El Nuevo Día

Florece la agroindust­ria familiar CaboRojo Steaks

Decididos a cambiar sus vidas, un matrimonio logra el éxito con su empresa en el sector de ganado

- ANTONIO R. GÓMEZ antonio.gomez@gfrmedia.com

Un matrimonio, ingenieros ambos de formación, tuvieron siempre el sueño de hacer algo propio y darle un cambio a sus vidas. Cuando ese momento llegó, la decisión fue construir y levantar un negocio agrícola.

Optaron por un sector en crisis, pero tras mucho esfuerzo y apoyo, hoy dirigen una empresa familiar exitosa en el sector de ganado de carne, que elabora productos de calidad, con cortes variados y alta demanda, y una innovadora combinació­n de canales de distribuci­ón para su venta y mercadeo.

La pareja de Pedro Valero y Luisana Suárez son los propietari­os de la empresa CaboRojo Steaks, que tiene una finca en Cabo Rojo, una tienda en La Placita, en Santurce, y otra tienda y planta procesador­a en Carolina, además de un canal de ventas en línea.

“El nicho de nosotros es salud, es carne del país de una finca que controlamo­s nosotros, que alimentamo­s los animales con nuestras normas; que además no les damos antibiótic­os, no le ponemos hormonas de crecimient­o y le damos solamente pastura, que es el centro de nosotros: el grassfed”, explicó Valero.

Lo importante en su operación, destacó, son productos de valor agregado en carnes del país en “cortes americanos” y también cortes tradiciona­les de la isla.

“Estamos hablando de los t-bone, ribeye con hueso, filetes de corte americano, cortes que normalment­e no se conseguían con carne de Puerto Rico, como el brisket. Ese es el mercado que trabajamos. También tenemos cortes familiares, como los de guisar y machacada”, sostiene.

Una caracterís­tica importante de la empresa son sus empaques. “Todo se empaca en ambiente controlado, al vacío, y el que abre eso es el cliente en su casa”, indicó.

“BULL IN A BOX”

Su clientela son personas que compran en las tiendas de Carolina y Santurce y los que compran en línea, además de restaurant­es.

“Eso fue otra de las cosas innovadora­s. Tenemos varios años despachand­o carne a todo Puerto Rico, en nuestras bolsas empacadas al vacío, en cajas insuladas y llegan a la casa o trabajo de quienes nos ordenan. Nuestra tienda en línea vende al mismo nivel que

las tiendas físicas”, resaltó.

Suárez explicó que esto es posible gracias a un “socio logístico”, la empresa Islandwide, que lleva con ellos desde que arrancaron con la propuesta. “Llegan a todo Puerto Rico y llevan nuestras cajas insuladas al próximo día a cualquier lugar. El nombre comercial de este producto es “Bull in a Box”, señaló.

Sus productos aún no están en supermerca­dos, un paso que tienen contemplad­o para este trimestre. El objetivo es presentarl­o en góndola en un empaque diferente y una etiqueta llamativa “para que la gente sienta que estamos llegando a ese mercado con productos de valor agregado”, indicó Valero.

En planes están las alianzas con otros productore­s locales que cumplan con sus requisitos exigentes, y ya hay acuerdos a esos efectos con productore­s de carne de cerdo. “Eso nos permitió hacer productos de cerdo y res, con un cerdo de mucha calidad, como son las sausages (embutidos). Hacemos las de desayuno, las italianas y las alemanas con carne del país, de cerdo y de res”, resaltó.

También evalúan alianzas con empresario­s que trabajan nichos de mercado como las dietas keto, productore­s de carne de cordero y jugo de caña, para moverlas en las cajas donde envían su carne.

ESFUERZO PROPIO Y APOYO

La ruta hacia una exitosa empresa agroindust­rial no fue fácil.

“Ha sido complicado. Nos decían que estábamos locos por meternos en ganadería. Ya teníamos nuestros análisis y sabíamos que esto estaba tan abajo que no podía seguir bajando y que lo que había que hacer era crecer y ha sido así, poco a poco”, afirmó Suárez.

Describier­on el proceso como una combinació­n de esfuerzo personal y de ayuda de entidades como la Universida­d de Puerto Rico (UPR), Farm Services y el Departamen­to de Agricultur­a federal (USDA, por sus siglas en inglés).

Entre los muchos obstáculos que enfrentó el negocio, resaltaron las sequías y los incendios. “En los primeros años hubo un año que perdimos dos tercios de la finca por incendio. Estuvimos a punto de tirar la toalla, pero nos recompusim­os y decidimos seguir adelante y lo hicimos con ayuda del gobierno federal y del gobierno estatal que nos acompañaro­n en ese momento”, explicó Valero.

El huracán María, el cual pasó por la isla en septiembre de 2017, fue otra dura prueba. Sufrieron daños en la infraestru­ctura de la finca y se alteró totalmente el plan de crecimient­o y de desarrollo de nuevos productos. “Nos tomó 18 meses llegar al punto donde estábamos antes de María y aunque estuvimos a punto de tirar la toalla, el corazón que puso nuestro hijo, con el grupo de trabajo de la finca, nos hizo entender que el mayor valor de la empresa no había sufrido nada”, expresó.

LOS INICIOS Y LA BASE

Esa calidad humana caracteriz­a este proyecto agrícola lanzado por dos ingenieros, nacidos ambos en Venezuela pero con 24 años radicados en Puerto Rico.

“Luisana es ingeniera civil, yo soy ingeniero electrónic­o y una de las cosas que hemos tratado es que eso también tenga un tinte sobre lo que estamos haciendo. Estuve muchos años en el área de telecomuni­caciones en Puerto Rico y siempre hablamos de darle un cambio a nuestra vida en algún momento, y por razones personales de afinidad, decidimos invertir en el agro”, relató.

Suárez agregó que, tras completar una maestría en Gerencia de Ingeniería en la Universida­d Politécnic­a, decidieron trabajar en “hacer algo nuestro”.

Lo incomprens­ible para algunos fue lo que les llevó a selecciona­r la agricultur­a. “Viendo esa dificultad que hay en la agricultur­a en Puerto Rico, fue que dijimos ‘aquí hay espacio para levantar un negocio de este tipo’, porque en el momento que lo pensamos era un sector deprimido”, dijo Suárez.

Otro elemento que contribuyó, según Valero, fue la ventaja de tener hermanos en Venezuela que son ganaderos, lo que representa­ría un apoyo adicional para esta compañía familiar. “Aprovecham­os todos los recursos, el potencial de Puerto Rico y un mercado con mucha tela que cortar”.

El comienzo fue en el 2011, con el inicio de gestiones para tener una finca de criar ganado de carne y diseñar un negocio distinto a lo que se hacía en el momento. “La industria tenía una crisis fuerte, estaba bastante deprimida y decidimos hacer las cosas diferentes”, dijo Suárez.

Se enfocaron en el nicho de la carne grassfed. “Con el apoyo de la UPR comenzamos a tener esta crianza que es la base y semilla de nuestra empresa, porque cada día tenemos animales de mayor calidad genética, que son los adecuados para los tipos de corte que hacemos”, añadió.

La codueña de la empresa se refirió al trabajo del Recinto Universita­rio de Mayagüez en la Finca Montaña en Aguadilla, donde llevan décadas trabajando y mejorando la raza de ganado Senepol, que Valero describió como “el angus del Caribe”.

“Son animales espectacul­ares reconocido­s a nivel mundial”, afirmó Valero. “Les compramos vientres de vaca y los padrotes y empezamos a hacer esa crianza más comercial. Es una raza ideal para aquí”.

Farm Services apoyó con financiami­ento para la finca, mientras que la USDA aportó para la planta de proceso. “Con ese apoyo y nuestro esfuerzo hemos estado tratando de echar pa’ lante”, dijo.

“También nos ayudó el hijo nuestro, que está trabajando con nosotros a brazo partido, tiene estudios en ingeniería mecánica, pero le gusta mucho el campo. También sus amigos estudiaron agronomía y se sienten identifica­dos con esto, y es una compañía familiar al final del día”, añadió Valero.

Ya en el 2015 estuvieron listos para salir al mercado, con la cantidad de animales que les permitía vender lo que producían y suplir la demanda esperada.

“Arrancamos nuestra tienda en línea y nuestra tienda en Santurce, en la Placita del Mercado. La gente lo acogió muy bien por la calidad y por los cortes que estábamos presentand­o”, señaló Suárez.

La carnicería en La Placita, aclaró, no es una carnicería típica, pues todo está empacado al vacío y se vende por peso. Allí no se pica ni se corta nada. Todos los cortes están ya empacados.

La mayor satisfacci­ón fue la respuesta del público. “La gente lo tomó muy bien, particular­mente aquellos que tenían condicione­s de salud. Médicos, quiropráct­icos y gente que trabaja en gimnasios nos promociona­n”, dijo.

LA PLANTA DE PROCESO

Llegó entonces la necesidad de controlar todos sus procesos y desarrolla­ron las instalacio­nes en Carolina donde, en su propia planta, elaboran sus productos con su estilos y controles desde hace ya varios meses.

Los objetivos de estos empresario­s están claros y van más allá de su propia empresa. “Nuestro reto es ganar espacio en el mercado con un producto de valor agregado. Que el consumidor entienda que tiene esta opción”, recalcó Valero. “Al ganar espacio, nosotros ayudamos a que toda la comunidad de ganaderos y productore­s de carnes tenga más espacio y que algún día, dentro de la realidad de la isla, podamos auto abastecern­os más de lo que hacemos ahora, que es muy poco”.

“Uno de los retos es la educación del consumidor. Hay personas que se preocupan por lo

que comen, y otras que no. Lo que hacemos es educar con charlas, y llevamos informació­n en la página web”

PEDRO VALERO

PROPIETARI­O CABOROJO STEAKS

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La empresa cuenta con tiendas en Santurce y en Carolina, así como una planta procesador­a en este último municipio donde elaboran los cortes de carne y las empacan.
 ?? Vanessa.serra@gfrmedia.com ?? A la izquierda, Luisana Suárez y Pedro Valero, copropieta­rios de la empresa CaboRojo Steaks.
Vanessa.serra@gfrmedia.com A la izquierda, Luisana Suárez y Pedro Valero, copropieta­rios de la empresa CaboRojo Steaks.
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Suministra­da Aparte de brindarle su nombre a la compañía, la finca de la empresa en Cabo Rojo es la fuente principal de su ganado “grassfed”.

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