El Nuevo Día

Desgracia en la frontera mientras el Congreso titubea

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Mientras funcionari­os estadounid­enses y mexicanos regateaban recienteme­nte sobre cómo abordar la crisis migrante en la frontera compartida de sus países, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos dio a conocer sus estadístic­as migratoria­s mensuales.

En mayo, 144,278 migrantes fueron tomados en custodia. Fue el tercer mes consecutiv­o en que las aprehensio­nes superaron los 100 mil y el total más alto de un mes en 13 años.

Las instalacio­nes fronteriza­s y albergues de migrantes están peligrosam­ente saturados, y el personal está sobrecarga­do. Disfunción, enfermedad e incluso la muerte son una creciente realidad.

“Estamos en una emergencia a gran escala, y no puedo decir esto más enfáticame­nte: el sistema está roto”, dijo John Sanders, comisionad­o interino de la Oficina de Aduanas.

Los funcionari­os también dijeron que la Oficina de Reasentami­ento de Refugiados de EE.UU., la agencia asignada para atender a los niños migrantes no acompañado­s, comenzaría a recortar servicios que “no son directamen­te necesarios para la protección de la vida y la seguridad”. Esto incluye clases de inglés, ayuda legal y programas recreacion­ales.

Demócratas y otros críticos del Gobierno calificaro­n a la medida de “cruel” e “ilegal”, pero la realidad financiera es que la agencia está rebasada. En lo que va de este año fiscal, se ha encargado de casi 41 mil niños no acompañado­s, un incremento del 57 por ciento respecto al año pasado. El programa entero podría quedarse sin fondos para fines de junio.

Es momento de que el Congreso de EE.UU. apruebe fondos de emergencia para lidiar con esta pesadilla.

Ha pasado más de un mes desde que la Administra­ción envió al Congreso una petición de 4,500 millones de dólares en asistencia fronteriza adicional. Una gran porción del dinero, 3,300 millones de dólares, estaba destinada a ayuda humanitari­a. Pero una fracción relativame­nte modesta de la solicitud destinada a apuntalar las operacione­s de seguridad fronteriza, casi una cuarta parte del total, tiene enredados a los negociador­es.

Al principio, los demócratas se opusieron a financiar camas de detención adicionale­s para el Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas de EE.UU. Los republican­os tuvieron problemas con las demandas demócratas de cambios en la políticas de asilo del Gobierno.

El problema más amplio es que muchos demócratas han llegado a ver a la Administra­ción Trump como poco fiable, y están reacios a entregar un centavo más para cualquier cosa que tenga que ver con la inmigració­n.

Hay mucho que despreciar sobre las políticas de inmigració­n de esta Administra­ción, que están empeorando esta crisis, pero no debería haber ambivalenc­ia respecto a la urgencia de abordar las necesidade­s humanitari­as. Mientras los legislador­es se retuercen las manos, decenas de miles de niños migrantes están sufriendo.

El Congreso necesita abordar con seriedad ese sufrimient­o.

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