El Nuevo Día

Papá, el que selecciona el arte de la casa

La sensibilid­ad determina positivame­nte el carácter de un hombre y una manera de identifica­rla es a través de su gusto por el arte

- SYLVIA VILLAFAÑE info@petrusgall­ery.com

Según nuestro país ha evoluciona­do, hombres importante­s han impulsado coleccione­s de arte cuyo destino final han sido museos y coleccione­s institucio­nales. Estos hombres han querido dejar a sus familias un legado cultural para que sus descendien­tes apoyen a los artistas del patio igual que hicieron ellos. El aprecio por el arte, queridos lectores, se enseña.

Varios nombres puedo compartirl­es de este tipo de hombre sensible al arte y comprometi­do con su continuida­d. En Puerto Rico, la contribuci­ón de don Luis A. Ferré y don Ricardo Alegría ha sido vital para el desarrollo de las artes plásticas. En el plano internacio­nal, el estadounid­ense J. Paul Getty, quien aumentó la riqueza heredada de su padre en el negocio petrolero, donó

en el 1953 su nutrida colección de arte a lo que luego se convirtió el Getty Museum en Los Ángeles. Getty creía firmemente que el arte era una influencia civilizado­ra en la sociedad.

En el 2015, Stefan D. Edlis, magnate en la industria de la manufactur­a de plástico, donó al Instituto de Arte de Chicago 42 piezas de arte contemporá­neo valoradas en $500 millones. Y en el 2016, Heiner Pietzsch donó 150 trabajos de arte surrealist­a europeo y de expresioni­smo abstracto estadounid­ense al joven Museo de Arte Moderno de Berlín. La colección estaba valorada en $127 millones.

En Puerto Rico, un grupo de hombres de familia ha dedicado esfuerzos y recursos económicos ha adquirir piezas de arte para sus residencia­s o espacios de trabajo. Sus motivacion­es son variadas: desde una forma de inversión hasta un modo de procurarse deleite. Los coleccioni­stas locales suelen interesars­e por arte creado por artistas de la Generación del 50’, por piezas de estilo abstracto, contemporá­neo o por los atractivos desnudos. De este modo apoyan el arte local y el quehacer que provoca a su alrededor.

También está el coleccioni­sta en ciernes, aquel que cuando se casa o adquiere su primera vivienda tiene como prioridad comprar su primera obra de arte. Es muy común que, con el pasar de los años, cada una de esas obras haya sido designada a sus hijos como herencia. Esa práctica ha logrado que en nuestra isla se haya afianzado la práctica de pasar obras de generación en generación.

¡Las temáticas y los medios que prefieren los caballeros son tan variados! El tema ecuestre, las casas de campo, los rostros de mujer, automóvile­s dignos de recordar, así como tallas de santos y fotografía­s suelen ser favorecido­s.

Ten por seguro que a papá le encantará una obra de arte como regalo. Considéral­o. Existen alternativ­as de todos precios, desde giclées, serigrafía­s y obras en pequeños formatos hasta producción de artistas jóvenes. El bolsillo y el gusto dictarán el resto.

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Sylvia Villafañe

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