Migrar es peligroso para vietnamitas
LONDRES — Los traficantes vietnamitas la llaman la ruta “CO2”: un viaje mal ventilado y deficiente en oxígeno por el canal de la Mancha en tráileres o contenedores de embarque, el último tramo de una peligrosa travesía de 9,700 kilómetros por Asia hacia Europa Occidental.
Ese viaje resultó fatal el mes pasado para 39 personas, que fueron encontradas muertas en el contenedor de un camión refrigerante en Essex, en el sureste de Inglaterra. La Policía de Essex reportó que creía que se trataba de vietnamitas.
A pesar de lo peligroso que a menudo es el último tramo del viaje migrante a Gran Bretaña, esas petrificantes horas en un tráiler son a veces solo un fragmento de meses, si no es que años, de trato cruel y violento.
Pero aun así llegan aproximadamente 18 mil vietnamitas que pagan a traficantes para el viaje a Europa cada año a precios que van de 8 mil a 40 mil libras, alrededor de 10 mil a 50 mil dólares.
En Gran Bretaña, donde el “brexit” ha desalentado el flujo de mano de obra de Europa Oriental, los migrantes ven un país sediento de trabajadores de bajo sueldo, que paga fácilmente cinco veces más lo que ellos podrían ganar en su país. En su mayoría, los traficantes vietnamitas cruzan a sus clientes a Francia y Países Bajos, donde otras bandas, a menudo kurdos y albaneses, o como en el caso reciente, irlandeses o norirlandeses, terminan el trabajo.
Muchos migrantes provienen de
Ha Tinh y Nghe An, dos provincias empobrecidas en la parte norcentral de Vietnam, dicen analistas. Anhelan un sentido de seguridad para sus familias, sin importar lo que pudiera costarles.
Pero cuando Gran Bretaña no cumple esa promesa, los migrantes pueden terminar en un limbo terrible, impedidos de buscar ayuda por el riguroso sistema de inmigración del país y viviendo sometidos a un sistema sombrío de traficantes y a los patronos que dependen de ellos.
“Siempre los aliento a que se queden en su casa”, dijo el reverendo Simon Thang Duc Nguyen, párroco de una iglesia católica en el este de Londres a la que asisten muchos feligreses migrantes.
La odisea puede empezar con un viaje a China a recoger documentos de viaje falsos. Así es como muchas de las docenas de personas que murieron en el camión iniciaron su recorrido, dijo el Reverendo Anthony Dang Huu Nam, sacerdote católico en el poblado de Yen Thanh, de donde dijo que eran docenas de las víctimas.
El viaje puede durar meses, incluso años. Nguyen Dinh Luong, de 20 años, uno de los migrantes que se cree murió el mes pasado, quería ir a Francia para encontrar empleo y mantener a sus siete hermanos, dijo su padre, Nguyen Dinh Gia. Pero en Rusia, se quedó más tiempo del permitido por su visa de turista y no pudo salir de su casa durante seis meses. Luego se mudó a Ucrania y Francia, donde encontró empleo como mesero, antes de decidir ir a Gran Bretaña para trabajar en un salón de manicura.
A menudo, los viajes son interrumpidos cuando los migrantes son detenidos o se les acaba el dinero. Algunos migrantes se ven forzados a trabajar en el trayecto, en fábricas de ropa en Rusia o en restaurantes de Europa, dicen investigadores.
Y una vez que llegan a Gran Bretaña, a menudo les espera una desagradable sorpresa. Sulaiha Ali, una abogada de derechos humanos, dijo que a los migrantes a veces les prometían empleo legítimo en un restaurante o en una obra en construcción, solo para ser forzados a trabajar como “jardineros” para operaciones de cultivo ilegal de cannabis. En las salas de manicura donde muchos vietnamitas encuentran empleo, los jefes pueden controlar todos los aspectos de la vida de los trabajadores.
Cuando la Policía hace redadas en lugares que albergan a migrantes, a menudo ignoran las señales de trabajo forzado o tráfico de humanos y, en cambio, envían a los migrantes a proceso de deportación, dicen defensores de los migrantes.
El padre Simon, que salió de Vietnam en 1984, dijo que había estado recibiendo llamadas de familias en Vietnam, para saber si él podía decirles si sus hijos estaban en el tráiler.
“La madre, el padre, todos me llamaban llorando”, comentó. “No podía soportar oír sus palabras. Pides prestado mucho dinero para este viaje, y ahora tenías la esperanza de que tu hija o tu hijo tuvieran éxito, y que tú pudieras tener dinero para pagar la deuda. Ahora, es imposible, no hay nada.
“Está bien no tener nada, siempre y cuando estén detenidos o encarcelados. Está bien, sobrevivieron. Pero ahora han perdido dos cosas. Perdieron la esperanza y la vida de ellos”, añadió.