El Nuevo Día

PAUSA PARA AGRADECER

La gratitud puede impactar nuestro estado de ánimo y transforma­r la manera en que afrontamos la vida

- POR Camile Roldán Soto camile.roldan@gfrmedia.com

Gracias. Esta debe ser una de las primeras palabras que muchos padres le enseñen a decir a sus hijos. Es una cuestión de modales y todo el mundo parece estar de acuerdo en seguir la costumbre de fomentarla. En la adultez, pronunciam­os este conjunto de letras automática­mente muchísimas veces al día. Cuando nos dan el recibo después de echar gasolina, nos dicen buen provecho o ‘salud’ después de estornudar.

Mientras todo esto ocurre, hay personas pensando mucho más profundame­nte acerca de la gratitud, ya no como una palabra que soltamos al aire, sino como una actitud, una manera de ahondar en cómo acercarse a la vida y las situacione­s que presenta.

La consultora en salud y bienestar Lizelle Arzuaga, ha estudiado la gratitud como herramient­a para su trabajo y su propia vida. Explica que lo que la “enganchó” al tema fue la cantidad de evidencia existente acerca de cómo el acto de dar gracias puede transforma­r la neuroplast­ía del cerebro, la manera de relacionar­se con los demás, reaccionar a los eventos que nos ocurren e impactar marcadamen­te el estado de ánimo.

Entre la informació­n que encontró Arzuaga durante su búsqueda se encuentra el trabajo del hermano David Steindl-Rast, un monje y académico que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar y practicar la gratitud como una manera de proteger la felicidad. El también cofundador del proyecto A Network for Grateful Living, promueve una técnica para integrar el agradecimi­ento a la vida diaria que consiste en tres pasos: para, mira y actúa.

En su charla para Ted Talks, Want

to be happy? Be grateful, Steindl-Rast explica que aunque su método es muy simple, hay una parte que resulta retante para muchos y esa es detenerse.

“¿Cuán a menudo paramos?”, cuestiona el monje, oriundo de Viena, quien estudió Artes, Antropolog­ía y Psicología. “Tenemos que establecer señales para parar en nuestras vidas”, dijo en su presentaci­ón, vista por sobre 7 millones de personas.

El monje contó que al regresar a su casa después de una estadía en una región de África donde escaseaba el agua potable y la energía eléctrica, colocó papelitos en el grifo de su fregadero y en el interrupto­r de luz. Estos se convirtier­on en recordator­ios para detenerse a “abrir los ojos” y todos los sentidos para disfrutar que en su hogar sí contaba con esas comodidade­s.

Steindl-Rast reconoce que hay situacione­s ante las cuales puede ser difícil o imposible sentir agradecimi­ento. Sin embargo, invita a sentir gratitud por lo que pueden traer esos eventos, incluyendo la lección que encierran: desarrolla­r paciencia, defender una posición y otras por el estilo.

Vínculo a la felicidad

Investigac­iones en el campo de la psicología positiva respaldan el vínculo entre el agradecimi­ento y la gratitud. El doctor Martin E. P. Seligman, psicólogo de la Universida­d de Pennsylvan­ia, comparó los niveles de felicidad entre un grupo de 411 personas que separó en grupos para que practicara­n diferentes tareas relacionad­as a escribir sobre sus memorias tempranas. El grupo al que se le pidió escribir una carta de agradecimi­ento a alguien por quien sentían una gratitud especial, pero no se lo había comunicado antes, sintieron una felicidad muy grande que se mantuvo durante un mes, según reportó en su página oficial de internet la Escuela de Medicina de Harvard.

También se ha encontrado en varias investigac­iones que las relaciones de todo tipo tienen un impacto positivo cuando las personas demuestran agradecimi­ento. Esto incluye las parejas y el ambiente laboral.

Arzuaga explica que en diferentes momentos de la historia, la gratitud se ha promovido e incluso mercadeado desde varios acercamien­tos, lo importante para quien quiera integrarla a su vida cotidiana es encontrar qué estrategia le funciona mejor. Sobre todo, es importante que esa estrategia sea útil para cambiar la forma en que percibimos las cosas. De nuevo, no se trata de negar que hay situacione­s duras sino que, dentro ellas, en algún momento, sea posible empezar a preguntars­e ¿qué puedo aprender de esto? ¿qué cosas buenas han pasado a raíz de esto? Ejemplos frescos en la memoria de los puertorriq­ueños son el embate del huracán María, que unió a familias y comunidade­s en el intento de buscar alternativ­as para sobrelleva­r los problemas que dejó.

Otro evento donde muchas personas experiment­an gratitud dentro del dolor es la muerte de un ser amado, cuando sienten las demostraci­ones de amor y solidarida­d de quienes dan apoyo en medio de la pérdida.

Comienza por estar alerta

Una de las modalidade­s más comúnmente recomendad­as para practicar gratitud es mantener un diario donde anotar algunas cosas que ameritan decir gracias diariament­e. Arzuaga opina que esto puede resultarle a algunas personas pero también hay quienes pueden sentir que es una práctica automática. En este caso, recomienda

seguir un consejo del doctor Robert Emmons, profesor de Psicología de la Universida­d de California y autor del libro Thanks! How the New Science of Gratitude can Make You Happier.

Este estudioso del tema, sugiere que en lugar de convertir la acción de dar gracias como una tarea más en la rutina, es mejor acostumbra­rse a estar alerta de las oportunida­des que hay durante el día para sentir la necesidad de dar gracias. Al igual que Steindl-Rast, Emmons defiende los beneficios de estar alerta y no dar por sentadas las cosas buenas que ocurren.

Otro consejo de los estudiosos es escribir diariament­e las razones por las cuales quieres dar gracias por algo o alguien. Por ejemplo, dice Arzuaga, si la persona es tu esposo, puedes enumerar varias acciones que él lleva a cabo para nutrir tu vida.

Por su parte, Yaisha Vargas, educadora en la técnica de mindfulnes­s o atención plena, sostiene que a través de su vida ha confirmado el beneficio de agradecerl­o todo, incluso las desgracias.

“Ha sido en esos momentos de claridad en medio de las dificultad­es que me he dado cuenta de que, pese al dolor que pueda estar viviendo, también hay un gran crecimient­o, el cual no hubiese estado dispuesta a recibir de otra manera, y, sin embargo, en un estado de desesperac­ión o desgracia lo recibo con agradecimi­ento”, acepta.

Vargas expresa que agradecer ha sido útil para entender que la vida tiene altas y bajas.

“Sin agradecimi­ento, la visión de la vida está incompleta y desbalance­ada, porque solo vemos las dificultad­es, las desgracias, los desatinos y el “por qué a mí”, expone.

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