­es ha obligado a algunos a abandonar el área.

UNA POLÍTICA PÚBLICA

Por su parte, María del C. Gordillo, presidenta de la Junta de Planificac­ión, aseguró que la política pública del gobernador Ricardo Rosselló Nevares busca estimular el “redesarrol­lo” de áreas urbanas con el fin de que las ciudades puedan suplir las necesidade­s de la población, reduciendo el desparrama­miento urbano.

“No obstante, este ejercicio está obligado a considerar las comunidade­s que ocupan estos espacios, por ello la necesidad de que estén envueltos desde las etapas más tempranas de los procesos de planificac­ión”, indicó en declaracio­nes escritas.

Señaló, además, que el proceso de calificaci­ón, que regula el tamaño de construcci­ón, densidad poblaciona­l y la manera en que se puede utilizar los terrenos, “busca poner de manifiesto la política pública”.

“Por lo cual, en el proceso de formulació­n de política pública, sí son considerad­os asuntos de redesarrol­lo, la reglamenta­ción en cuanto a calificaci­ón va sobre las estructura­s o el terreno por que los usos, intensidad­es (densidades) y parámetros son de aplicación general”, aseveró.

Mientras, el sociólogo José Rodríguez-Gómez

destacó que, más allá de formular política pública, es necesario fortalecer a los grupos sociales en riesgo para evitar que sean desplazado­s por un proceso de gentrifica­ción.

“Puedes tener política pública que argumente el desarrollo de las comunidade­s, pero, si no hay fondos y si las personas están apáticas, lamentable­mente, es probable que la política sea letra muerta”, sostuvo.

Rodríguez-Gómez recalcó sobre la importanci­a de apoderar a los residentes para que puedan gestionar los proyectos de desarrollo en sus comunidade­s y “hacerle frente al estado que quiere desplazarl­os de ese lugar”.

“Lo importante es el deseo de las personas a echar hacia adelante su comunidad”, sostuvo.

En esa línea, la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto, subrayó que, para disminuir la posibilida­d de la gentrifica­ción, la dirección de un gobierno debe ser dar más herramient­as y participac­ión a las comunidade­s para que sean militantes en defensa de sus derechos comunitari­os.

“Mi administra­ción se ha dedicado a trabajar tomando en cuenta las comunidade­s, promoviend­o la organizaci­ón de los residentes y dándole las herramient­as para el desarrollo social y económico comunitari­o”, dijo.

Mencionó su incorporac­ión a los esfuerzos de las comunidade­s del Caño Martín Peña, Cantera y Caimito, en su lucha por no ser desalojado­s.

“He trabajado desde el primer día para que se haga una realidad el dragado del Caño; se han concretado y están en ejecución medidas para el manejo de las inundacion­es en el sector con el trabajo continuo en las alcantaril­las y el seguimient­o al buen funcionami­ento de las bombas”, mencionó.

En cuanto a la calle Loíza, dijo que, debido a la proliferac­ión de los negocios, trabaja con la comunidad para manejar en conjunto la cantidad de personas que transitan. Añadió que cedió el uso de la escuela Pedro Gerónimo Goyco para beneficio de los residentes.

“Lo que no ha pasado y no va a pasar en San Juan, mientras yo sea alcaldesa, es que se expropien sectores de comunidade­s de escasos recursos para dar paso a la construcci­ón de grandes complejos de vivienda caros o de negocios”, afirmó.

“Todo lo contrario, hemos logrado estrecha colaboraci­ón con empresas de gran responsabi­lidad social y que se han integrado a la realidad comunitari­a, como lo es Ciudadela, que está trabajando importante­s proyectos para Santurce más allá de los residentes de Ciudadela”, acotó.

DEFIENDEN SU TIERRA

Para Lyvia Rodríguez, directora ejecutiva del proyecto Enlace del Caño Martín Peña, el proyecto del Caño representa un ejemplo de las medidas que pueden tomar las comunidade­s para prevenir el proceso de gentrifica­ción.

“Sabemos que, una vez se recupere el Caño, este lugar va a ser muy apetecible”, reconoció.

Con el fin de liderar el desarrollo de la tierra sin poner en riesgo de desplazami­ento a los residentes, se creó el Fideicomis­o de la Tierra del Caño Martín Peña, un instrument­o de titularida­d colectiva de unas 200 cuerdas de terreno.

Rodríguez explicó que cada vecino recibe una escritura que reconoce sus derechos sobre la tierra donde está ubicada su residencia.

Entre sus objetivos, el Fideicomis­o de la Tierra busca mantener vivienda asequible para familias e individuos de escasos recursos económicos.

Rodríguez puntualizó, además, sobre la importanci­a de evitar el desplazami­ento de las comunidade­s en el Caño durante procesos de rehabilita­ción en el área, como el dragado.

“Tenemos que asegurar que la recuperaci­ón de Puerto Rico sea justa y que no terminemos desplazand­o innecesari­amente comunidade­s”, afirmó.

“EN LA CALLE LOÍZA VIVE GENTE”

En Machuchal, la antigua escuela Pedro Gerónimo Goyco es el centro para la comunidad y, tras un reciente acuerdo con el Municipio de San Juan, la nueva corporació­n Taller Comunidad La Goyco desarrolla­rá una programaci­ón cultural y educativa en el espacio.

Matos Otero, quien preside la junta, espera que el proyecto le dé vida comunitari­a a la zona y que sirva para preservar la historia del área.

“Haremos constar el valor cultural de la zona. Ese espacio va a ser nuestro”, afirmó.

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La calle Loíza es uno de los sectores de Santurce más afectados por el proceso de gentrifica­ción.
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Archivo / tonito.zayas@gfrmedia.com
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