Bajo Bolsonaro, arde Amazonia ‘sin ley’
RÍO DE JANEIRO — Cuando se dispersó el humo, la Amazonia pudo volver a respirar.
Durante meses, nubes negras habían pendido sobre el bosque tropical mientras las cuadrillas de trabajadores lo quemaban y talaban. Ahora había llegado la temporada de lluvias, ofreciendo un respiro a la selva y una imagen más clara del daño al mundo.
La imagen estuvo muy lejos de ser alentadora: la Agencia Espacial Brasileña reportó que en un año habían sido desmontadas más de 6 mil millas cuadradas de la Amazonia —una extensión de selva casi del tamaño del Líbano.
Fue la pérdida más grande de bosque tropical en Brasil en una década y evidencia de lo mal que le ha ido a la Amazonia, una defensa importante contra el calentamiento global, durante el primer año de mandato del presidente Jair Bolsonaro.
El presidente ha prometido abrir el bosque tropical a la explotación industrial y disminuir su protección, y su gobierno ha cumplido al recortar fondos y personal para socavar la aplicación de las leyes ambientales. En ausencia de agentes federales, llegaron madereros, ganaderos y mineros.
La deforestación aumentó casi un 30 por ciento en comparación con el año anterior.
“Eso confirma que en la Amazonia no hay ley”, dijo Carlos Nobre, climatólogo de la Universidad de São Paulo, respecto a los datos. “Los delincuentes medioambientales se sienten cada vez más empoderados”.
Bolsonaro ha reafirmado su desdén por las labores de conservación. En una ocasión dijo que la política ambiental de Brasil estaba “asfixiando al país”; juró en campaña que ni “un centímetro cuadrado” de tierra se les asignaría a los indígenas y, en noviembre, hizo caso omiso de los datos oficiales sobre la deforestación.
“La deforestación y los incendios siempre han sido un problema, pero esta es la primera vez que han ocurrido gracias al discurso y a las actividades del gobierno federal”, dijo Marina Silva, quien como ministra del Medioambiente a mediados de la primera década de este siglo, implementó medidas enérgicas contra las actividades ilegales en la Amazonia que contribuyeron a que la deforestación se redujera un 83 por ciento del 2004 al 2012.
Alrededor del 2014, Brasil empezó a caer en una recesión y la deforestación comenzó a aumentar conforme los ganaderos y los leñadores buscaban nuevas tierras que explotar.
Para cuando llegó la época más extrema de la temporada seca en julio y agosto, algunos expertos temían que los madereros y ganaderos ilegales que usan fuego para preparar la tierra para cultivos y pastura estuvieran quemando la Amazonia impunemente. De acuerdo con cifras del gobierno, se detectaron más de 80 mil incendios desde el inicio del año.
Los incendios atrajeron la atención internacional y se convirtieron en una crisis diplomática importante para
Bolsonaro, enfrentándolo a una reacción negativa de políticos, celebridades y la opinión pública a nivel global.
Tras mantener una postura desafiante al principio, Bolsonaro movilizó al Ejército para combatir el fuego y emitió un decreto que prohibía las quemas en la Amazonia durante 60 días.
Las acciones en la Amazonia también han sido provocadas por la demanda del extranjero. Cada año, Brasil exporta más de 13 millones de toneladas de soya, gran parte de ello a China, y más de 6 mil millones de dólares en carne de res, más que cualquier otro país en la historia. Las fincas ganaderas representan el 80 por ciento de la tierra deforestada en la Amazonia, indica un estudio.
El futuro de la Amazonia puede depender de si el gobierno cambia su postura, y conlleva serias implicaciones para el calentamiento global.
El bosque tropical almacena un inmenso volumen de dióxido de carbono, que se libera a través de los incendios. Los científicos también advierten que tantas décadas de destrucción han llevado al bosque muy cerca de un punto de no retorno, en el que menos precipitación y sequías más prolongadas convertirían la mayor parte del bosque tropical en una sabana.
De acuerdo con las investigaciones de Nobre, el punto de no retorno se podría alcanzar cuando la deforestación en la cuenca del Amazonas alcance un 20 a 25 por ciento. No existe un porcentaje preciso de deforestación actual en los nueve países que contienen la Amazonia, pero muchos investigadores creen que ya se ha perdido alrededor del 17 por ciento del bosque.
En una conversación con periodistas el mes pasado, Bolsonaro predijo que el humo volverá. “La deforestación y los incendios nunca terminarán”, dijo. “Es cultural”.
Bosque que reduce calentamiento se ve amenazado.