Las alianzas sectoriales son clave en la recuperación
Las alianzas entre sectores son el mecanismo más productivo que Puerto Rico tiene a su alcance en la misión de prepararse, mitigar y adaptarse a los desafíos que acarrean el alza en el nivel del mar, entre otros cambios climáticos.
La necesidad de alianzas, sin embargo, trasciende nuestras costas. Por su condición de isla caribeña, Puerto Rico comparte riesgos y oportunidades de acción con los países vecinos. Está llamado a tender puentes para procurar el máximo beneficio de esa unión de esfuerzos y conocimiento. Si algo quedó claro de la reciente IV Cumbre de la Red de Acción para la Recuperación tras un Desastre, organizada por la Iniciativa Global Clinton, es que aislarse no es opción cuando se trata de los potenciales impactos climáticos que enfrentan las islas del Caribe.
Durante el encuentro, quedó demostrado que el intercambio de datos y el aprendizaje de las distintas experiencias en que se combinan el sector sin fines de lucro, el gobierno, el sector privado, la academia, profesionales y comunidades, acelera los esfuerzos para construir resiliencia. Lo mismo aplica a la colaboración entre las islas vecinas.
Respaldados por la Fundación Clinton, existe ya más de un centenar de proyectos específicos y medibles para mejorar la preparación en áreas críticas para la región. Una tercera parte de los compromisos contraídos en el pasado encuentro, efectuado la semana pasada, tiene a Puerto Rico como sede. Algunos abarcan al país; otros tienen efecto a niveles locales, en municipios o comunidades. Pero estos proyectos que, en su mayoría, proponen optimizar la atención médica, aportar al desarrollo económico, la educación, la preparación y la respuesta en caso de desastres, requieren de respaldo multisectorial, en particular del gobierno. Si son exitosos, pueden servir como modelo para nuevos esfuerzos.
No obstante, pese a que la isla estuvo representada por líderes del sector privado y del tercer sector, la academia y profesionales, careció de participación gubernamental en la cumbre celebrada en la vecina isla de Saint Thomas.
Puerto Rico está en vías de recibir una asignación de fondos federales sin precedentes, para que esté en condiciones de recuperar rápidamente de un desastre y no se pierdan vidas. Pero la isla no habita sola en la región. Tampoco fue la única afectada por
los potentes huracanes de hace dos años ni ha sido la única en recibir ayuda federal. Los custodios de facilitar la reconstrucción aquí tienen la responsabilidad de insertarse en las plataformas de intercambio y colaboración regional que permitan escalar tan vital gestión.
Por otro lado, para que la reconstrucción sea robusta, las redes de colaboración deben echar raíces desde las propias comunidades. Es allí donde están las perspectivas de quienes padecen los mayores efectos en casos de desastres. Estas permiten identificar los puntos ciegos de la planificación, el desarrollo y la generación de política pública.
Sin duda, la participación de las comunidades en las acciones para enfrentar el cambio climático es vital. Por eso, en la Cuarta Evaluación Nacional del Clima, los científicos advierten que las soluciones que se desarrollen desde estos epicentros de impacto y respuesta, en particular los costeros por ser más vulnerables, pueden sentar precedentes que incidan en las respuestas efectivas de otras regiones a los retos previstos.
Desde las primeras horas tras el paso del huracán María hasta hoy, numerosas comunidades con apoyos mixtos trabajan en sus planes de acción y en las tareas que les permitan contar con centros de ayuda, almacenamiento de abastos y sistemas que les provean agua y electricidad. Saben que el gobierno no puede solo. Y pueden aportar.
Prepararse para los desafíos climáticos para enfrentarlos de forma más segura y recuperable requiere de alianzas amplias y sólidas. Construir resiliencia es un proceso colaborativo; por tanto, inclusivo y participativo. En esa sinergia está el potencial de las nuevas respuestas que el país necesita para reinventar su desarrollo económico y social.