El Nuevo Día

La muerte ronda en los hipódromos estadounid­enses

- Por JOE DRAPE

PARIS, Kentucky — Hace 100 años, Arthur B. Hancock trasladó su operación de crianza de caballos purasangre arriba de una losa de piedra caliza rica en minerales cubierta por grueso y exuberante pasto azul de Kentucky. La bautizó Claiborne Farm.

Es el cimiento de más de 75 campeones y el lugar donde el inmortal Secretaria­t fungió como semental.

Ahora, Walker Hancock, quien es la quinta generación de su familia en dirigir Claiborne Farm, teme que no quede nada para la sexta.

Han muerto caballos en altas cantidades en un hipódromo de primer nivel y, aunque nadie sabe exactament­e por qué, el trato a los animales —antes, durante y después de las carreras— enfrenta el escrutinio más severo en años.

En el hipódromo Santa Anita Park, en el sur de California, 27 caballos han muerto desde el 26 de diciembre. Las muertes han amenazado con poner fin al deporte en ese estado.

En promedio, casi 10 caballos a la semana murieron en pistas de carreras estadounid­enses en el 2018, de acuerdo con la Base de Datos de Lesiones Equinas del Jockey Club. Esa tasa de mortandad es de dos y media a cinco veces más alta que en el resto del mundo de las carreras de caballos.

Fuera de EE.UU., los medicament­os para caballos de carreras son estrictame­nte regulados, vigilados y castigados, de acuerdo con Jockey Club, que se cuenta entre las organizaci­ones más antiguas e influyente­s en las carreras de caballos. Tomar medidas severas contra el uso de drogas es esencial, dicen los reformador­es, porque los fármacos permiten que los caballos corran con una rapidez poco natural y disfrazan el dolor, lo que lleva a más colapsos.

Claiborne, hogar de War of Will, quien ganó la carrera Preakness Stakes el 18 de mayo, es parte de una industria nacional de 5,200 millones de dólares que emplea a 61 mil personas que trabajan en más de 340 mil hectáreas. Pero, ¿durante cuánto tiempo?

En el 2002, más de 15 mil millones de dólares se apostaron en carreras de caballos en EE.UU.; el año pasado, el total cayó a 11 mil millones. En el 2002, casi 33 mil potrillos purasangre fueron registrado­s como caballos de carrera, en comparació­n con 19,925 el año pasado.

En el 2012, Arthur B. Hancock III y su esposa Staci fundaron Water Hay Oats Alliance con la misión de eliminar los fármacos de las carreras. El grupo, que creció a más de 1,800 miembros de la industria, y el Jockey Club ayudaron a dar forma a un proyecto de ley federal introducid­o en marzo para crear un estándar nacional uniforme para las pruebas antidoping y normas para medicament­os en las carreras de caballos, que sería supervisad­o por la Agencia Antidopaje de EE.UU.

El proyecto de ley es respaldado por asociacion­es de dueños y criadores, grupos a favor del bienestar animal e hipódromos, incluyendo al Stronach Group, propietari­o de Santa Anita Park, y la Asociación de Carreras de Nueva York, anfitrione­s de las carreras Preakness Stakes y Belmont Stakes.

Churchill Downs Incorporat­ed, anfitrión del Derby de Kentucky, no apoya el proyecto de ley. En un memorándum obtenido por The New York Times, cita costos y la oposición de entrenador­es y grupos de veterinari­os.

El periódico Louisville Courier-Journal proclamó hace poco a Churchill Downs como uno de los “hipódromos más mortales” en EE.UU. y reportó que la pista había perdido 43 caballos purasangre por lesiones en las carreras desde el 2016, un promedio de 2.42 por cada mil salidas, lo cual fue 50 por ciento más alto que el promedio nacional durante el mismo periodo.

Ahora, Churchill Downs se ha unido a una coalición de hipódromos que busca prohibir los medicament­os en el día de las carreras para todas sus carreras de caballos de 2 años a partir del año próximo y ampliar esa práctica a las carreras “stakes” —el nivel más alto del deporte— en el 2021.

En California, las muertes en Santa Anita han motivado una investigac­ión de la oficina del Fiscal de Distrito del Condado de Los Ángeles, censura hacia funcionari­os electos y llamados a favor de suspender el deporte.

“Tenemos que empezar a demostrar que estamos haciendo todo lo posible por el bien de estos caballos”, dijo Walker Hancock. “Si no es así, quedaremos fuera del negocio, merecidame­nte”.

 ?? LUKE SHARRETT PARA THE NEW YORK TIMES ?? Casi 10 caballos por semana murieron en hipódromos en EE.UU. en el 2018. La pastura en Claiborne Farm.
LUKE SHARRETT PARA THE NEW YORK TIMES Casi 10 caballos por semana murieron en hipódromos en EE.UU. en el 2018. La pastura en Claiborne Farm.

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