El Nuevo Día

Guatemala y “Guatepeor”

Las cosas por su nombre

- Benjamín Torres Gotay Periodista benjamin.torres@gfrmedia.com Twitter.com/TorresGota­y

Nos conviene mirar a Guatemala. Ese país celebra hoy una elección presidenci­al en la que la candidata favorita, Sandra Torres, enfrenta denuncias de haber financiado una campaña anterior con dinero del narcotráfi­co y que es la exesposa y álter ego del expresiden­te Álvaro Colom, que no hace mucho dormía en prisión, imputado de corrupción.

Otro candidato, Mario Estrada, fue sorprendid­o negociando una “aportación” de $12 millones, así como el asesinato de dos rivales, con quien él creía que era gente del Cartel de Sinaloa –el del Chapo Guzmán–, pero de verdad eran agentes de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA).

Esa informació­n era conocida por las autoridade­s guatemalte­cas, que, sin embargo, dejaron a Estrada seguir figurando en la papeleta hasta que, hace dos meses, fue arrestado por la DEA en Miami. Entonces, ni modo.

El presidente actual, Jimmy Morales, un comediante de televisión que ganó la presidenci­a en 2015, está acusado también de haber financiado ilegalment­e su campaña. Su esposa y un hijo también son investigad­os.

Morales no ha sido detenido porque el Congreso no le ha retirado la inmunidad con la que allá se autoproteg­en los políticos. El último presidente al que el Congreso retiró la inmunidad, Otto Pérez Molina, renunció y fue preso el mismo día, imputado junto a la cúpula de su gobierno de un masivo robo a las aduanas.

La fiscal que llevó los casos contra Pérez Molina y Morales, Thelma Al

dana, era la favorita para ganar abrumadora­mente las elecciones de hoy. Pero la institucio­nalidad guatemalte­ca, que, con toda razón, le tiene terror a los que combaten la corrupción, logró que fuera descalific­ada con el pretexto de que una vez, supuestame­nte, contrató a un fiscal del que se dice que no iba a trabajar. Esa acusación, nunca evidenciad­a, fue suficiente para que Aldana no figurara en la misma papeleta en la que están Torres y hasta hace poco estuvo Estrada.

No hace mucho, los guatemalte­cos no prestaban mucha atención al tema de la corrupción. Lo considerab­an, igual que nosotros, inevitable. Aplicaban la máxima que se usa aquí y en otros sitios: roban, pero hacen obra.

Pero en 2007, el gobierno de entonces y la ONU establecie­ron por mutuo acuerdo la Comisión Internacio­nal Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), con el fin de establecer prácticas anticorrup­ción reconocida­s mundialmen­te. El resultado estremeció a Guatemala: desde 2007 hasta hoy, se han conducido unas 100 pesquisas que resultaron en acusacione­s contra cerca de 700 personas.

Además de dos expresiden­tes, un presidente en funciones y una posible futura presidenta, cayeron múltiples legislador­es, funcionari­os gubernamen­tales de alto nivel y empresario­s. Los trabajos de la CIGIG desvelaron una cultura de corrupción que había penetrado en las más hondas profundida­des de las clases políticas y económicas. Quedó al descubiert­o que el sistema político guatemalte­co es, en realidad, una gran empresa criminal.

Guatemala va despertand­o. Protestas forzaron el desenlace que llevó a Pérez Molina a la cárcel. Pero la clase política se protege. Sacaron de la papeleta a Aldana. Morales ha dicho que no va a renovar el acuerdo con la ONU para la continuida­d de la CICIG, que vence en septiembre. Quieren continuar con el saqueo salvaje a uno de los países más pobres de América.

Da pavor ver lo que pasa en Guatemala y sentir la punzada del horror de que aquí, si no estamos pendientes, nos convertire­mos en lo mismo: víctimas de una clase política que perdió todo pudor y se autodefien­den mediante las tretas más desfachata­das.

Acá no acabamos de entender la enorme magnitud de nuestro problema de corrupción. Nos conformamo­s con los que, de vez en cuando, arrestan los federales. Olvidamos que ellos, en términos generales, solo atienden los robos a de fondos federales o que afecten “el comercio interestat­al”. No hemos comprendid­o que este problema tenemos que atenderlo nosotros y no podemos pasárselo a nadie.

En estos días, nos cayeron más noticias. Elías Sánchez, exdirector de la campaña del gobernador Ricardo Rossselló, su exrepresen­tante ante la Junta de Supervisió­n Fiscal, una persona de su mayor confianza, está bajo investigac­ión de la fiscalía federal del Distrito Sur de Nueva York por presunta venta de influencia­s.

Sánchez lo despachó como “un chisme”. No se sabe si se le acusará de algo. Pero los que conocen de estos temas saben que la fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, quizás la más especializ­ada del planeta, no actúa por “chismes”. Con la pesquisa a Sánchez continúa una racha que inauguró Pedro Rosselló y que, salvo por Sila Calderón, continúa hasta hoy: todos los gobernador­es, menos Calderón, han tenido a alguien de su círculo íntimo investigad­o o acusado de corrupción.

A todos los agarraron federales. Las agencias anticorrup­ción de aquí se entretiene­n en menudencia o van cojeando en casos que algunos llevan años, como el de Jaime Perelló, el del exjuez Rafael Ramos Sáenz y los de la Administra­ción de Desarrollo Socioeconó­mico de la Familia y de la Superinten­dencia del Capitolio, por hechos ocurridos, estos últimos dos, en el ya lejano cuatrienio de Luis Fortuño.

Ante nuestros ojos, mientras tanto, llueven contrataci­ones desmesurad­as a donantes. Los ricos súbitos pegados a la teta del Estado. El descaro con el que ciertos políticos se intercambi­an los familiares (“tú contratas a mi esposa, yo a tu hija”) para burlar descaradam­ente las leyes de nepotismo.

Los millones que se van en “cambios de órdenes” en las obras públicas. Las obras por las que alcaldes pagaron millones, generalmen­te a amigos, y que ahora nadie usa. Las contrataci­ones de empresas de socios políticos fundadas el día antes. Nada de eso les llama la atención ni a las agencias anticorrup­ción de Puerto Rico ni, en gran medida, a la sociedad.

En Guatemala, aprendiero­n a protestar. Aquí, rompemos el internet con memes y después a lamentarno­s por quién ganó Miss Puerto Rico.

Thelma Aldana, la exfiscal, dijo una vez: “Por muchos años, en Guatemala se toleró la corrupción, lo cual llevó a la impunidad. Eso permitió a esas estructura­s criminales fortalecer­se”. Con nuestra indolencia, aquí vamos camino a llegar a lo mismo.

“No acabamos de entender la enorme magnitud de nuestro problema de corrupción”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico