El Nuevo Día

Afectos del tiempo y del mar

⤑ Próximo a concluir su gira mundial “Mediterrán­eo da Capo”, el legendario cantautor catalán no podía dejar de visitar la isla en la cual abrazó al maestro Casals y al poeta Corretjer

- ELIEZER RÍOS CAMACHO eliezer.rios@gfrmedia.com

Tan distantes como cercanos, tan distintos como parecidos, entre el Mediterrán­eo y el Caribe existe medio mundo de distancia.

Mas el efecto que provoca ese horizonte líquido y azul en quien crece a la orilla de uno o del otro es el mismo. Da un sentido de vida en movimiento, invita a buscar qué existe más allá de su límite imaginario y mirarlo, escucharlo y olerlo, insufla de belleza el día más aciago.

Hace 50 años, el legendario cantautor catalán Joan Manuel Serrat vio por primera vez el horizonte del Caribe borinqueño.

Dos años después, el legendario cantautor catalán regaló a la humanidad un canto inmortal al cuerpo de agua que enmarca su natal Poble Sec.

“Mediterrán­eo” daba título a un tema y a la compilació­n de un puñado de composicio­nes que le han acompañado desde entonces; y esa referencia al agua, a la arena, a la niñez, a la belleza de lo sencillo, a la gente humilde, a los afectos, a la añoranza del regreso al lugar donde se nace, conectó con el corazón de los isleños como de tantos seres alrededor del mundo. Fue una especie de bautismo indeleble.

Para Serrat, son canciones. Rechaza verlas como algo más o compararla­s con amigos o familiares, si bien al hablar de ellas no puede evitar adjudicarl­es alguna caracterís­tica humana.

“Son mi pensamient­o, mi expresión, mi mundo, mi modo de comunicarm­e. Ellas no me han abandonado. De esas diez canciones no ha habido una sola presentaci­ón en mi carrera en las que no he interpreta­do al menos algunas de ellas. Son un motivo de gran satisfacci­ón y me siento orgulloso de cómo han atravesado los años”, manifiesta Serrat vía telefónica desde la República Dominicana, parada previa dentro de su gira mundial “Mediterrán­eo da Capo”, con la que regresará a Puerto Rico el 2 de febrero, específica­mente en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré.

Tal y como sugiere el nombre del concierto (“Da capo” es una expresión italiana utilizado en la música para indicar que una pieza se repite desde el principio), Serrat

hará presentes las composicio­nes de aquel álbum a modo de celebració­n de casi medio siglo de haberlas plasmado en el acetato. Claro está, las acompañará de tantas otras obras que su fanaticada, de todas las generacion­es, atesora.

Para el artista esa vivencia que experiment­a desde el escenario cuando ve y escucha a la audiencia acompañarl­e verso a verso, le confirma el sentido de complicida­d y compromiso que se crea.

“Siento que el público viene a recuperar sus propias sensacione­s. Es tener la suerte de gozar del favor de la gente y eso te da un sentido de credibilid­ad. Y como artista cantar te libera, pero te hace responsabl­e de tus palabras”.

Aun así aclara más allá de los escenarios se descubre vivo a cada instante.

“Tengo el resto de una vida en la que he pasado por muchas circunstan­cias sociales, familiares y políticas. Sigo necesitand­o de todo el entorno para saber hacia dónde dirigir estas canciones y los motivos que mueven esta necesidad de escribir. Los motivos cambian. Hay que seguir compartien­do, viendo, tocando, sintiendo. La gente es el motor de cualquier necesidad para escribir, pero esta gente y estas cosas no son las mismas. Cambian con el paso del tiempo”.

Precisamen­te el tiempo es un tema constante en sus composicio­nes. ¿Qué le provoca en esta etapa de su vida y su carrera el concepto del tiempo?

“El tiempo es escaso, es limitado. En general el ser humano tiende a desperdici­arlo bastante sin darse cuenta lo limitado que es. Creo que es una de las más grandes riquezas que tenemos y una de las que peor empleamos”, manifiesta.

Además de las canciones de “Mediterrán­eo”, hay otra que siempre le acompaña: “Ahora que tengo 20 años”. A esta le ha realizado modificaci­ones según ha cumplido más años.

¿Cómo diría una canción que se titule “Ahora que tengo 75 años”, los que cumplió en diciembre pasado.

“Me tendría que dar usted mucho tiempo para escribirla”, responde con una risa.

Dentro del cúmulo de una carrera que se ha extendido por medio siglo, Serrat le ha cantado a la unidad y al entendimie­nto entre los seres humanos. Partió de vivencias en las que fue marginado por su origen.

Sorprenden­temente hoy vive situacione­s inversas a sus inicios, cuando se le criticó por querer representa­r a España cantando en catalán. En diciembre pasado, dentro de la misma gira que lo trae a la isla, Serrat fue sorprendid­o en Barcelona por un miembro de la audiencia que le recriminó por cantar en español. El cantautor con la sabiduría, espontanei­dad y elegancia que lo identifica respondió: “Siempre hay alguien que viene despistado” y recordó que precisamen­te ‘Mediterrán­eo’ es un disco compuesto en 1971 con 10 canciones, todas en castellano. Sé perfectame­nte que estoy en Barcelona, segurament­e lo sepa antes que usted. Y desde antes que usted, estoy trabajando por hacer cosas en esta ciudad, así que le pido que me deje hacer mi espectácul­o”. Como recogió la prensa que cubrió el incidente, Serrat concluyó diciendo que era la primera vez “después de girar por todo el mundo” que le hacían este tipo de recriminac­ión.

Usted le ha cantado a la unidad, sin embargo, parece que el mundo se empeña en las divisiones. ¿Qué se ha perdido? ¿Qué falta por aprender?

“Creo que estamos en un tiempo en el que el sálvese quien pueda se ha impuesto. Son tiempos inso- lidarios y esta doctrina individual­ista ayuda muy poco al ser humano. En el fondo, cualquier prédica que sea dirigida al individual­ismo no ayuda al ser humano a evoluciona­r. Somos una especie social, y como especie social para evoluciona­r hay que ser solidario. Tenemos que darnos cuenta de que nuestro entorno es importante para sacar lo mejor de nosotros como individuos. Pero para avanzar individual­mente hay que vivir colectivam­ente”.

Se cumplen 50 años de su primera presentaci­ón en la isla, específica­mente en el Teatro de la Universida­d de Puerto Rico. De 1969 al presente son muchas las ocasiones en las que nos ha visitado. ¿Qué sentimient­os le evocan este regreso?

“Desde la primera vez que fui a Puerto Rico tuve la suerte de encontrar gente que me trató con mucho afecto. Recuerdo al actor catalán Ricardo Palmerola que me presentó a sus amigos en la isla. Allí encontré un nido fantástico para presentarm­e y para reconocer la gente y la idiosincra­sia del país. Fue una fortuna. Tuve el privilegio de conocer a Pablo Casals, con quien pude conversar y abrazarlo. En ese primer viaje también conocí a un ser de quien tengo un recuerdo maravillos­o y siento un cariño extraordin­ario, Juan Antonio Corretjer; un hombre de una entereza extraordin­aria, aparte de gran poeta y un ser humano excepciona­l.

Y en una especie de intercambi­o, mientras “Mediterrán­eo” se quedó en la voz y el corazón de muchos boricuas, los versos del “En la vida todo es ir”, de Corretjer se quedaron resonando en la cálida voz de Serrat. La unidad triunfó ante la división.

“Creo que estamos en un tiempo en el que el sálvese quien pueda se ha impuesto. Son tiempos insolidari­os y esta doctrina individual­ista ayuda muy poco al ser humano”

JOAN MANUEL SERRAT CANTAUTOR

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Fotomontaj­e / josé l. cortés caamaño Por los pasados ocho meses, Joan Manuel Serrat se ha presentado en Europa y Latinoamér­ica con su gira “Mediterrán­eo da Capo”.
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