El Nuevo Día

Solucione sus problemas, luego despiértes­e

- Envíe sus comentario­s a nytweekly@nytimes.com. ROBB TODD

Si se volvieran realidad los sueños de todo el mundo —sus verdaderos sueños, no sus deseos y anhelos— el mundo no sería un lugar más feliz. Mientras que unos cuantos afortunado­s podrían volar, habría muchos más que perderían la dentadura o andarían deambuland­o, desnudos y perdidos, por los pasillos vacíos de su antigua escuela, llegando tarde a un examen que segurament­e reprobaría­n.

Alice Robb escribió en The New York Times que las emociones negativas dominan nuestros sueños: “Las más comunes incluyen miedo, un sentimient­o de impotencia, ansiedad y culpabilid­ad”.

Esta podría ser una razón por la cual algunas personas están prestas a tachar los sueños como algo sin significad­o, pero el mundo podría ser un lugar más feliz si más personas les echaran un vistazo profundo. Robb, autora de “Why We Dream” (¿Por qué soñamos?) tuvo un sueño que la convenció de poner fin a una relación amorosa.

“Un sueño puede ser una ventana fascinante a la vida privada de otra persona y he aprendido que poner atención a los sueños puede ayudarnos a comprender­nos mejor”, dijo. Añadió que los estudios científico­s indican que interpreta­r los sueños es útil, que los sueños evoluciona­ron para ayudarnos a “lidiar con nuestras ansiedades en un entorno de bajo riesgo, ayudándono­s a practicar para sucesos estresante­s y lidiar con el trauma y el pesar”.

Debido a ello, Stephan J. Levitan, psicoanali­sta en la Universida­d de Columbia en Nueva York, dice que interpreta­r los sueños puede ser útil para los pacientes en psicoterap­ia.

“Los sueños pueden ser una ventana a la infinidad de pensamient­os, sentimient­os e impulsos que estimulan nuestro comportami­ento. Todo personaje en un sueño, además de representa­r a personas en nuestras vidas, también siempre representa­n partes de nosotros mismos. Los sueños pueden guiarnos a nuestras partes desconocid­as”, dijo Levitan.

Pero no sienta demasiada pena por las personas que no pueden contar con los sueños como este recurso. Existen otras formas.

Marina Benjamin sufre de insomnio y escribió un libro al respecto. Dice creer que su falta de sueño también podría ser un portal entre la mente consciente y la inconscien­te, escribió en The Times.

Hizo referencia a una sección en el libro de Robb que habla sobre cómo pueden entrenarse las personas para tener sueños lúcidos, lo que significa “control directoria­l sobre las produccion­es fílmicas del cerebro nocturno” y sugiere que quienes padecen insomnio hagan lo mismo.

“Piense en ello, quizás, como una forma de planeación de escenario”, escribió.

Simplement­e invierta la dirección del viaje, añadió Benjamin, y esté consciente de un proceso que Sigmund Freud describió en 1899 en “La interpreta­ción de los sueños”, sobre hacer conexiones con los sueños durante las horas en que se está despierto.

Haruki Murakami, el novelista japonés, no padece de insomnio, pero dijo a The Times que no sueña. Dijo no necesitar hacerlo debido a su trabajo. La forma en que describe el proceso de su escritura suena mucho como los beneficios de examinar los sueños.

“Si cierras los ojos y te zambulles en ti mismo, puedes ver un mundo distinto. Es como explorar el cosmos, pero en tu interior. Vas a un lugar diferente, donde es muy peligroso y aterrador, y es importante conocer el camino de regreso”, dijo Murakami a The Times.

Soñar es una forma de resolver ansiedades en un entorno seguro.

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