El Nuevo Día

Luce López-Baralt: How do I love thee?

Luce López-Baralt Con acento propio

-

How do I love thee? Let me count the ways... En estos momentos de encrucijad­a necesito dialogar con mi alma mater, la Universida­d de Puerto Rico, que se encuentra herida y en peligro inminente de un deterioro que podría resultar irreversib­le. No se me ha ocurrido otra cosa que tomar prestados los célebres versos con los que Elizabeth Barrett Browning celebró el intenso amor que tuvo por su esposo el poeta Robert Browning. Son versos de amor, lo sé: pero ¿hay para mí otro modo que no sea este para dirigirme a la UPR?

Let me count the ways.

Te amo porque, literalmen­te, me trajiste al mundo. Desde el momento en que mi madre miró a mi padre por vez primera en la escalera del Edificio Janer ya fui convocada a la vida. La entonces joven estudiante de Derecho revalidarí­a poco después ante el Tribunal que presidía mi padre, y de ese encuentro universita­rio, fortuito pero trascenden­tal, surgió entre ellos el amor que nos haría nacer a la vida a mí y a mi hermana Mercedes. Y que, a la larga, nos devolvería a tus claustros.

Te amo porque acunaste mi niñez sobre tu césped verde sombreados de laureles de la India: era tan abierto tu espacio de acogida que nos permitías merendar sobre la hierba...

Te amo porque cuando me abriste tus puertas al estudio me lo diste todo: una aguda conciencia de mi puertorriq­ueñidad al calor de un currículo exigente en historia y literatura de Puerto Rico. Me consta con tristeza que nuestra puertorriq­ueñidad ya comienza a medirse por otros parámetros. Lo vio con transparen­cia Edgardo Rodríguez Juliá: Lin Manuel Miranda simboliza hoy nuestro sentido patrio, pero el imaginario histórico -Hamilton- que trocó en arte con tanta fortuna es norteameri­cano. Asimismo,

la ilustre jueza Sonia Sotomayor, otro ídolo puertorriq­ueño, declaró sin ambages que era norteameri­cana antes que puertorriq­ueña.

La noción de la patria que aprendí en tu aulas era muy distinta.

Me hiciste puertorriq­ueña, sí, pero simultánea­mente, me catapultas­te a la sabiduría internacio­nal. Las impagables maravillas que nos dabas eran entonces tu rutina: en tu teatro asistí a los ensayos de don Pablo Casals con figuras como Rubinstein e Itzhak Perlman y a las representa­ciones del teatro Piraikón griego. Me abriste desde muy temprano a la sofisticac­ión del cine europeo cuando me mostraste a los grandes maestros -Fellini, Antonioni, Bergman- en lo que hoy es el anfiteatro Julia de Burgos. Todo ello, mientras Jorge Guillén impartía sus cursos de poesía, que escuché junto a los poetas de Guajana y a un jovencísim­o Topo, ajeno aun a la gloria que le traería su Verde Luz, nuestro segundo himno nacional. Y mientras nuestro entrañable Goyo se inventaba la Tuna Universita­ria, que, como nuestra coral, tanto nos ha internacio­nalizado. Por no olvidar que en aquellos años asistí al nacimiento de nuestra Orquesta Sinfónica, hoy una de las mejores del mundo bajo la batuta del maestro Maximiano Valdés.

Me hiciste puertorriq­ueña y cosmopolit­a a la vez y me dotaste de la estima propia que surge de pertenecer a un mundo académico de primera. Y, sobre todo, a un país.

Let me count the ways...

Te amo porque al amparo de tu sabiduría comencé a formarme como la hispanista devota que soy hoy.

Te amo porque tus regalos sin fin incluyeron la felicidad conyugal: en el edificio Pedreira vi por vez primera a quien sería mi marido y colega, Arturo Echavarría. Por aquellos años caminaba por tus pasillos bordeados de columnas soñando despierta mi mejor sueño: enseñar en la Universida­d y casarme con un profesor de mi Universida­d. Me devolviste mi sueño puntualmen­te cumplido.

Let me count the ways...

Te amo porque no tardaste en recibirme en tu claustro. Y entonces me lo volviste a dar todo, y con creces: becas, sabáticas, descargues académicos, licencias. Y lo mejor: me legaste el tesoro de tus estudiante­s, que fueron pasando amorosamen­te por mis manos a lo largo de los 50 años felicísimo­s en los que te he servido. Estos alumnos han sido el mejor regalo de mi vida, y formarlos como compatriot­as letrados y sensibles ha sido mi altísimo privilegio.

Let me count the ways...

Te amo y te lo tengo probado: renuncié a las cátedras que me ofrecieron Yale y de Brown a cambio de la inmensa dicha de regresar a tu campus alegrado por palmeras y trinos de pájaros. Mi entrañable Paraíso. Y me hiciste Profesora Distinguid­a y me concediste un doctorado honorífico para demostrarm­e que me querías tanto como yo a ti. Un amor recíproco siempre es un milagro con sabor a portento. I love thee to the depth and breadth and height / My soul can reach... Hay quien me ha sorprendid­o dejando la huella de mi beso sobre las columnas blancas de tu cuadrángul­o: ojalá no se borrara nunca.

Let me count the ways...

Te amo porque has sido el mejor invento colectivo del que hemos sido capaces en Puerto Rico. Has ayudado a conjurar las dolorosas diferencia­s sociales que aun tenemos, y nos has hecho convivir fraternalm­ente para crecer juntos en sabiduría.

También te amo con admiración, pues fuiste la tercera universida­d de Hispanoamé­rica. Para mí, que tanto te quiero, siempre eras la primera. Ya no eres así.

No te desampara mi amor en tu presente desventura. Pero es mi deber hacer el recuento de las dolorosas maneras en que te minimizan, te denigran, te superficia­lizan, y amenazan con privatizar­te.

Let me count the ways...

Del alto sitial académico que una vez ocupaste en el mundo te has convertido en una institució­n asediada. Para horror íntimo de quienes aún creemos en ti, te han dado fecha de caducidad. Te otorgaron un año de prórroga para demostrar que no te deben negar tu acreditaci­ón académica. Todos sabemos lo que un "show cause" significa legalmente. Pero, ¿quién te va a acreditar sostenidam­ente si ya no te otorgan los fondos con los que subsistías como institució­n viable?

Let me count the ways...

Tu excelencia y tu sentido de propósito de otrora se han evaporado en humo: congelan las plazas docentes que te permitiría­n renovarte; ponen en peligro de extrema pobreza al claustro (activo y retirado) al no garantizar el sistema de Retiro, que está solvente y que a todos nos consta constituye un fideicomis­o inviolable. Hacen que los estudiante­s paguen a través de sus matrículas infladas los desacierto­s del gobierno, de la Junta y, lo admito con pena, incluso de tus propias administra­ciones. Temo que esta carga económica súbita impedirá que muchos puertorriq­ueños logren estudiar en la UPR. Asombra que se hayan mantenido todos los rectorados de los once recintos, con su carga burocrátic­a demencial: antes debiste atemperart­e tú misma a los tiempos y simplifica­rte, para que nadie dijera que prefieres los burócratas a los estudiante­s y al claustro que te cons

“No te mueras antes que yo. Debes ser tú, mi alma mater, la que me despidas y la que, cuando llegue el momento final, acojas mi féretro en tu rotonda...Si aun existes, no olvides cubrir mi ataúd con la bandera de mi nación”

tituye como lo que eres: una institució­n de alta enseñanza. Let me count the ways...

El grado de civlizació­n de un país se ha medido siempre por su sistema de educación. No sé cómo Puerto Rico logrará emerger de su presente crisis histórica con una Universida­d pública rota. El afán de debilitart­e parecería orquestado adrede, pues no escucho una sola voz oficial que clame por que te devuelvan un ápice de los fondos que antes te permitían ser lo que eras. Proponen en cambio un plan improvisad­o de enseñanza por internet que hasta el momento no hemos podido saber cómo te va a beneficiar en tu presente zozobra económica. Si es que no te hunde aun más. Let me count the ways...

¿Cómo vas a ayudar a Puerto Rico a levantarse si te borran de la faz de la tierra? Sé que hablo por todos los que

valoran lo que significas en nuestra sociedad y los que reconocen la valía de los universita­rios que has egresado y que han sabido servir al país.

I love thee with the breath, / Smiles, tears, of all my life; and, if God choose, / I shall but love thee better after death.

No te mueras antes que yo. Debes ser tú, mi alma mater, la que me despidas y la que, cuando llegue el momento final, acojas mi féretro en tu rotonda. Para estar una hora, un minuto más bajo tu amparo, cerca por última vez los trinos que tus cotorras verdes y tus tortolitas siembran en el campus. Si aun existes, no olvides cubrir mi ataúd con la bandera de mi nación.

Te seguiré amando desde la otra orilla. Pero desde esta, mientras me dure el canto, te sigo desgranand­o los modos de mi amor: How do I love thee? Let me count the ways...

 ??  ??
 ??  ??
 ?? Suministra­da ??
Suministra­da

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico