Definida la unidad estadista
Camino a la cita electoral de noviembre del 2020, el Partido Nuevo Progresista (PNP) picó adelante en la composición del encabezado de su papeleta de votación. El anuncio formal del excomisionado residente, Pedro Pierluisi, respaldado con entusiasmo por eso que llamamos “la base del partido” –esto es, sus hombres y mujeres de pueblos, barrios y precintos– para figurar como el abanderado principal de la formación política más grande de Puerto Rico; el anterior anuncio de la comisionada residente, Jenniffer González, sobre su decisión de continuar el próximo cuatrienio con el reconocido trabajo que viene realizando desde la comisaría en Washington (y su endoso a Pierluisi para la candidatura gubernamental), y el retiro por decisión propia del doctor Iván González de una eventual candidatura suya a La Fortaleza, dieron paso a la conformación de la papeleta Pedro/Jenniffer. Así definida, quedó sellada simultáneamente por el PNP la reafirmación de su contrato programático de gobierno y el logro final del proyecto de igualdad política para los más de 3.2 millones de ciudadanos estadounidenses residentes en el territorio de Puerto Rico.
Ahora corresponde al pueblo estadista insertarse en la militancia que es de rigor evidenciar para ampliar el mensaje dual del PNP: 1) su oferta programática de alcance social, económico y de gobernanza transparente –que hilvanó a grosso modo el licenciado Pierluisi y seguramente será considerada y ampliada en los organismos competentes de la colectividad–, y 2) el reclamo a la voluntad mayoritaria de los puertorriqueños a unirse en la impostergable decisión de acabar con el flagelo del colonialismo, sin lo cual jamás será viable atender con probabilidades de éxito los demás problemas que, ha quedado comprobado, emanan directamente de las limitaciones políticas del prevaleciente régimen colonial.
Conscientes de que, como nunca antes, la elección general de noviembre del 2020 trata de futuro versus inmovilismo político y obsolescencia programática de gobierno propios del Partido Popular de oposición, la fuerza mayoritaria del PNP tiene que dejarse contar en el ejercicio de noviembre del 2020 de manera tal que triunfe el futuro – el futuro que está en juego. Desde esa perspectiva, debe desvanecerse en el horizonte de la formación política todo asomo de enojo personal por la pérdida de una candidatura o aspiración, o coraje por una decisión que era menester adoptar ante la traición a los principios fundacionales del PNP, para avalar sin reservas con el voto el proyecto de futuro que merece Puerto Rico. La política, se ha dicho, no puede ser nunca manejo de pequeñeces.