“Joker”: burla al tratamiento
La película “Joker” critica el manejo de los trastornos mentales en un sistema que los vincula a la pobreza y criminalidad. Los protagonistas, Arthur y su madre Penny, representan las experiencias de dolor de algunos perturbados. Los espectadores debemos ir más allá de la trama y buscar las raíces y soluciones a ese mal.
La historia inicia con la huelga de los trabajadores del Departamento de Saneamiento de Ciudad Gótica y la ciudad se llena de basura. Es una metáfora del marco sociopolítico de la corrupción. Pero ¿quiénes son los corruptos? ¿los trastornados mentales? ¿los criminales? ¿los gobernantes? ¿los pobres? ¿los adinerados? ¿los desplazados a quienes se les brinca por encima en la calle?
Frente al caos, Thomas Wayne se postula para alcalde, 30 años después de que su amante, Penny, diera a luz a su hijo Arthur. El magnate la había despedido, haciéndole creer que sufre alucinaciones y que su hijo es adoptado. La película subraya el poder del multimillonario, al lograr que una mujer con “trastornos mentales” adopte a un hijo. Esta es la primera mofa ilustrada en la película.
Los trastornos mentales pueden ser genéticos o socialmente alimentados por la desnutrición, la burla, el maltrato, los dobles mensajes sociales, la carencia de afecto y, sobre todo, la exclusión laboral en la productividad capitalista. El ser humano es gregario, necesita sentirse amado y que pertenece. Arthur es el mejor ícono de todo lo anterior. El filme recoge esas experiencias de desplazamiento con asombrosa minuciosidad.
Parecería que la película justifica la violencia de Guasón. Pero “Joker” es muy certera en ese elemento, pues el maltrato a los demás, sobre todo a los excluidos, es violencia invisible y legitimada. Es pertinente aclarar que científicamente no es cierto que la pobreza, el trastorno mental, la agresividad y la criminalidad estén siempre entrelazados.
“Joker” es portavoz de la lucha por la dignidad de los trastornados mentales. Debo clarificar que cuando la película deja entrever por qué Bruce Wayne se convertirá en Batman, paladín de la justicia en Ciudad Gótica, me entristeció ver que la producción no se atrevió a insinuar que “la lucha sigue…”. El filme no plantea que ni los narcotraficantes, ni los políticos tradicionales, ni siquiera la comunidad científica, tenemos la respuesta radical para resolver el problema de salud mental con repercusiones sociales. Tal vez por eso la película cierra con un carnaval.