Crece el béisbol en las Bahamas
El siore de Caguas es parte de la camada de jugadores del país caribeño que va en ascenso en las Menores
Cuando Jazz Chisholm comenzó a desarrollarse en el béisbol a principios de esta década, apenas había un puñado de prospectos oriundos de las Bahamas.
Durante su adolescencia, el campocorto de los Criollos de Caguas solo tenía a un pelotero natal de su país activo en las Grandes Ligas para seguir y emular. Era Antoan Richardson, quien en el 2014 jugó con los Yankees de Nueva York. Richardon se retiró en el 2016 con solo 22 apariciones en partidos de las Mayores.
“Si nos comparamos con los demás países caribeños, aparte de Jamaica que no se juega, somos los menos con béisbol”, expresó el joven de 21 años, que durante la semana pasada hizo el roster de 40 jugadores de los Marlins de Miami. “Siento que ahora es que estamos subiendo, mejorando, para estar al nivel de Curazao. No tenemos muchos jugadores, pero ahora es que están subiendo”, agregó el jugador en entrevista con El Nuevo Día.
En los últimos años, las Bahamas, un archipiélago de islas con aproximadamente 390,000 mil habitantes, comenzó a colarse en el mapa de los escuchas de Grandes Ligas, tras la fundación en 2013 de la Maximum Development Baseball Academy, escuela que el padrastro de Chisholm, Geron Sands, ayudó a fundar en la capital de Nassau. Sands ahora corre una segunda academia, la International Elite Baseball Academy, abierta en 2018.
Ante la falta de estos recintos cuando era adolescente, Chisholm decidió mudarse a Estados Unidos, a los 12 años, para estudiar y jugar béisbol. Asegura que no se hubiera ido de su país si las escuelas especializadas hubieran existido anteriormente. “No tenía que mudarme, decidí
mudarme porque era una mejor oportunidad en aquel tiempo. Si hubiera tenido lo que tienen en las Bahamas ahora, me hubiera quedado. Ahora es mucho mejor a lo que era antes. Si estuviera subiendo en estos momentos, con 12 años, no hubiera viajado a Estados Unidos”, contó.
Después de hospedarse con una familia estadounidense y graduarse de la Life Prep Academy en Wichita, Kansas, a los 16 años, Sands le sugirió a su hijastro entrenarse en la academia que dirige a lo que cumplía los 18 años y aspirar al sorteo de novatos de las Mayores. Fue en el 2015, con 17 años, que un escucha de los Diamondbacks de Arizona lo vio en Nassau y la franquicia lo firmó por $200,000. Tres días antes del pacto, su paisano Lucius Fox —también campocorto— estampó su firma con los Giants de San Francisco por $6 millones como agente libre internacional. “Siento que lo ayudé (a mi padrastro) con el proyecto después de las temporadas que tuve en las Menores. Ahora, los escuchas quieren saber qué está pasando en las Bahamas. Ahora van muchos. Cuando comencé solo habían cinco prospectos. Ahora,
tenemos como 20 a 25 (en las Menores) pero sin nadie en las Mayores. Yo quiero ser el próximo”, indicó.
BUENOS NÚMEROS
En el 2018, Chisholm lideró a todos los campocortos en las Menores en jonrones con 25. Su poder y velocidad llamaron la atención de los Marlins, quienes lo adquirieron este año a cambio del prospecto lanzador derecho, Zac Gallen.
En esta temporada en la filial Doble A, Chisholm pegó 21 cuadrangulares en 112 encuentros combinados entre Arizona y Miami. Además, robó 16 bases en 20 intentos y consiguió 52 boletos gratis. Su deficiencia fueron los ponches al registrar 147, la segunda cantidad más alta en la liga.
Mejorar su paciencia en el plato es la razón por la que Chisholm jugará hasta el 16 de diciembre con los Criollos. “Siento que aquí me puede ayudar a convertirme en un jugador completo, y a tener paciencia en el plato. De la manera que lanzan aquí, es diferente comparado con Estados Unidos. Necesitas aprender a batear para todos lados. La experiencia será grandiosa para crecer como bateador y como líder”.
En cinco partidos con Caguas, Chisholm promedia .278 con cinco hits, cuatro impulsadas, y seis ponches.
DEVASTADO CON EL HURACÁN
Este mes, Chisholm visitó su país natal tras la devastación causada por el huracán Dorian en las islas Gran Bahama y Abaco. El ciclón de categoría cinco con vientos de 185 millas por hora provocó la muerte de al menos 61 personas, 400 personas desaparecidas y miles de hogares destruidos.
La mayoría de los familiares de Chisholm residen en el estado de Florida, y los que viven en las Bahamas no se vieron afectados, al igual que las academias de béisbol que están en Nassau. Aún así dijo que “me sentí devastado. Con todo lo ocurrido con los huracanes pasados, con todo lo que hizo este, dolió”.