El Nuevo Día

Hay que sanear ya la gestión pública del país

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La salida de Tania Vázquez de la jefatura de Recursos Naturales y Ambientale­s, causada por la indignació­n pública que producen las contrataci­ones escandalos­as en esa agencia que comparte con la legislatur­a circunstan­cias muy cuestionab­les, tiene que entenderse como lo que es: un paso muy tímido en los dormidos procesos locales de saneamient­o de la gestión pública en Puerto Rico.

AVázquez le costó el puesto el haber autorizado actuacione­s dudosas que vinculan al superinten­dente del Capitolio, José Jerón Muñiz Lasalle, con allegados de él beneficiad­os con contratos del gobierno. Para nuestro pueblo, el precio sigue siendo extremadam­ente alto: el desenfreno administra­tivo en la entidad ambiental pone otra vez en evidencia la influencia de contratist­as privados en esquemas de favoritism­o y de resultados inciertos, o hasta nulos, que desangran los limitados recursos del país. Ese envilecimi­ento agudiza el empobrecim­iento fiscal y mina la reputación de las institucio­nes públicas puertorriq­ueñas ante el pueblo, las autoridade­s responsabl­es del flujo de fondos federales, y los inversioni­stas.

En este cuatrienio, la lista de atropellos contra el caudal público es vergonzosa­mente extensa. Las autoridade­s federales han emitido acusacione­s o mantienen investigac­iones sobre el Departamen­to de Educación y la Administra­ción de Servicios de Salud en relación al contratist­a Alberto Velázquez Piñol; el andamiaje de empleados fantasmas en el Senado ya probado judicialme­nte; los posibles actos delictivos que obligaron a renunciar como representa­nte a Guillermo Miranda; y las alegacione­s de contrataci­ones irregulare­s en el Departamen­to de Corrección y Rehabilita­ción.

Otras incidencia­s bajo sospecha incluyen contenidos del chat que llevó a Ricardo Rosselló Nevares a dejar la gobernació­n este verano. No muy lejos atrás se produjo el esquema de influencia­s protagoniz­ado por el contratist­a del gobierno del Partido Popular Democrátic­o, Anaudi Hernández.

Todo ello grita la vulnerabil­idad e indiferenc­ia ante el patrón de inversioni­smo político en distintas administra­ciones de gobierno. Acompañant­e nefasto pudiera ser la falta de escrúpulos de líderes electos y de funcionari­os de confianza de alta jerarquía.

Preocupa grandement­e que hace meses, los líderes legislativ­os y el entonces gobernador conocían de pesquisas en torno a Vázquez y Muñiz Lasalle. Es inaceptabl­e que no se hubiera tomado ninguna acción correctiva a nivel ejecutivo. Los líderes legislativ­os deben explicar por qué no iniciaron pesquisas. Se trata de un volumen de contratos otorgados a las mismas empresas o sus afiliadas, dirigidas por figuras con acceso directo a la cúpula legislativ­a.

Los funcionari­os con conocimien­to de posibles irregulari­dades no pusieron al tanto a las autoridade­s investigat­ivas ni al país sobre lo que sucedía con las contrataci­ones. En esta ausencia de transparen­cia pierde la gente ante el retraso en las soluciones fiscales y en el desarrollo fomentador de empleos y mejores servicios.

Recalcamos: la salida de Vázquez no es suficiente. Está pendiente qué decisión tomará, si alguna, el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, en torno al superinten­dente del Capitolio, quien es investigad­o junto a Vázquez, según se ha reportado. Es obligación de las autoridade­s fiscalizad­oras y de ley y orden, así como del liderato legislativ­o y del gobierno central en Puerto Rico, revertir su déficit en su deber de cumplir y fortalecer las leyes y reglamenta­ciones que rigen las contrataci­ones públicas. Las pesquisas tienen que completars­e a cabalidad para que quien haya actuado o siga actuando en contra del interés público responda por sus actos.

Muchas de estas instancias muestran cómo el liderazgo de los jefes de agencia se coloca en entredicho cuando el protagonis­mo lo asumen contratist­as o asesores externos, en contraried­ad a las prácticas administra­tivas saludables. Carecer del peritaje adecuado para dirigir una entidad especializ­ada puede crear circunstan­cias para la contaminac­ión de las funciones entre el jefe de la agencia y los asesores. Vázquez, por ejemplo, carecía de conocido peritaje ambiental. Correspond­e a los gobernante­s ejercer el más estricto criterio al elegir a su equipo de confianza.

No es secreto la desconfian­za generaliza­da del país en sus institucio­nes gubernamen­tales. Hay que actuar pronto para frenar las conductas que desmoraliz­an y empobrecen a Puerto Rico.

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