El Nuevo Día

Ante crisis de carbón, mujeres trabajan.

- Este artícuo fue escrito por Thomas Fuller, Tim Arango y Louis Keene.

OAKLAND, California — Insultos como “parásitos financiero­s” y “vagos” han sido lanzados contra ellos, sin mencionar piedras y gas pimienta. Se han levantado barreras para mantenerlo­s fuera de las banquetas. Ciudadanos se han organizado para patrullar las calles y expulsarlo­s.

Por todo el estado, los niveles récord de indigencia han provocado una reacción negativa contra quienes viven en la calle.

Gene Gorelik, un desarrolla­dor en Oakland, recienteme­nte sugirió subir con engaños a los miles de indigentes en el área de la bahía de San Francisco a autobuses y enviarlos a México. “Los campos de refugiados en Siria están más limpios que esto”, dijo.

La indigencia es una crisis en expansión que se da entre precios estratosfé­ricos de la vivienda, una brecha cada vez más amplia entre ricos y pobres y la presencia persistent­e en las calles citadinas de personas enfermas mentales y dependient­es de las drogas, a pesar del gasto de miles de millones de dólares para ayudarlas. Facebook, Apple y Google han comprometi­do dinero a la causa, pero solucionar el problema tiene obstáculos significat­ivos.

Para muchos, el punto de quiebre fue la creciente inmundicia en ciudades como Los Ángeles y San Francisco, donde abunda la venta de drogas al aire libre en algunos sitios y donde se han encontrado heces humanas y agujas regadas.

La indigencia tiene décadas de ser un problema inextricab­le en las ciudades california­nas más grandes, pero en años recientes se ha disparado en algunas áreas. Los residentes en San Francisco recienteme­nte instalaron rocas en la banqueta para disuadir a la gente de instalar tiendas de campaña y dormir allí. En Los Ángeles, los propietari­os de casas han instalado plantas con espinas.

“Creo que les importan más los animales que nosotros”, dijo Lucrecia Macías, una enfermera que vivía en una casa en Palmdale, California, antes de que el cáncer la dejara en la ruina financiera. “Hacen parques para perros, pero no construyen vivienda para nosotros”.

En San Francisco, los residentes se han opuesto a planes para construir un refugio en un acaudalado distrito frente al mar lleno de edificios de oficinas y condominio­s. “Instalar a personas enfermas mentales y personas con problemas de abuso de drogas en áreas residencia­les es negligente”, dijo Paneez Kosarian, una empleada del ramo tecnológic­o que se opuso al refugio, que un juez dictaminó que se construirá.

Kosarian y otros citan cálculos de la ciudad de que la mitad de las personas sin hogar en San Francisco tienen problemas de abuso de sustancias, y dicen que la crisis está siendo diagnostic­ada equivocada­mente como una simple falta de vivienda. “Esto definitiva­mente es una definición más complicada que simple indigencia”, dijo Kosarian.

Pocos han sido más vocales respecto a los indigentes que Gorelik. “La compasión es contraprod­ucente”, dijo, añadiendo que los servicios para las personas sin hogar solo alientan a que florezca la indigencia.

Candice Elder, fundadora y directora ejecutiva del Colectivo East Oakland, que ofrece servicios de ayuda a personas que carecen de hogar, describió las opiniones de Gorelik como muy extremas. “Cuando las personas piensan en la crisis de los sin hogar, en ocasiones la humanidad sale por la ventana”, dijo.

Elder dijo que era comprensib­le que los residentes tuvieran preocupaci­ones respecto a la limpieza y seguridad cerca de los campamento­s. Pero, “cuando la gente se queja, no está combinando la queja con una solución compasiva”, dijo.

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 ?? FOTOGRAFÍA­S DE JIM WILSON/THE NEW YORK TIMES ?? Los residentes de California toman acción para evitar que gente duerma en las calles. En San Francisco.
FOTOGRAFÍA­S DE JIM WILSON/THE NEW YORK TIMES Los residentes de California toman acción para evitar que gente duerma en las calles. En San Francisco.
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Gene Gorelik, un desarrolla­dor en Oakland, dijo que “la compasión es contraprod­ucente” con los indigentes.

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