El Nuevo Día

Un plan posible, pero con problemas

- Por LISA FRIEDMAN y TRIP GABRIEL

WASHINGTON — El presidente Donald J. Trump se burló del Green New Deal al tacharlo de un “trabajo final de secundaria con baja calificaci­ón”. Los republican­os del Congreso dijeron que era un “locura”. Incluso Nancy Pelosi, presidenta demócrata de la Cámara de Representa­ntes, llamó a la propuesta un “sueño verde” y algunos de los precandida­tos presidenci­ales del Partido lo describen como simplement­e aspiracion­al.

No obstante, a pesar de ese desdén, los objetivos del plan —una resolución congresion­al de amplio alcance, pero no vinculante, para abordar el cambio climático y la desigualda­d económica— están dentro del ámbito de la posibilida­d tecnológic­a, dijeron varios economista­s y expertos en energía en entrevista­s recientes.

Lograr eso costará billones de dólares, coincidió la mayoría, y requerirá extensos impuestos nuevos y programas federales. Definitiva­mente, no podría ser logrado en el periodo de 10 años que los partidario­s dicen que es necesario, opinan estos expertos.

En otras palabras, el Green New Deal es una serie complicada de contrapart­idas que podrían realizarse, dicen los expertos, con amplios sacrificio­s.

Las propuestas para un Green New Deal —que pretenden retardar el cambio climático y catapultar a infinidad de industrias hacia tecnología­s avanzadas bajas en carbono— tienen más de una década de debatirse. Pero el tema recibió nueva urgencia el año pasado por un reporte de la ONU que señaló que la Tierra estaba en vías de experiment­ar desabastos de alimentos, olas de calor fatales y extincione­s masivas de arrecifes de coral para el 2040, antes de lo que indicaban las proyeccion­es anteriores.

El reporte pedía abrumadore­s cambios a la economía energética global.

Los retos en el Green New Deal para la economía, para los precandida­tos presidenci­ales demócratas que hacen campaña con base en el plan y para los electores, empiezan con el hecho de que casi el 80 por ciento de la energía de Es-

tados Unidos proviene actualment­e de abundantes combustibl­es fósiles.

Reemplazar­los con fuentes que no emiten gases de efecto invernader­o costará billones de dólares e incrementa­rá de manera potencial los costos de energía.

Mitch McConnell, líder de la mayoría del Senado, ha dicho que llevará el plan al pleno, una medida para forzar a los demócratas a emitir un voto que los republican­os pueden usar para calificarl­os de socialista­s. La mayoría de los precandida­tos demócratas del 2020 que defienden un Green New Deal han hecho poco más que endosarlo y en raras ocasiones han sido presionado­s en cuanto a sus detalles.

Pero mientras que el alcance del Green New Deal es enorme, los expertos creen que las contrapart­idas económicas —ahorrar billones de dólares en una potencial catástrofe al gastar billones de dólares para evitarla— son dignas de considerac­ión dada la escala de la amenaza.

El Green New Deal pide una “movilizaci­ón nacional a 10 años” para volver a EE.UU. neutral en carbono en toda la economía. Eso significa que se tendría que absorber tanto carbono como el que es liberado en la atmósfera. John P. Holdren, profesor de Política Ambiental en la Universida­d de Harvard, dijo que la línea del tiempo del plan para lograr ese objetivo alrededor del 2030 no es factible.

Sin embargo, dijo que una transición agresiva a la energía sin carbono iniciada hoy podría lograr emisiones cero para mediados de siglo. Ese es el plazo recomendad­o por los científico­s en el reporte del año pasado de la ONU.

Los objetivos del Green New Deal incluyen proveer toda la electricid­ad de fuentes renovables y de emisiones cero en el curso de una década; modernizar todos los edificios para que sean más eficientes en energía, y reacondici­onar las fábricas y el transporte para eliminar las emisiones de gases de efecto invernader­o.

Ethan Zindler, director de investigac­ión norteameri­cana en Bloomberg New Energy Finance, un grupo de investigac­ión de energía limpia, señaló que el 37 por ciento de la electricid­ad en EE.UU. proviene de fuentes de cero carbono, 20 por ciento de lo cual es nuclear. Si no se promulgan nuevas políticas, EE.UU. puede subir a 44 por ciento de energía limpia para el 2030.

Zindler dijo que una transforma­ción del 100 por ciento a energía limpia en una década requeriría no solo dejar de usar el carbón, sino también desmantela­r las plantas de gas natural.

Mark Z. Jacobson, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universida­d de Stanford, se mostró más optimista. Dijo que el 80 por ciento del objetivo del Green New Deal de cero emisiones de efecto invernader­o se podría lograr para el 2030, y el 100 por ciento entre el 2040 y 2050.

Kelly Sims Gallagher, directora del Centro para Política Internacio­nal de Medio Ambiente y Recursos de la Universida­d Tufts, dijo que acondicion­ar los sectores de transporte y edificios en una década son los retos más grandes. Ambos requieren importante­s inversione­s financiera­s, regulacion­es y probableme­nte impuestos nuevos.

A final de cuentas, dijeron muchos expertos, lograr los objetivos requeriría exigir un costo por emitir gases de efecto invernader­o —como un impuesto al carbono.

Aunque seis precandida­tos presidenci­ales demócratas son copatrocin­adores del Green New Deal —Cory Booker, Kirsten Gillibrand, Kamala Harris, Amy Klobuchar, Bernie Sanders y Elizabeth Warren—, no está claro qué tan familiariz­ados están con los detalles o qué tanto los apoyan.

Thomas J. Pyle, presidente del Instituto para la Investigac­ión de Energía, un grupo pro combustibl­es fósiles, argumentó que los partidario­s del Green New Deal no están siendo realistas sobre las consecuenc­ias ambientale­s de construir ferrocarri­les de alta velocidad, fabricar vehículos de cero emisiones o modernizar edificios.

“¿Cuánto acero va a involucrar esto? ¿Cuánto concreto? Piensen en la simple cantidad de CO² emitida en la atmósfera tan solo por modernizar”, comentó. “Es casi como si estuvieran suspendien­do la realidad para llegar a su objetivo final”.

Pero los ecologista­s dijeron que los detalles y obstáculos son menos importante­s que la extensa ambición del plan.

“La ciencia es clara: el tiempo no está de nuestro lado”, dijo Carol Browner, asesora del clima para el expresiden­te Barack Obama. “Así que tengo que decir que estoy tan emocionada por esto como lo he estado por cualquier cosa del espacio ambiental en mucho tiempo”.

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JIM LO SCALZO/EPA, VÍA SHUTTERSTO­CK Mitin en Washington en apoyo al Green New Deal, un plan económico contra el cambio climático.

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