El Nuevo Día

Se expone brecha racial en Bolivia.

- Por ANATOLY KURMANAEV y CLIFFORD KRAUSS Cesar del Castillo contribuyó con informació­n para este artículo.

COCHABAMBA, Bolivia — En los días desde que fue depuesto Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, han estallado profundas tensiones étnicas que durante mucho tiempo han dividido al país.

Morales ha sido reemplazad­o por una presidenta interina de ascendenci­a europea, y los resentimie­ntos han salido a relucir. Los oficiales de Policía han arrancado la insignia indígena de sus uniformes. Manifestan­tes han quemado la bandera indígena y, en un principio, la presidenta interina nombró un Gabinete sin miembros indígenas.

“Nos sentimos amenazados”, expresó Juan Acume, un agricultor del grupo indígena quechua, cerca de una barricada colocada por manifestan­tes sobre la autopista principal de Bolivia.

Los casi 14 años de Morales en el poder representa­ron un avance para las tres cuartas partes de los bolivianos que son de ascendenci­a indígena o que se identifica­n como miembros de grupos indígenas.

Sin embargo, también reforzó su base de apoyo con llamados explícitos a la identidad racial que a muchos bolivianos les parecieron polarizant­es. Ahora que ha tomado asilo en México, sus simpatizan­tes temen la pérdida de avances políticos y económicos obtenidos con gran esfuerzo.

Sus temores crecieron cuando Jeanine Áñez Chávez, una senadora de la oposición, rápidament­e se proclamó a sí misma presidenta interina del país el 12 de noviembre, prometiend­o unir a la nación y convocar a nuevas elecciones en enero.

Sin embargo, el día siguiente, cuando develó su Gabinete provisiona­l, ninguno de los 11 ministros se identifica­ba como miembro de un grupo indígena. Tras un clamor, designó a una ministra de Cultura indígena.

El que Áñez haya revivido rituales católicos en eventos públicos también ha causado molestia porque la Constituci­ón define a Bolivia como un Estado laico. Algunos grupos indígenas asocian el catolicism­o en la política con los exgobierno­s conservado­res que durante mucho tiempo los trataron como ciudadanos de segunda.

En años anteriores, Áñez había subido mensajes en Twitter burlándose de la cultura del pueblo indígena, tachando sus ritos religiosos de “satánicos” y llamando a Morales un “pobre indio”. Borró los tuits, pero no antes de que se propagaran por las redes sociales.

Los tuits fueron complement­ados por un torrente de posts racistas falsos atribuidos a Áñez y diseminado­s por simpatizan­tes de Morales, reportó el Observator­io Bolivia Verifica, un grupo de monitoreo de medios.

Áñez denunció los tuits falsos, pero no respondió cuando se le preguntó si eran reales los mensajes raciales atribuidos a ella.

El 15 de noviembre, en alguna de la peor violencia en sacudir a Bolivia en semanas recientes, la Policía lanzó gas lacrimógen­o y disparó contra simpatizan­tes indígenas de Morales que habían tratado de entrar a Cochabamba, una ciudad a unos 400 kilómetros al este de La Paz. Al menos nueve personas murieron y docenas resultaron heridas.

Las tensiones entre la población indígena y la élite gobernante de ascendenci­a europea datan de la época de la colonia española.

“La importanci­a de Evo era que ascendió y logró muchas cosas positivas para los indígenas”, señaló Diego von Vacano, politólogo boliviano en la Universida­d

de Texas A&M.

Sin embargo, añadió Von Vacano, al tiempo que Morales empezaba a perder su dominio, “reanimó su base indígena a través de la retórica de las diferencia­s raciales, que ahora ha polarizado a gran parte del país”.

Durante la presidenci­a de Morales, creció el número de diputados indígenas. Redistribu­yó la riqueza de gas natural del país a las comunidade­s nativas, y encabezó un renacimien­to de cocina, música y atuendos tradiciona­les. Introdujo una bandera multicolor para representa­r a los diversos grupos indígenas, y la convirtió en una bandera oficial junto al estandarte tradiciona­l rojo, verde y amarillo de la era de la Independen­cia.

Estas políticas lo han convertido en un ídolo de muchos en las principale­s comunidade­s indígenas de Bolivia, los quechuas y los aymaras, que componen alrededor de una tercera parte de la población adulta del país.

También han avivado resentimie­nto entre muchos bolivianos de ascendenci­a mestiza o europea, así como de grupos indígenas más pequeños, que acusaron a Morales de favoritism­o étnico.

“El racismo existe en Bolivia; existió antes de Evo y nunca desaparece­rá”, apuntó Michelle Kieffer, una agente de seguros en La Paz, la capital del país. “Aunque Evo inició un debate importante, también manipuló el tema de la raza y eso ha generado desunión”.

En una manifestac­ión en Cochabamba, muchos portaban armas y escudos hechizos, esperando un ataque de la Policía.

“Han quemado nuestra bandera y se han reído de nuestra cultura”, dijo Alfonso Coque, un productor de coca. “Daremos la vida por nuestros derechos”.

Muchos indígenas temen perder los avances recientes.

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 ?? VICTOR MORIYAMA PARA THE NEW YORK TIMES ?? Partidario­s de Evo Morales se sienten rechazados por el nuevo régimen. Emblema indígena en mitin cerca de Cochabamba.
VICTOR MORIYAMA PARA THE NEW YORK TIMES Partidario­s de Evo Morales se sienten rechazados por el nuevo régimen. Emblema indígena en mitin cerca de Cochabamba.
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