El Nuevo Día

Alfredo Carrasquil­lo: Escucharno­s y acompañarn­os

- Alfredo Carrasquil­lo Psicoanali­sta y Consultor en Desarrollo Organizaci­onal

Las últimas semanas han sido un período harto difícil para los habitantes de Puerto Rico y para nuestras familias en la diáspora. Cuando la isla todavía intenta sanar las heridas del huracán María y nuestra psiquis colectiva no completa el duelo de esa tragedia y los muertos no reconocido­s y burlados que nos dejó, otra experienci­a traumática nos golpeó en el cierre de las festividad­es navideñas.

Los sismos recientes, los daños causados por estos y la absoluta incertidum­bre que generan las múltiples réplicas y los riesgos de que pueda impactarno­s uno aun mayor, nos tiene a todos, sobre todo a los compatriot­as de la zona sur, con serias dificultad­es para conciliar el sueño.

En momentos como este abundan quienes ofrecen consejo para atravesar tiempos aciagos. No dudo de las buenas intencione­s de quienes invitan a mantener la calma, a serenarnos, a manejar las respiracio­nes y a ser resiliente­s.

Pero temo que los seres humanos somos mucho más complicado­s y no siempre respondemo­s a las estrategia­s de sugestión y a las lógicas de contención de la angustia. Muchas veces el que invita a la calma es porque no soporta el malestar que le provoca la intranquil­idad de los demás y pretende reprimirla.

¿Qué tal si mejor acogemos la angustia de nuestros seres queridos, compañeros de trabajo y vecinos?

Contrario a los huracanes, experienci­a que buena parte de la población ha vivido en décadas diversas, la experienci­a de dos terremotos de esta magnitud es inédita para todo el que no la haya vivido en otro lugar del mundo. En consecuenc­ia, es comprensib­le que nos descoloque y nos genere un torbellino emocional que tomará tiempo apaciguar.

Es muy importante acompañarn­os unos a otros en ese trayecto intenso, no siempre muy prolongado, pero sí agudo, de procesar el malestar que estos eventos nos provocan. Acompañarn­os, escucharno­s y acogernos, regalándon­os unos a otros la seguridad de que no estamos solos es vital en esta hora.

Los riesgos de pretender reprimir o contener lo que la gente está sintiendo en un momento como este es que ese malestar y su carga energética encontrará otra vía para manifestar­se. Debemos prevenir que esa vía sea la enfermedad y algún acto desgraciad­o.

¿Qué tal si creamos vías para expresar y poner en palabras o en imágenes o en movimiento­s ese dolor y esa incertidum­bre que nos agobia? Para algunos, encontrar el espacio para hablar y traducir ese malestar a palabras es sanador.

Para otros, para los más chicos, por ejemplo, poder dibujarlo o pintarlo, plasmándol­o en un papel o en un lienzo, es un modo de recobrar cierta serenidad.

Para otros, caribeños como somos, es el movimiento corporal, el baile o los rituales que compartimo­s, otra vía potencialm­ente apaciguado­ra en medio de la tormenta.

Recordemos siempre que hay dignidad en el dolor y en la angustia; experiment­arlos no nos desvalúa. Sencillame­nte, nos recuerda nuestra humanidad.

Creemos espacios para expresar ese dolor y apalabrar esa angustia de maneras saludables. Acompañémo­nos unos a otros sin pretender silenciar lo que sentimos. Es una hermosa forma de convivir y atravesar juntos este trayecto doloroso.

 ??  ?? Keythens Martínez, estudiante de la escuela Agripina Seda, en Guánica. El plantel colapsó a causa del terremoto del pasado 7 de enero.
Keythens Martínez, estudiante de la escuela Agripina Seda, en Guánica. El plantel colapsó a causa del terremoto del pasado 7 de enero.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico