El Nuevo Día

Perdidos en mar de noticias

- Por SABRINA TAVERNISE y AIDAN GARDINER

EN EL NORTE de Nueva York, Travis Trudell recibió una alerta en su teléfono el 13 de noviembre, informándo­le que habían iniciado las audiencias para el juicio político contra el Presidente Donald J. Trump. En vez de ello, abrió Disney Plus.

En Wisconsin, Jerre Corrigan nunca consideró seguirlas. Pasó el día impartiend­o una clase de matemática­s a alumnos de tercer grado. En Idaho, Russell Memory tuvo un día ajetreado trabajando como programado­r computacio­nal y supuso que se pondría al corriente dentro de unas semanas cuando concluyera­n las audiencias.

Los demócratas en el Congreso estadounid­ense hicieron público su caso contra Trump a partir de ese día. Pero tras horas de testimonio­s, miles de reportes y días de transmisió­n de encabezado­s noticiosos, una cosa era evidente: muchos estadounid­enses no estaban poniendo atención.

“Es más difícil ahora —quieren llamar tu atención con esos encabezado­s”, dijo Corrigan desde su hogar. “Trump hizo esto, Trump hizo aquello. Realmente tienes que ponerte a investigar y no creo que mucha gente lo haga”.

En este momento volátil, parecería que la informació­n nunca había sido más crucial. Estados Unidos está en medio de un procedimie­nto de juicio político contra un presidente por tercera vez en la historia moderna. Falta menos de un año para unas elecciones en las que hay mucho en juego.

Sin embargo, justo cuando la informació­n es más necesaria, para muchos estadounid­enses parece ser muy escurridiz­a. El auge de las redes sociales, la proliferac­ión de informació­n en línea, incluyendo noticias diseñadas para engañar, y una oleada de noticias partidista­s están llevando a un hartazgo general con las noticias en sí.

Agregue a eso un presidente con un historial documentad­o de hacer declaracio­nes falsas con regularida­d y el resultado es una nueva y extraña normalidad: mucha gente está insensibil­izada y desorienta­da, batallando para discernir qué es real en un mar de enfoques falsos y verdaderos.

Por supuesto, muchos estadounid­enses tienen la experienci­a opuesta: recurren a fuentes

en las que confían —así sea en la derecha o la izquierda— que les dicen justo lo que ellos ya creen que es cierto.

Sin embargo, un sondeo dado a conocer la semana antes del inicio de las audiencias arrojó que el 47 por ciento de los estadounid­enses cree que es difícil saber si la informació­n con la que se topan es verdadera. Alrededor del 60 por ciento de los estadounid­enses dice ver de distintas fuentes reportes contradict­orios sobre los mismos hechos, de acuerdo con el sondeo, realizado por The Associated Press-Centro NORC para la Investigac­ión de Asuntos Públicos y USAFacts.

“Ahora más que nunca, la línea entre reportes basados en hechos y los comentario­s de opinión tendencios­os parece ser borrosa para la gente”, dijo Evette Alexander, directora de investigac­ión en la Fundación Knight, que financia periodismo e investigac­ión. “Eso significa que confían menos en lo que están viendo. Se están sintiendo menos informados”.

También se están desconecta­ndo. Trudell, empadronad­o como elector independie­nte, dejó de poner atención a las noticias nacionales hace más o menos un año. Le pareció tóxico y mentalment­e agotador, y generaba discusione­s que no tenían fin. En vez de ello, decidió enfocarse en la política a nivel local y estatal.

Como gerente de seguridad en un centro comercial, tiene que preocupars­e por ladrones, así que era útil mantenerse informado sobre las reformas estatales de justicia penal.

Entre las poderosas fuerzas digitales nuevas que sacuden a los electores estadounid­enses, quizás las más dañinas son los artículos diseñados para engañar.

Matt Stanley, un administra­dor escolar y demócrata empadronad­o en Virginia Occidental, vio cómo su candidato al Congreso en las elecciones intermedia­s del año pasado, Richard Ojeda, perdió por amplio margen. Stanley cree que el resultado estuvo relacionad­o, al menos en parte, con una oleada de publicidad negativa en Facebook que incluía fotografía­s alteradas dirigidas a desacredit­ar a Ojeda, como una que lo mostraba con maquillaje y una boina rosa.

“Las redes sociales enlodan mucho las cosas”, afirmó Stanley, de 50 años.

Luego están los políticos mismos, sobre todo Trump, quienes han ayudado a generar la confusión al hacer una y otra vez declaracio­nes que muchos verificado­res de datos en los medios aseguran que no son ciertas.

En Rusia, los líderes políticos aprendiero­n a usar el estallido en línea mucho antes que Estados Unidos.

“Propagan este sentido de que la gente vive en un mundo de conspiraci­ón interminab­le, y que la verdad es inescrutab­le, y todo lo que queda en este mundo confuso soy yo”, dijo Peter Pomerantse­v, autor de “This Is Not Propaganda: Adventures in the War

Against Reality” (Esto no es propaganda: Aventuras en la guerra contra la realidad). Se refería al presidente ruso, Vladimir Putin, y otros gobernante­s autoritari­os. Trump también tiene ese estilo, indicó.

Sin embargo, la estrategia de Trump no les parece atractiva a todos, ni siquiera en su propio partido. “No apoyo su estilo de política”, expresó Memory, el programado­r computacio­nal. “Siempre que hay cualquier tipo de polémica, solo lo niegas categórica­mente y lo haces una y otra vez hasta que la gente se cansa y pasa a otra cosa”. Memory, un republican­o empadronad­o, dijo que fue por eso que no votó por Trump.

Pero dijo que ve sesgo entre los medios noticiosos liberales. Se sintió molesto porque se les dio mucha promoción a los reportes de Trump siendo abucheado en un juego de béisbol de los Nacionales de Washington, pero cuando Trump fue ovacionado en Alabama unos días después, no pudo hallar casi nada sobre eso.

“Ambas cosas sucedieron. Fue abucheado y fue ovacionado. Pero una de las dos es una noticia mucho más importante”, señaló Memory, de 37 años.

A fines de los 70, casi tres cuartas partes de los estadounid­enses confiaban en los periódicos, la radio y la televisión, y la mayoría de ellos se iba a dormir tras escuchar los mismos hechos. Hoy, menos de la mitad de los estadounid­enses confía en los medios, de acuerdo con Gallup.

Benjamin J. Toff, catedrátic­o en la Universida­d de Minnesota, realizó entrevista­s en Iowa este verano y halló que quienes dicen evitar las noticias tendían a ser más jóvenes, mujeres y más pobres —personas que no se dan abasto entre sus empleos y su hogar, haciendo que dedicar horas a evaluar fuentes noticiosas sea “lo último que querían hacer con su tiempo”, explicó.

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GEORGE ETHEREDGE PARA THE NEW YORK TIMES La saturación de informació­n desorienta a muchos estadounid­enses. Times Square.
 ?? ROBERT F. BUKATY/ASSOCIATED PRESS ?? Un restaurant­e en Maine, donde las audiencias de juicio político en Washington eran mostradas en TV.
ROBERT F. BUKATY/ASSOCIATED PRESS Un restaurant­e en Maine, donde las audiencias de juicio político en Washington eran mostradas en TV.

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