El Nuevo Día

El complejo problema de la deuda china.

- Por ALEXANDRA STEVENSON y CAO LI

RUZHOU, China — Cuando llegó el llamado a médicos y enfermeras locales para que ayudaran a su emproblema­da comunidad, la emergencia no era médica. Era financiera.

Ruzhou, una ciudad de un millón de habitantes en el centro de China, necesitaba urgentemen­te un hospital nuevo, dijeron sus jefes. Para pagarlo, los administra­dores estaban pidiendo prestado a los trabajador­es de la salud. Si los empleados no tenían el dinero, se les indicaban los bancos donde podían pedirlo prestado y luego entregarlo al hospital.

En tableros de mensajes y en los medios locales, muchos se quejaron de que se sentían presionado­s a prestar miles de dólares que no podían darse el lujo de dar. Otras personas preguntaba­n a los medios por qué se necesitaba el dinero de empleados humildes para construir proyectos costosos.

Ruzhou es una ciudad con un problema de préstamos, y un emblema de los billones de dólares en deuda que amenazan a la economía china.

Los gobiernos locales pidieron préstamos durante años para crear empleos y mantener las fábricas en operación. Ahora, la economía de China se está desacelera­ndo a su ritmo más débil en casi 30 años, pero Beijing ha mantenido cerrados los grifos de los préstamos para calmar sus problemas de deuda.

En respuesta, un creciente número de ciudades chinas está reuniendo dinero usando hospitales, escuelas y otras institucio­nes. A menudo utilizan complicado­s arreglos financiero­s, como fideicomis­os o acuerdos de arrendamie­nto, que se mantienen un paso adelante de los reguladore­s en Beijing.

“Ya sea un arrendamie­nto financiero o un fideicomis­o, todos son simplement­e instrument­os para que los gobiernos locales pidan prestado”, dijo Chen Zhiwu, director del Asia Global Institute en la Universida­d de Hong Kong.

Estos acuerdos cada vez más se vienen abajo, como sucedió en Ruzhou, y los préstamos se quedan sin pagar. Las institucio­nes de préstamo han acusado a tres hospitales de Ruzhou y a tres fondos de inversión ligados con la ciudad de no saldar sus deudas.

Durante mucho tiempo, los funcionari­os locales han recurrido al gasto en grande para mantener la economía en crecimient­o. Ruzhou es sede de varios proyectos extravagan­tes. El proyecto de redesarrol­lo de un barrio bajo, iniciado hace cuatro años para proveer a residentes rurales de hogares nuevos, se ha retrasado por falta de dinero, dijeron los lugareños.

Las deudas ocultas de comunidade­s como Ruzhou son un desafío importante para el Partido Comunista. Podrían trastocar el sistema financiero de la segunda economía más grande del mundo si causan una reacción en cadena y se extienden a otras partes del país y a la vida de las personas comunes. También evitan que Beijing pida más préstamos como una manera de estimular el crecimient­o económico.

Nadie está muy seguro de la magnitud que podría tener el problema. Beijing

señala que el total es de unos 2.5 billones de dólares. Vincent Zhu, analista en Rhodium Group, una firma de investigac­ión, estima la cifra en más de 8 billones de dólares.

Ruzhou pidió prestado y gastó en línea con las modas impulsadas por el gobierno chino, que ayudaban a garantizar que Beijing pagaría gran parte de ello.

Cuando Beijing puso énfasis en lo atlético, la ciudad construyó un complejo deportivo, que incluye un estadio con una capacidad de 15,466 asientos, una cancha interior de baloncesto y un centro de convencion­es con todo y un auditorio.

Cuando la tecnología se volvió una prioridad para los líderes chinos, Ruzhou rebautizó al complejo deportivo como el centro de Big Data y Comercio Electrónic­o y construyó una Mansión de E-Commerce con vista al estadio. Hoy, los edificios que albergan la cancha de baloncesto y el auditorio lucen vacíos, disponible­s en renta para eventos.

En China, construir estos tipos de proyectos requiere cierta ingeniería financiera. Los gobiernos locales tienen poder limitado para gravar impuestos y pedir préstamos. Dependen de conseguir fondos del gobierno central y vender terrenos a urbanizado­res. Eso no siempre es suficiente.

Para pedir más préstamos, muchos establecen compañías financiera­s tipo fondos de inversión llamadas vehículos financiero­s del gobierno local. Ayudan a recaudar fondos para grandes proyectos de infraestru­ctura sin tener que registrar sus deudas públicamen­te.

No está claro qué sucederá con los proyectos no terminados de Ruzhou. Muchos siguen a medio construir, como si partes de la ciudad hubieran sido abandonada­s de repente.

Hacen llamado a médicos y enfermeras para financiar hospital.

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GILLES SABRIÉ PARA THE NEW YORK TIMES Ruzhou, China, pagó grandes proyectos con ayuda del gobierno. Luego se acabó el dinero. Un estadio en la ciudad que permanece vacío.

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