Roberto Prats Palerm: ¿Aspirar para qué?
Puerto Rico tiene que dejar de verse como el centro del mundo y comenzar a mirarse como un país que comparte metas y retos comunes con el resto de la humanidad. En el 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para transformar el mundo a través de 17 metas de desarrollo sustentable. La lista contiene muchos temas que conocemos, pero presenta una manera de atenderlos organizada, pensada y consciente de sus interconexiones. No como lo que el gobierno nos proyecta ahora.
Estas son: 1) fin de la pobreza; 2) hambre cero; 3) salud y bienestar; 4) educación de calidad; 6) agua limpia y saneamiento; 7) energía asequible y no contaminante; 8) trabajo decente y crecimiento económico; 9) industria, innovación e infraestructura; 10) reducción de las desigualdades; 11) ciudades y comunidades sostenibles; 12) protección y consumo responsables; 13) acción por el clima; 14) vida submarina; 15) vida de ecosistemas terrestres; 16) paz, justicia e instituciones só
lidas; y 17) alianzas para lograr los objetivos.
Me propongo presentarle a Puerto Rico un programa de acción basado en esas metas, adaptadas a nuestras circunstancias. Más importante aún, propondré las métricas para medir el progreso en cada una de forma que los puertorriqueños tengan una manera clara y objetiva de evaluar mi gestión.
Nótese que en la lista no aparece el status ni la Junta de Supervisión Fiscal. No es porque no los vaya a atender. Las cosas hay que ponerlas en su sitio.
Aquí la discusión de status anda virada al revés. Se dice que es lo primero que se tiene que resolver. Esa es la excusa del que no sabe resolver los demás problemas.
A los populares nos enseñaron que el status es un medio, no un fin: Primero hay acordar qué tipo de civilización queremos tener, y luego se busca el status que mejor nos sirva para lograr ese modo de vida. El Estado Libre Asociado surgió de ese ejercicio. Las mejoras que se le deben hacer tienen que ser en función de cómo nos ayudan a lograr nuestras metas. Lo demás son debates intelectuales que no le mejoran la vida a nadie.
Pero status y Junta no mezclan bien. Por un lado, en Washington no habrá ambiente para discutir status mientras no hemos enderezado nuestra situación fiscal. Y, por el otro, debemos nosotros concentrar todas nuestras energías en resolver esa situación.
Tenemos que resolver el problema fiscal primero. Le prometo a Puerto Rico que el mismo día que despidamos la Junta, convocaré a representantes de la diferentes fórmulas de status para que juntos vayamos a Washington a iniciar un proceso realista de status.
La Junta se debe ir lo más pronto posible. Pero prometer sacarla quitándole los presupuestos o pidiendo enmiendas a Washington no es ofrecer una solución real, es caer en el populismo. Hay que reconocer que la deuda tiene que renegociarse bajo el Título III de Promesa o de lo contrario caemos en el caos.
Logrado ese paso, la única manera de sacar la Junta es demostrando que no hace falta. Eso se logra balanceando los presupuestos y retornando a los mercados. El que le venda otras soluciones, lo engaña.
Reorientemos nuestra manera de mirar el futuro utilizando el marco de las 17 metas que ha trazado las Naciones Unidas e insertándonos en la discusión global de sus temas. Volvamos a mirar el status como un medio al servicio de los puertorriqueños y quitémonos las cadenas mentales de las ideologías. Preparémonos para que una vez marchada la Junta, seamos un pueblo que ha sabido retomar la marcha hacia la jalda arriba.