Tierra de castillos
Debido a las guerras, como muestra del poder de familias o hasta por capricho de un rey, el Viejo Continente está repleto de bellas e imponentes fortalezas
Fortalezas inexpugnables, bastiones austeros o palacios de ensueño invitan al viajero a adentrarse en la historia pero también a disfrutar de misterios y leyendas. Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, en Europa se erigieron infinidad de castillos. Hoy hacemos un recorrido por algunos de los más impresionantes.
Comenzamos la ruta en Portugal, en el Palacio da Pena, situado en la localidad de Sintra, a pocos kilómetros de Lisboa.
Al contrario de lo que indica su nombre, este majestuoso edificio es una explosión de colores.
Fue construido en el siglo XIX por el rey Fernando II como un regalo para su esposa, la reina María II de Portugal y se convirtió en la residencia de verano de la familia real portuguesa.
Su colorido exterior da paso a amplias estancias interiores en las que se conservan muebles y utensilios de la época. Además, el palacio está rodeado de un frondoso jardín en el que hay especies vegetales procedentes de los cinco continentes.
ALBURQUERQUE
La siguiente parada es Alburquerque, un pueblo situado al suroeste de España, en la provincia de Badajoz, cerca de la frontera con Portugal.
Allí se alza el castillo de Luna, de pequeño tamaño pero muy bien conservado.
Aunque fue construido en el siglo XIII, Álvaro de Luna, maestre de la Orden de Santiago y condestable de Castilla, así como Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque y valido del rey Enrique IV de Castilla, hicieron importantes reformas en él allá por el siglo XV.
Una de las más notables fue la construcción de las torres del homenaje y de los cinco picos, ambas comunicadas a través de un gran arco ojival con puente levadizo.
Además de las torres, en el interior del castillo se pueden visitar la cantina, los dormitorios de la tropa, el aljibe, las mazmorras y la tahona.
Desde el patio de armas se accede a la Iglesia de Santa María Mayor del castillo, una gran obra de estilo románico tardío.
EL ALCÁZAR DE SEGOVIA
Desde Alburquerque viajamos a Segovia, una ciudad situada unos 100 kilómetros al norte de la capital de Españ y que posee uno de los castillos más impresionantes del continente.
El Alcázar de Segovia se alza sobre una gran roca en la confluencia de los ríos Clamores y Eresma. Se cree que ya pudo haber una fortificación en este lugar en la época romana, pues se han encontrado sillares de granito similares a los del acueducto de la ciudad.
Se sabe que en el siglo XII ya había un primitivo castillo que, después se fue modificando y ampliando a lo largo de los siglos.
Ha sido fortaleza militar, residencia real y sede de importantes hechos históricos.
En el Alcázar de Segovia, Isabel I se proclamó reina de Castilla y en este mismo enclave se celebró la boda entre Felipe II y Ana de Austria.
En el siglo XVIII, el rey Carlos III fundó en Segovia el Real Colegio de Artillería, que quedó instalado en el Alcázar hasta que, en 1862, se produjo un incendio que destruyó las techumbres y el interior del edificio, así como la mayor parte de los objetos de gran valor que se guardaban en su archivo, biblioteca y gabinetes.
El Alcázar fue restaurado a finales del siglo XIX y hoy alberga un archivo militar, un museo de armas y recibe cientos de miles de visitas turísticas.
No en vano el Alcázar de Segovia, y también el castillo alemán de Neuschwanstein, sirvieron de inspiración a Walt Disney para diseñar el famoso castillo de Disneyland.
CARCASSONNE
Otro fortín realmente impresionante es el de Carcasona (Carcassonne, en francés), que se encuentra al sur de Francia.
Fue construido en el siglo XII por los vizcondes de Carcasona, los Trencavel.
En realidad, se trata de una fortificación dentro de otra fortificación, pues se encuentra en el interior de un recinto amurallado que también protege a la ciudad medieval.
El castillo está separado de la ciudad por un foso seco.
Carcasona fue, durante mucho tiempo, una plaza estratégica pues se hallaba en la frontera que separaba Francia del Reino de Aragón y, posteriormente, del Reino de España.
Pero tras la paz de los Pirineos de 1659, el territorio del Rosellón pasó a formar parte de Francia y la ciudad perdió su importancia estratégica.
A partir de entonces fue cayendo en el abandono y quedó muy deteriorada hasta que, en el siglo XIX, se encargó su reconstrucción al arquitecto Viollet le Duc. Gracias a su trabajo, Carcasona resurgió en todo su esplendor.
HOHENZOLLERN
Otro castillo que también fue reconstruido en el siglo XIX es el de los Hohenzollern, situado al sur de Alemania, en la región de Baden-Württemberg.
El castillo original, edificado en la Edad Media, quedó destruido por las guerras, el tiempo y el abandono. A mediados del siglo XIX, el futuro rey Federico Guillermo IV de Prusia, amante de las bellas artes, encargó al arquitecto Friedrich August Stüler la reconstrucción del la fortaleza, donde habían vivido sus antepasados.
Este lo hizo siguiendo el estilo neogótico, que era la tendencia de moda en Francia y en Inglaterra en aquel momento. El resultado es un fascinante castillo que, por cierto, no llegó a estar habitado y, simplemente, sirvió para mostrar el poder de la familia.
Viajando hacia el este de Alemania llegamos a Baviera y allí, en un lugar privilegiado, frente a los imponentes Alpes, encontramos el castillo de Neuschwanstein, también conocido como el "castillo del rey loco".
El rey Luis II de Baviera ascendió al trono siendo todavía muy joven y, sólo dos años después, se vio obligado a ceder poder en favor de Prusia.