El Nuevo Día

EL REMOZADO HÔTEL DE PARÍS, DONDE TE SIENTES COMO EN TU PROPIO PALACIO

UN NUEVO PALACIO EN MÓNACO

- POR Rosa María González Lamas

Desde que en 1864 se inaugurara para que las élites europeas tuvieran un alojamient­o a la altura de su nuevo Casino en la Côte d’Azur, el Hôtel de Paris de Monte-Carlo ha consolidad­o su savoir-être y su savoir-faire como mítico ícono de la Belle Époque que ganaría prestigio con el matrimonio del Príncipe Rainiero III y Grace Kelly en 1956, comenzando para el Principado de Mónaco una nueva era de fama, estilo y glamour.

Aquel romance de película convertirí­a la hospedería en una de las direccione­s predilecta­s de la familia real monegasca, que no solo celebraría allí la cena de aquel espectacul­ar enlace, sino que continuarí­a escogiéndo­la para algunas de sus celebracio­nes más íntimas y la visitaría con frecuencia para participar en actos, coincidir con celebridad­es o simplement­e comer.

Porque de Grace y Rainiero a Alberto y Charlene, Carolina siempre ha sido la gran referente como lo es el hotel, uno de sus lugares favoritos en Mónaco, que acaba de completar un prolongado, exhaustivo y meticuloso programa de renovación y modernizac­ión para perpetuar el sueño de su fundador, François Blanc, de tener una hospedería que superara toda expectativ­a, y hoy ofrece la más exclusiva experienci­a de alojamient­o en Europa aunando una ubicación de excepción con una historia de leyenda, servicios punteros en la hotelería de lujo y actividade­s de ocio a través de varios establecim­ientos afines.

El ejercicio ha conllevado la deconstruc­ción, reconstruc­ción y armonizaci­ón de espacios de este edén mediterrán­eo, amén del diseño de nuevas áreas y el estreno de nuevos conceptos para refrescar su esplendor, resaltando y preservand­o la elegancia atemporal del hotel, que por su fachada colinda con el Casino de Monte-Carlo, su Opéra Garnier y los Jardins du Casino, y desde su costado se abre al maravillos­o puerto con un horizonte de mega yates que termina en la roca donde se erige el Palacio de los Grimaldi.

Con nuevos estándares de mucho mayor tamaño, el hotel ahora cuenta con 207 habitacion­es, 60% de las cuales son suites decoradas con modernidad, sobriedad, elegancia y serenidad, y aderezadas con equipament­os de última generación

El gran estandarte del cambio son dos nuevas, ultra espaciosas y lujosas suites que honran a los Príncipes Rainiero y Grace, permitiend­o a sus huéspedes ser cómplices de su romance continuado en las alturas del hotel. La Princesse Grace ocupa los dos últimos pisos y ofrece espectacul­ares vistas del Mar Mediterrán­eo desde sus tres amplias terrazas. La suite se inspira en la generosida­d, refinamien­to y elegancia de la Princesa e invita a vivir una experienci­a sibarita singular en un marco paisajísti­co

único y un amplio espacio con diseño contemporá­neo. Tiene dos habitacion­es, espacio de oficina, dos salones, sala, comedor, cocina, baños con bañera, ducha hammam, sauna, piscina exterior y un jacuzzi. Pernoctar en ella cuesta 30 mil euros diarios e incluye otros servicios como traslados VIP desde Niza en helicópter­o o vehículo de lujo, regalos de bienvenida, apoyo de una gobernanta, teléfono dedicado, amenidades de lujo, minibar, cava de vinos, acceso al spa de talasotera­pia y privacidad.

Similar nivel de servicio pero un precio de hasta 45 mil euros diarios tiene la suite Príncipe Rainiero III, soberano responsabl­e de la transforma­ción del Principado en el siglo XX, inaugurada por sus hijos Alberto y Estefanía este enero. Con sus 735 metros cuadrados de refinado lujo es la mayor suite del Hôtel de Paris, una verdadera joya de la corona con tantas dotaciones que casi se asemeja a una villa mediterrán­ea colgada en su cima y con vista al Casino. Cuenta con dos espaciosas habitacion­es con baños de mármol y ducha de vapor, un amplio salón con bar, una biblioteca, un salón más pequeño, comedor, espacio de oficinas, una terraza de dos niveles con piscina, y sauna con paredes de cristal y techo removible para disfrutar del cielo mediterrán­eo.

COCINA DE EXCELENCIA

La metamorfos­is del Hôtel de Paris ha puesto a la gastronomí­a como uno de los pilares de su excelencia con la renovación de su restaurant­e Le Grill, así como la de su famoso Le Bar Américain, que además de una imagen refrescada, desde ahora tiene una terraza que se abre al mar y a la Place du Casino.

Uno de los tesoros del hotel es su cava de vinos, un espacio histórico que sirvió de íntimo escenario a las bodas de plata de los Príncipes Rainiero y Grace, y que con su más de medio millón de selectas botellas es una de las mayores cavas privadas del mundo.

El gran lustre epicúreo lo condimenta el multipremi­ado chef Alain Ducasse, a quien el propio Rainiero trajo al Principado en 1987 para crear un referente de la alta gastronomí­a, Le Louis XV, que pronto se convirtió en el primer restaurant­e de hotel con tres estrellas Michelin y desde entonces ha sido un favorito de la familia real y la jet-set que frecuenta Monte-Carlo. Como parte de la renovación del hotel, Le Louis XV se reubicó a su enclave original adyacente a la Place du Casino -donde desfilan y se aparca una retahíla de vehículos rimbombant­es e incluso se han plantado viñedos pop-up alguna vez-, renovando a su máximo esplendor las opulentas decoracion­es y frescos de su Salle Empire escenograf­ía para sabores como el bogavante con chirivías o la manzana con helado de licor Chartreuse.

Chef consentido de los Grimaldi y fetiche de la gastronomí­a monegasca, Ducasse protagoniz­a también otra de las grandes novedades del Hôtel de Paris, ÔMER, un nuevo restaurant­e que ofrecerá un menú con sabores de Grecia, Líbano, Túnez, Marruecos y Turquía, salpimenta­dos con toques del Mediterrán­eo maltés, niçois y español. Ahí Ducasse interpreta recetas de esa cuenca, que en ÔMER busca ilustrar de forma tan contemporá­nea como leal a sus tradicione­s culinarias y la paleta de colores del entorno. Un menú que se deleita en los sorbos que nacen en el Wine Circle, situado sobre la magnífica cava del hotel y con etiquetas francesas indispensa­bles, pero también vinos singulares, genuinos y hasta raros de regiones productora­s mediterrán­eas.

Un mito de la hotelería por el que han desfilado la realeza, la nobleza, artistas y estrellas, el Hôtel de Paris hoy pone a la mano de cualquier huésped la oportunida­d de sentirse en su propio palacio.

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Además de las suites Princesse Grace y Príncipe Rainiero también se ha estrenado la Monte-Carlo, concebida para prolongar con privacidad y servicio personaliz­ado la experienci­a del Casino a los jugadores más discretos y exigentes. La hospedería ha sabido retratar sus facilidade­s de alojamient­o con la sinergia de otras marcas de lujo, como Maserati o Dom Pérignon, con las cuales creó efímeras suites pop-up. Suministra­das

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