CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ
Los ensayos de este número de la conocida revista académica de temas históricos enfocan sobre la noción de ciudadanía -la pertenencia a un lugar, participando de los derechos disponibles a sus habitantesdesde varias perspectivas.
Jennifer Wolff, en un fascinante estudio - “El tortuoso camino de convertirse en ‘Natural de Indias’: extranjería, vecindad y naturaleza en San Juan de Puerto Rico, 1596-1611”- investiga el proceso de naturalización de los extranjeros en las Indias a partir del caso de un genovés afincado en Puerto Rico en el siglo XVII, señalando los cambios en significado e implicaciones de tal proceso en la época colonial.
José Antonio Piqueras, historiador español, enfoca, en “El nacimiento de la ciudadanía en el mundo hispánico” sobre la ciudadanía formulada a principios del siglo XIX por las Cortes de Cádiz, que asumieron la soberanía española. Al declarar ciudadanos a los habitantes de la península y de sus dominios americanos incluyeron a los indios pero no a los afrodescendientes, que quedaron como “españoles no ciudadanos”. En 1836 se revirtió la fórmula para Cuba y Puerto Rico, excluidos entonces de la ciudadanía plena, relegados a la posición antes ocupada solo por los afrodescendientes.
Los siguientes tres artículos –“Hostos sigue señalando el camino hacia la libertad política”, de Alejandro Torres Rivera; “Desde la Isla: el Interrogatorio de 1909 y la consulta sobre la ciudadanía estadounidense” de Mayra Rosario Urrutia y “Las paradojas políticas en el centenario de la ciudadanía de Estados Unidos en Puerto Rico”, de José Colón Morera- son sobre Puerto Rico. Torres Rivera destaca el pensamiento hostosiano en el ‘98 y su postulado de que Estados Unidos ignoró la personalidad jurídica de los puertorriqueños según establecida por la Carta Autonómica. Creó la Liga de Patriotas Puertorriqueños, con miras a un plebiscito que auscultara la preferencia entre varias alternativas: “Ejerciendo nuestro derecho natural de hombres, que no podemos ser tratados como cosas; ejerciendo nuestros derechos de ciudadanos accidentales de la Unión Americana, que no pueden ser compelidos contra su voluntad a ser o no ser lo que no quieren ser o lo que aspiran a ser, iremos al plebiscito…”. Para él: “La Ley Foraker no hace otra cosa que dar fuerza de ley y apariencia de procedimiento constitucional al hecho de la sujeción de Puerto Rico por la fuerza armada de los Estados Unidos”.
La profesora Urrutia estudia la propuesta del gobernador Regis Post al presidente Taft de consultar en 1909 a un centenar de puertorriqueños de prestigio sobre la ciudadanía, y si debía otorgarse colectivamente o por naturalización individual. Poco antes, en 1903, la independencia había triunfado en una encuesta del periódico La Correspondencia entre 54,338 personas.
Colón Morera destaca las paradojas de nuestra ciudadanía a la luz de su centenario (2017). Examina los motivos para imponerla en vísperas de la intervención de Estados Unidos en la I Guerra Mundial, posiblemente por “una estrategia de preservar el dominio sobre la Isla”. El ensayo coincide con las conclusiones del libro arriba reseñado al efecto de que la “ciudadanía colonial” -sin acceso a todos los derechos constitucionales- indica la voluntad estadounidense de retener a perpetuidad a Puerto Rico sin encaminarlo hacia la estadidad.