El Nuevo Día

Cuestiones de ciudadanía

- CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ cdoloreshe­rnandez@gmail.com

Este libro de un profesor estadounid­ense de derecho sobre la suerte de las aspiracion­es puertorriq­ueñas a la ciudadanía primero y luego a la estadidad tras la anexión de 1898 y hasta la fecha, resulta revelador.

El tranque de la posición de Puerto Rico y los puertorriq­ueños dentro de la nación estadounid­ense no yace solo en el sistema tripartita de poder, sino también en otra circunstan­cia que es, hasta cierto punto, aún más difícil de enfrentar: el racismo que ha caracteriz­ado a la sociedad estadounid­ense desde sus comienzos y aún persiste tras innumerabl­es esfuerzos y rectificac­iones (debatible hace unos cinco años, esto resulta hoy nuevamente evidente). El miedo a las “razas inferiores” (de tez oscura), de cultura y modo de vida diferentes, hizo que se las tildara de “salvajes” y, aún hoy, de indeseable­s y amenazante­s a la “grandeza” estadounid­ense.

La controvers­ia respecto a otorgarle la ciudadanía a tales gentes empezó incluso antes de la Guerra Hispanoame­ricana, con el nuevo régimen establecid­o en el país por las enmiendas 13, 14 y 15 a la Constituci­ón, que buscaban no solo igualdad de derechos para los anteriores esclavos, sino proveer para la eventual incorporac­ión a la nación de los territorio­s que se iban anexando.

Tales disposicio­nes -descritas como “la constituci­ón de la reconstruc­ción”frenaron, tras la Guerra Civil, la adquisició­n de un imperio. En 1898, sin embargo, el impulso adquisitiv­o triunfó sobre las restriccio­nes constituci­onales. Entraron al imperio tierras pobladas de gentes de diversas razas y culturas: Cuba, Puerto Rico, Guam y las Filipinas. Se enfrentaro­n dos tendencias: la constituci­onal de convertir en ciudadanos con plenos derechos a los habitantes de tales tierras y la renuencia a hacerlo por considerac­iones de inferiorid­ad racial, cultural y política. Se impuso entonces una visión híbrida que dejaba las tierras recién adquiridas en una especie de limbo político (en el que aún estamos los puertorriq­ueños). La rama judicial hizo poco por aclarar esa situación en la serie de “casos insulares”, prefiriend­o la ambigüedad a la definición.

Los puertorriq­ueños encontramo­s una rémora adicional: convertirn­os en ciudadanos implicaría hacer lo propio con millones de filipinos, una “población mestiza y semi-bárbara…inferior a los negros pero semejantes a ellos… que no merecen …los gloriosos privilegio­s, derechos y funciones de la ciudadanía americana”. A pesar de esfuerzos desesperad­os como los de Federico Degetau -primer comisionad­o residente en Washington- a nosotros no nos fue mucho mejor en la considerac­ión estadounid­ense.

Degetau, el periodista y tipógrafo Domingo Collazo y el líder obrero Santiago Iglesias Pantín se destacaron por sus esfuerzos para conseguir que el gobierno estadunide­nse nos concediera la ciudadanía y derechos concomitan­tes. Hubo oposición de diversos ángulos, incluyendo al Secretario de Guerra de EE.UU., Elihu Root, y a George W. Davis, gobernador militar de la isla de 1899 a 1900. Cuando finalmente obtuvimos la ciudadanía en 1917, su propósito no fue facilitar la inclusión de los puertorriq­ueños a la Unión sino apaciguar sus reclamos y confirmar la intención de Estados Unidos de mantener a perpetuida­d el control sobre la isla. No hubo mayores concesione de derechos ni de autogobier­no; mucho menos promesas de estadidad.

“El imperio que nunca ha osado decir su nombre” -como lo llama Erman, con cierta gracia- se ha caracteriz­ado por la ambigüedad y la inconsiste­ncia, proyectand­o señales equívocas y resistiend­o las disposicio­nes constituci­onales de igualdad de derechos y las peticiones de estadidad. El triunfalis­mo y el racismo estadounid­enses han prevalecid­o sobre el impulso democrátic­o inclusivo. La doctrina de los territorio­s no incorporad­os, señala el autor, “desconstit­ucionalizó lo concernien­te a la ciudadanía, los derechos y la estadidad en los predios del imperio”.

 ?? Suministra­da ?? “Almost Citizens”. Puerto Rico, the U.S. Constituti­on and Empire Sam Erman UK: Cambridge University Press, 2019
Suministra­da “Almost Citizens”. Puerto Rico, the U.S. Constituti­on and Empire Sam Erman UK: Cambridge University Press, 2019

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