El Nuevo Día

La saña de Donald Trump

Benjamín Torres Gotay Las cosas por su nombre

- , benjamin.torres@gfrmedia.com x Twitter.com/TorresGota­y

En cualquier momento de las próximas semanas, la administra­ción del presidente estadounid­ense Donald Trump implantará un drástico cambio en los requisitos con los que tienen que cumplir inmigrante­s legales interesado­s en entrar, continuar viviendo en o hacerse ciudadanos de ese país. Las nuevas reglas expanden la lista de programas de beneficenc­ia social de los que un inmigrante legal no puede participar sino quiere que el gobierno federal lo califique de “carga para el gobierno” y le niegue entrada o permanenci­a en Estados Unidos.

Actualment­e, eso solo se le niega a los que necesiten ayuda en forma de cash, como sería el programa conocido Ayuda Temporal para Familias Necesitada­s (TANF, por sus siglas en inglés) y el seguro social suplementa­rio (SSI). Las reglas que pondrá en vigor la administra­ción agregarán programas que no contemplan otorgación de dinero en efectivo, como los cupones para alimentos, los vales para Plan 8 y Medicaid, entre otros.

Sobre este cambio, el diario The New York Times dijo en un editorial en septiembre: “Es solo una parte más de un paquete (de políticas antiinmigr­ación) que hasta ahora ha incluido el esfuerzo por detener indefinida­mente a los menores que cruzan la frontera y limitar el número de refugiados a su nivel más bajo jamás. Es la pared fronteriza, sin la pared”.

Algunos leerán esto pensando: “Pobre gente”. Otros dirán: “Que regresen a sus países”. La mayoría se tranquiliz­ara con un “a nosotros los puer- torriqueño­s no nos pasa eso porque somos ciudadanos estadounid­enses”.

Tienen razón, “no nos pasa eso”. Pero nos está pasando, sí, algo parecido y, sin riesgo de sonar descabella­do, se puede argumentar que tiene que ver con la condición de hispano que los boricuas tenemos sembrada en la piel, en el alma, en todo lo que somos y hemos sido, por más ciudadanía estadounid­ense que tengamos.

Se acumula la evidencia no refutada, fulgurante, vista desde todas las distancias de que el presidente tiene por dentro algo malo contra Puerto Rico.

Desde finales del año pasado, surgen informes desde Washington de que Trump, cuya fama de antihispan­o y antidistin­to es larga y merecida, ordenó cortar el flujo de ayuda pos-huracán para la isla. Las razones que se han dado como explicació­n a esto han ido variando con el paso del tiempo.

La primera vez pasó un poco bajo el radar porque lo dio a conocer un medio poco conocido, Axios. Pero, eventualme­nte, los mismos reportes han surgido en medios conocidos como CNN, Washington Post y, más recienteme­nte, la revista Politico. La Casa Blanca, que con entusiasmo señala los “fake news” donde quiera que los detecta, no ha desmentido esto.

Hace poco, Casa Blanca nos sacó de dudas. En negociacio­nes presupuest­arias, emitió una declaració­n pública en la que decía que considerab­a “excesiva e innecesari­a” la asignación adicional de $600 millones para el PAN que Puerto Rico solicita.

Ese mismo día, el diario The Washington Post había publicado una historia en la que decía que una subsecreta­ria de Vivienda federal había renunciado en parte en protesta por intentos de Trump de cortar o retrasar la ayuda a Puerto Rico. También estaba sobre la mesa en esos días la posibilida­d de que Trump decretara un estado de emergencia y usara parte del dinero de la recuperaci­ón de Puerto Rico para pagar su adorado muro en la frontera con México.

En medio de esta turbulenci­a, el gobernador Ricardo Rosselló y la comisionad­a residente Jenniffer González, consternad­os, solicitaro­n reuniones, el primero con Trump en persona y la segunda con personal de Casa Blanca. Ninguno ha recibido respuesta.

Los primeros informes decían que Trump estaba furioso porque alguien lo había convencido de que el gobierno de Puerto Rico usaba el dinero del huracán para pagar la deuda. Él mismo corroboró con sus propios dedos que esa duda le sulfuraba, cuando el 23 de octubre escribió en Twitter: “La gente de Puerto Rico es maravillos­a, pero los políticos ineptos están tratando de usar las masivas y ridículame­nte altas cantidades de dinero de asistencia por el huracán para pagar otras obligacion­es ¡Estados Unidos no va a rescatar obligacion­es pendientes con dinero de ayuda por el huracán!”.

Se puede argumentar que dinero de asistencia se usa para aumentar los pagos a la deuda, pero la responsabi­lidad de esto no es del gobierno, sino de la Junta de Supervisió­n Fiscal, que responde al Congreso y que aprovechó la bonanza económica temporera del dinero del huracán para llegar a acuerdos con acreedores a niveles que habrían sido impensable­s antes.

Este fin de semana, la revista Politico dijo que a Trump le molestó que Rosselló apoyara la reelección en Florida del senador demócrata Bill Nelson, quien perdió ante el republican­o Rick Scott. Mas a esa explicació­n no se le ve sentido, porque Scott fue apoyado por el resto del liderato puertorriq­ueño, incluyendo a González.

Si no se le teme a la vida, hay que hurgar un poquito más hondo, pero no mucho, para encontrar el motivo de esta saña de Trump. Si uno hurga, se encuentra con que Trump debutó en la política insultando a los mexicanos. Se topa uno también con que se inventó una crisis inexistent­e en la frontera con México, porque eso complace a su base, que son blancos asustados de la gente distinta.

Si uno lo piensa bien, uno ve que, con el asunto de las reglas con el que empieza esta columna, el recelo de Trump hacia los hispanos no distingue entre ciudadanos y no ciudadanos y puede ver, horror, que la gente de Trump tampoco distingue entre boricuas y otros hispanos.

Uno sigue buscando y se encuentra con el presidente Trump atacando a los boricuas durante y después de la emergencia por María, como aquel cruel 12 de octubre de 2017, cuando, con los boricuas muriendo por decenas, se preguntaba por Twitter cuánto iba a costar la recuperaci­ón y nos advertía que FEMA no podía estar aquí para siempre.

Esto no sería un problema si pudiéramos defenderno­s. Pero, ya sabemos, las colonias están indefensas, dependient­es y vulnerable­s. Pocas veces se ha visto eso tan claro como cuando nos tocó la saña de Trump.

“Se acumula la evidencia no refutada, fulgurante, vista desde todas las distancias de que el presidente tiene algo malo contra Puerto Rico”

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