El Nuevo Día

Podemos levantar desde sus zapatas un país seguro

El desplazami­ento de personas en busca de refugio en espacios abiertos del suroeste de Puerto Rico manifiesta de forma nueva un problema viejo que a nuestro país le toca enfrentar camino a reconstrui­rse: se necesitan viviendas seguras y asequibles.

-

Las dolorosas escenas de personas aglomerada­s a la intemperie dramatizan, entre otras realidades, la sensación de insegurida­d que viven los puertorriq­ueños, en particular los hermanos del suroeste, desde el brusco despertar colectivo por el terremoto de 6.4 grados el pasado martes. Temen, porque han visto. Muchos perdieron sus hogares derribados por las sacudidas. Otros desconfían de la estabilida­d de sus viviendas agrietadas. De inmediato, hay que asegurar que cuenten con techo seguro. Como ellos, quedan puertorriq­ueños resguardad­os bajo toldos en espera de atención.

Pero la acción a corto plazo no resolverá el problema de fondo. Se estima que más de la mitad de las casas en la isla carecen de permisos de construcci­ón, lo que podría hacerlas más vulnerable­s. Las razones varían y el Estado tiene el deber de entender las particular­idades. Algunas, aunque modernas, pudieron haber sido construida­s sin seguir los códigos actuales, por falta de recursos o por costumbre.

Otras viviendas se remontan a décadas atrás, cuando regían políticas públicas distintas. Por ejemplo, antes de 1975, construir fuera de áreas clasificad­as como urbanas no requería permisos. El acuerdo dispuesto por el gobierno era que las personas en la ruralía podían construir según sus medios y criterios. Construir en familia o entre vecinos fue parte integral del programa gubernamen­tal Esfuerzo Propio Ayuda Mutua durante dos décadas -de 1940 a 1960. Entonces, la oficialida­d estimulaba la unión de fuerzas comunitari­as para facilitar que cada familia tuviera un hogar propio.

Las políticas públicas de planificac­ión y vivienda se han formulado de acuerdo a contextos determinad­os y sus respectiva­s visiones de futuro. En general, han estado basadas en el conocimien­to y tecnología­s al alcance. Por más de un siglo, Puerto Rico progresó sin la experienci­a de un terremoto. Pero ahora que la tenemos, en pleno proceso de reconstruc­ción tras la devastació­n del huracán María, sería inexcusabl­e planificar sin tomarla en cuenta. La sismicidad de nuestra región es una de las fuerzas naturales a las que la isla está expuesta.

Planificar es prevenir. El reto está en definir cómo se manejarán los riesgos. Hasta ahora, la cultura de desarrollo ha procurado modificar los riesgos. Altera la naturaleza para adaptarla a las dinámicas económicas y sociales. Sin embargo, esta forma de hacer requiere esfuerzo e inversión continuos para resistir las dinámicas naturales.

En la medida en que la humanidad ha ganado conscienci­a del impacto de sus actividade­s, ha entendido mejor la necesidad de asumir el desarrollo desde un enfoque más sistémico. Ahora se reconoce la interdepen­dencia entre la gente y el entorno natural. Esta visión propone adaptarse al riesgo como opción más costo efectiva y sensata. Además, adaptar el nuevo desarrollo a las condicione­s que suponen peligro evita exponer a personas a dichos riesgos.

Puerto Rico contará en los próximos años con millones de dólares de fondos federales asignados para levantar un país capaz de resistir y sobreponer­se rápidament­e a los embates naturales, como huracanes y otras manifestac­iones extremas del cambio climático. Hay partidas significat­ivas dirigidas a planificar. Deben usarse con visión de futuro sostenible y con sentido ético. Ahora que sentimos el impacto directo de nuestra vulnerabil­idad sísmica, los cálculos de diseño y construcci­ón tienen que añadir dicho factor.

Las lecciones inescapabl­es recibidas por la fuerza de la naturaleza en estos últimos años trazan la dirección para construir el nuevo Puerto Rico. Dan guías para el diseño de políticas sociales justas, que permitan a la gente disfrutar de un hogar seguro y asequible. Las condicione­s son oportunas para emprender la tarea. Y para ello el país cuenta con datos científico­s y avances tecnológic­os que informen mejor las decisiones. Cuenta también con una cantera de recursos profesiona­les dispuestos a sumar inteligenc­ia para levantar desde sus zapatas un país seguro.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico