Falta un líder solidario
Lo que ha ocurrido al presente no es nuevo. Cuando Pedro Toledo fue superintendente, se actuó para consolidar todas las agencias de seguridad, Policía, Bomberos, 9-1-1 y otras, pero no funcionó. Tampoco funciona ahora.
La agencia de seguridad más importante de Puerto Rico es la Policía. Tiene a cargo la seguridad del país, el control de la criminalidad y la protección de los ciudadanos.
Debe operar separadamente de las demás, por tradición histórica y porque los policías sienten que la misión de ellos es superimportante, y tienen razón. Eso no quiere decir que no son importantes los bomberos, el personal de emergencias médicas y de las demás agencias vinculadas con la seguridad pública.
Sin embargo, la más importante es la Policía y debe tener un liderato único, encabezado por un superintendente, o como le quieran llamar, pero que dirija la Policía exclusivamente. Las otras agencias de seguridad también deben tener sus propios jefes, concentrados en sus esfuerzos particulares.
Eso no impide las labores concertadas. Cuando dirigí la Policía, recuerdo los patrullajes especiales de Nochebuena y despedida de año, cuando pedíamos apoyo a los bomberos y otros recursos. Eso funcionaba perfectamente.
Los policías siempre aprecian un jefe, sea de la Policía o civil, que se identifique con ellos, que participe con ellos en las operaciones.
Quieren que el jefe principal, representante del gobernador, esté mano a mano con ellos. No puede ser una figura lejana, como fue el superintendente saliente.
Así lo hice cuando yo estuve dirigiendo la agencia. Yo visitaba todos los cuarteles, incluso de madrugada. Recuerdo un viaje, como en 1987. Iba al oeste en compañía del coronel Caldero. Por Aguada, observo un policía mayorcito, caminando por la orilla de la carretera. Detuvimos la marcha para darle pon. Caldero le preguntó, “¿sabe quién es esta persona que nos acompaña?” Él contestó en la negativa. Cuando me presentó, respondió: “Es la primera vez en casi 30 años de servicio que veo a un superintendente”.
Por eso es importante el contacto directo con los agentes. Que sepan que estamos disponibles para ellos y para sus familias.
Cuando fui superintendente, en Orocovis empezamos los Consejos de Seguridad Vecinal. Allí, una mujer con tres o cuatro nenes se me acercó y me dijo, “soy la esposa del teniente…”, y me dijo su nombre. Me contó que llevaba asignado por San Juan como tres o cuatro años y ella “bregando sola con los nenes”. Indagué y el oficial se hospedaba en el
cuarto piso del Cuartel General. Lo mandé a buscar, lo entrevisté y lo trasladé a su pueblo. Al poco tiempo, llegó una señora procurándome en mi oficina. Era la esposa que acudió con sus hijos a darme las gracias por el traslado del jefe de la familia.
Los policías necesitan que el superintendente esté presente cuando requieran que escuchen sus problemas.
Otro asunto medular es que la Policía tiene que mantenerse al día en sus operaciones. No puede haber chalecos vencidos y patrullas destartaladas. Hay que estar a la vanguardia con los recursos que existan. Es cuestión de identificarlos. Así ocurrió en mi caso y pude identificar recursos para comprar unidades nuevas y resolver una crisis de patrullaje motorizado.
Con una flota renovada, debe recuperarse el patrullaje notable, el baño de biombos, para que la gente sepa que la Policía está en su vecindario. Así los ciudadanos se sienten protegidos y apoyan a los agentes.
El nuevo directivo tiene que tener conocimiento de los problemas del país, sobre todo de seguridad. No es prudente buscar a alguien desconectado de nuestra realidad. No porque alguien fue buen jefe en Seattle lo será en Puerto Rico.
Creo que la Policía de Puerto Rico necesita mucha motivación a base de un liderato claro.
“El nuevo directivo tiene que tener conocimiento de los problemas del país, sobre todo de seguridad. No es prudente buscar a alguien desconectado de nuestra realidad. No porque alguien fue buen jefe en Seattle lo será en Puerto Rico”