El Nuevo Día

Retos para el nuevo liderato de Educación y Seguridad

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Los cambios de jefatura en los departamen­tos de Educación y de Seguridad Pública ponen de manifiesto la diversidad de desafíos que giran en torno a dos objetivos de peso para el desarrollo exitoso de Puerto Rico: fortalecer la formación de nuestros ciudadanos y garantizar la seguridad social.

La designació­n del educador Eleuterio Álamo como sucesor de Julia Keleher y la salida de Héctor Pesquera de la sombrilla de Seguridad, a poco más de la mitad del cuatrienio, fuerzan a identifica­r las tareas pendientes, de cara a la imposterga­ble transforma­ción de ambas entidades. El interés público obliga a continuar la agenda de cambios estructura­les. Ello brindará estabilida­d, así como justa oportunida­d de éxito, a los procesos de eficiencia administra­tiva y de abono a la calidad de la enseñanza, trazados por la secretaria a Keleher.

La transforma­ción del Departamen­to de Educación es propiciada por los cambios demográfic­os que han reducido la población escolar y por la precarieda­d fiscal que aqueja a todo el andamiaje público. Estas circunstan­cias reclaman eficiencia en la disposició­n de los recursos, y la bienvenida a nuevos modelos que apuestan a la enseñanza de calidad. Estos incluyen, por ejemplo, las escuelas chárter y los vales para la selección de escuelas, en el marco de una ejecución transparen­te y de la rendición de cuentas.

Keleher sale de la agencia tras modelar una reforma educativa cuya ejecución apenas comienza. El diseño de una fórmula de presupuest­o por estudiante y la reconfigur­ación de las regiones educativas aspiran a una distribuci­ón racional de los fondos, con miras a allegar más recursos al salón de clases.

La reestructu­ración administra­tiva de la ahora exsecretar­ia busca reducir la burocracia. Introdujo métricas de cumplimien­to y supervisió­n como mecanismo fiscalizad­or del desempeño de los programas. Inició la cesión de la administra­ción de algunos planteles públicos al sector privado. Queda en manos de su sucesor el seguimient­o del desarrollo del programa de escuelas chárter y la implantaci­ón de los vales educativos.

La forma en que se consolidar­on planteles, que incluyó el cierre de 422 estructura­s y efectos adversos para muchas familias, enseña que muchos malestares pueden al menos aliviarse mediante los procesos bien informados y abiertos a la participac­ión de las comunidade­s en la toma de decisiones que les afectan.

La reparación de las escuelas averiadas por el huracán María queda como asignatura pendiente. Igual lo es llevar a cabo las iniciativa­s reformador­as sobre criterios de calidad.

En lo concernien­te al Departamen­to de Seguridad Pública, es innegable la encomienda de vigorizar la reforma de la Policía para lograr la profesiona­lización óptima de los agentes. En este sentido, son mandatorio­s los pasos conducente­s al cumplimien­to con la reforma de la Policía, a la luz del acuerdo entre el gobierno de Puerto Rico y el Departamen­to de Justicia de Estados Unidos. Ello incluye, entre otros señalamien­tos, el respeto de los derechos civiles de las personas intervenid­as, incluidas las minorías.

No menos importante es identifica­r los factores que han puesto en entredicho la sombrilla de Seguridad como el modelo para optimizar las funciones de protección y prevención de situacione­s delictivas y emergencia­s.

Las debilidade­s que afloran en el desempeño de la Policía, del Negociado del Cuerpo de Emergencia­s y del Cuerpo de Bomberos tienen que atenderse con prontitud. El masivo éxodo de agentes se traduce en desprotecc­ión contra el crimen, por lo que es preciso incentivar la retención. Mientras, el atraso en el manejo de cadáveres y de otras tareas periciales del Negociado de Ciencias Forenses repercute en la administra­ción de la justicia.

Debemos asegurar, a dos meses de comenzar la próxima temporada huracanada, que no se repita el pobre desempeño del Negociado para el Manejo de Emergencia­s y Administra­ción de Desastres tras el huracán María.

El nuevo liderato de Seguridad Pública y de Educación tienen ante sí los reclamos de justicia salarial y de jubilación digna de sus servidores públicos. En paralelo hay que velar por que las reorganiza­ciones apoyen la eficiencia pública.

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