Imperativos ambientales de 2020
En el inicio del Año Nuevo es pertinente identificar algunos de los asuntos ambientales de Puerto Rico que ameritan atención prioritaria. Comenzaremos con el manejo de residuos sólidos. Tenemos 28 vertederos a los que según la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) le restan, en el mejor de los casos, dos años de vida. Los escombros generados por el huracán María sin lugar a dudas aceleraron la merma de capacidad de nuestros vertederos. Sin embargo, la verdad es que esta es “una muerte anunciada” desde el inicio del siglo, debido al fracaso del programa de reciclaje, a la alarmante tasa de generación de residuos y a la falta de nuevas instalaciones para disposición final. Para complicar la situación, antes del paso del huracán María, EPA ya había emitido órdenes de cierre contra 13 vertederos. Esto significa que pronto tendremos 15 vertederos recibiendo la basura de todo Puerto Rico, lo que acelerará aún más la desaparición de la poca capacidad que les queda a los vertederos.
Para echarle sal a la herida, hace año y medio, China restringió la entrada de material reciclable. Luego Malasia y Tailandia hicieron lo propio. El resultado es que la tasa de reciclaje en Puerto Rico bajó de un 10% a probablemente a un 5%. La construcción de celdas adicionales en vertederos existentes “is too little, too late”.
Otro asunto que se tiene que atender en el 2020 es la contaminación del aire en el Área Metropolitana y una zona que cubre parte de los municipios de Salinas y Guayama. En esos lugares se respira aire con concentraciones de bióxido de azufre que afectan la salud. El gobierno de Puerto Rico tenía que someter en el 2019 un plan aprobable para lograr cumplimiento, pero no cumplió con la fecha límite. Mientras tanto, los que vivimos en estas áreas seguimos respirando aire contaminado, y además, por disposiciones federales, prácticamente no puede haber desarrollo económico en estas áreas.
El desarrollo e implantación del Plan de Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático es otro asunto impostergable. La ley, cuyo autor es el senador Larry Seilhamer, finalmente fue firmada en mayo de 2019. Esa ley establece que debe desarrollarse el plan dentro de un año después de entrar en vigor. Los integrantes del Comité de Expertos establecido por ley no culminaron el proceso de confirmación hasta noviembre de 2019. Mientras tanto, el aumento del nivel del mar y las marejadas más intensas impactan sin piedad a Luquillo, Loíza, Ocean Park, Vega Baja, Arecibo, Rincón y hasta las salinas de Cabo Rojo, entre otros lugares. La merma de lluvia que ya está causando el cambio climático en el Caribe antillano y el aumento de la frecuencia e intensidad de sequías severas también le imprimen urgencia al desarrollo e implantación de este plan.
Finalmente, y quizás más importante, en el 2020 tenemos que organizar e implantar un programa de reforestación masiva para reponer los 144 millones de árboles que el huracán María destruyó en Puerto Rico. La falta de esta cobertura forestal aumenta la tasa de sedimentación de nuestros embalses y acelera la reducción de la capacidad de almacenamiento de agua. Por lo tanto, estaremos más vulnerables a racionamiento de agua durante sequías. Además, la sedimentación es puro veneno para los ya precarios arrecifes de coral. Si no reforestamos intensamente serán infructuosos los intentos de sembrar corales para reemplazar los corales destruidos por el huracán. De acuerdo con el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre la falta de cobertura forestal también afecta la sobrevivencia de la icónica cotorra puertorriqueña.