Lecciones del terremoto para prevenir catástrofes
Las recomendaciones de peritos internacionales, tras evaluar los daños del terremoto del pasado siete de enero y sus posteriores réplicas en Puerto Rico, tienen que ser consideradas como parte de un plan integral que disminuya las vulnerabilidades de la i
Los planteamientos de expertos de California, México y Chile, y los de científicos locales de amplia experiencia en el tema de terremotos, se centran en procurar que a mediano y largo plazo las edificaciones en la isla sean más resistentes a los movimientos telúricos. Aluden también a la necesidad de forjar una cultura de conocimiento amplio sobre los sismos en la ciudadanía.
Una lección importante para toda la población de Puerto Rico es que es vital documentarse con fuentes científicas oficiales, como destacó la jefa del Servicio Sismológico de México, Xyoli Pérez Campos. La experta enfatizó que las especulaciones, rumores u otros informes sin fundamento desestabilizan a comunidades.
En México, que en 1985 sufrió un terremoto de magnitud 8.1, está en vigor una red de radio para divulgar información oficial sobre movimientos telúricos. En ese país, los programas educativos van más allá de currículos en las escuelas; abarcan los centros de trabajo, entre otras instancias. Que las personas tengan acceso a información precisa sobre estos fenómenos naturales y la entiendan es crucial porque la primera línea de defensa ante el impacto de un sismo es la propia gente.
Las observaciones expuestas por los expertos también incluyen la necesidad de planificación adecuada. Ello implica la regulación gubernamental responsable sobre el uso de suelos, de acuerdo con las características del terreno y considerando variables tales como el aumento en el nivel del mar y otros aspectos vinculados al calentamiento global. El director del Centro Sismológico de la Universidad de Chile, Sergio Barrientos, citó la relevancia del mejoramiento de las construcciones, como ocurrió en su país, donde el 27 de febrero de 2010 hubo un terremoto de magnitud 8.8.
Es pertinente, además, discutir la aplicación de penalidades civiles y criminales cuando se certifican construcciones o se ejecutan edificaciones fuera de los códigos legales. Ese tipo de medidas se implantó en Chile a raíz de sismos que tuvieron un saldo devastador.
En Puerto Rico, diversos sectores han expresado preocupación vinculada a este tema. Al respecto, Kit Miyamoto, comisionado de Seguridad Sísmica de California, hizo señalamientos centrados en la seguridad de las escuelas y especificó que ningún aula debe reiniciar operaciones si no ha sido inspeccionada. El ingeniero estructural japonés recordó que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias provee fondos de prioridad para reforzar planteles escolares.
Los señalamientos de los peritos abarcan inquietudes en torno a la construcción informal y pudieran implicar cambios en los enfoques de la Junta de Planificación.
La edificación no sujeta a los códigos estatales ha propiciado que en la isla miles de personas vivan en casas sobre columnas con deficiencias que pudieran poner en riesgo la estabilidad de la residencia, sobre todo en terrenos propensos a derrumbes o licuación. Al respecto, el geomorfólogo José Molinelli ha hecho importantes observaciones. Ha sugerido crear avisos públicos con un código de nivel de riesgo por edificio, con una escala de 1 a 5 que mida la resistencia de una estructura a los sismos. Otros expertos han planteado la importancia de utilizar materiales y refuerzos resistentes, y propiciar el mantenimiento continuo de las estructuras. Esos aspectos deben ser vigilados por el gobierno para garantizar la estabilidad de la infraestructura pública y privada.
En otro renglón clave, una respuesta necesaria recientemente encaminada es la ampliación de los equipos tecnológicos para un mayor rastreo de movimientos telúricos. Esa gestión, y el uso de suelos en armonía con la naturaleza y la seguridad ciudadana, pudieran reducir nuestras vulnerabilidades.
Las lecciones que nos ha dejado el terremoto deben llevarnos a actuar para que ningún fenómeno natural extremo se traduzca en otra catástrofe en Puerto Rico.
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