Antulio Parrilla: Profeta de la paz y la justicia social
“He escogido no ser un espectador en la historia, sino un actor dentro de esta”. Mons. Antulio Parrilla
En su libro, “Antulio Parrilla Bonilla: obispo y profeta de Puerto Rico”, el escritor Miguel Santiago Santana describe a Monseñor Antulio Parrilla como un “profeta” porque entiende que este término bíblico resume la misión del sacerdote de San Lorenzo, quien consagró su vida a la lucha por la paz, los derechos de los pobres y la libertad de su pueblo.
El término “profeta”, denota a aquella persona que capta las dimensiones más profundas de lo que está sucediendo en la vida de un pueblo. Monseñor Parrilla fue, sin duda, un profeta y al conmemorarse 100 años de su natalicio es vital que todos los puertorriqueños reflexionemos sobre el legado de este gran hombre.
Estemos o no estemos de acuerdo con su abierta defensa por la independencia de Puerto Rico, es innegable la importancia de su trabajo en favor de la justicia de los menos afortunados, desde distintas vertientes, como lo fue el antimilitarismo, la educación y el cooperativismo. Su entrega y valentía lo convierten en una de las figuras más relevantes del Siglo XX, que marcó una época en la historia de la Iglesia católica de Puerto Rico. Su fe y sus valores cristianos estaban atados a sus luchas. Fue pionero del cooperativismo en Puerto Rico porque veía este tema como un elemento importante en el desarrollo de la vida social y económica de cualquier país.
Parrilla no animaba desde las gradas. Sus batallas eran de cuerpo y espíritu presentes. Fue ejemplo del cristiano cabal, integralmente comprometido
con las vivencias del valor del evangelio. Abrazó distintas causas sociales de los excluidos, los pobres y de todo aquel que vivía sediento de justicia.
Su trabajo social nunca estuvo ajeno a su procedencia de origen humilde en San Lorenzo, ni a su travesía personal. Descubrió su vocación sacerdotal mientras fue parte del ejército norteamericano y luego desarrolló una extraordinaria tarea pastoral como promotor de la doctrina social de la Iglesia. Se convirtió en uno de los primeros dirigentes de la lucha contra el militarismo y contra la presencia de la marina de guerra de los Estados Unidos en Puerto Rico.
Defendió el cooperativismo como herramienta de participación comunitaria y vehículo de desarrollo socioeconómico para todos los pueblos. Dedicó su vida pastoral a trabajar en y fuera de Puerto Rico y, aunque no tuvo una diócesis residencial, creó su diócesis en todo Puerto Rico convirtiéndose en ejemplo del verdadero cristiano, que piensa que el reino de Padre y la salvación se empiezan aquí, buscando cambiar las condiciones injustas de todos los hijos de Dios.
A cien años de su natalicio, recordamos el ejemplo de este cristiano cabal, comprometido con la Iglesia y con el país.