Hablar menos y hacer más
Si lo hubiera dicho solo una de ellas, tal vez habría pasado por un uso inadecuado del idioma. El problema es que la insensibilidad reflejada en las palabras de la gobernadora Wanda Vázquez y de la alcaldesa de Ponce, Mayita Meléndez, es real. Ambas piensan que están manejando tan bien esta crisis de los movimientos sísmicos que se han convencido de que los miles de ciudadanos afectados se sienten felices y agradecidos por el trato (maltrato sería un término más adecuado) recibido del gobierno.
Decir que la gente se siente feliz en circunstancias tan serias es, cuando menos, una tontería. Creérselo, como se lo creen Vázquez y Meléndez, solo puede ser producto de su desconexión con el verdadero significado de la tragedia que viven estos compatriotas.
En año electoral, es un error que puede pagarse caro.
No es la primera vez que un funcionario mete la pata con el lenguaje. Han pasado 30 años desde el huracán Hugo, pero todavía se recuerda aquel desliz del entonces director ejecutivo de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, Luis Ruiz Javier, restándole urgencia a un reclamo del gobernador Rafael Hernández Colón en medio de una concurrida conferencia de prensa en La Fortaleza.
Nadie olvida tampoco al funcionario aquel del proyecto de Roosevelt Roads que defendió los privilegios de los ricos por encima de las necesidades de la mayoría de la población con la desafortunada frase “such is life”.
A raíz de su desatinado comentario de que los refugiados la pasan bien en las carpas, a la alcaldesa de Ponce le tocará trabajar muy duro para redimirse y para aliviar el sufrimiento y la precariedad en que viven muchos residentes del suroeste que quedaron sin techo a causa del terremoto del 7 de enero y sus continuas réplicas. La respuesta del pueblo la recibirá en las urnas el 3 de noviembre.
A Vázquez, una novata en la política electoral, le puede ir peor porque, aunque la emergencia actual haya relegado a un segundo plano la campaña primarista, lo cierto es que tiene el enemigo en casa.
No enfrenta solamente a su contrincante por la nominación del Partido Nuevo Progresista a la gobernación, Pedro Pierluisi, sino también a su nuevo gran aliado, el presidente del Senado y del PNP, Thomas Rivera Schatz.
Vázquez no se ha dado cuenta, pero las cosas le han ido cada vez peor desde que se hizo obvio su vínculo estratégico con Rivera Schatz. Además de los detractores que se ha ganado por mérito (o demérito) propio, la gobernadora ha heredado a los de Rivera Schatz, que se extienden mucho más allá de su partido.
Algunos han pronosticado que los errores cometidos en estas semanas, en las que no ha dudado en juntar gobierno y partido a la hora de atender la emergencia, conducirán a Vázquez a su caída. En su favor, no hay que olvidar que su rival en la lucha por la candidatura, Pedro Pierluisi, tampoco ha estado afortunado en sus intervenciones públicas.
En lo que respecta a la oposición del Partido Popular Democrático, es difícil predecir lo que ocurrirá. Se trata de una contienda entre tres aspirantes que han escogido no sacar provecho político de las equivocaciones de Vázquez, aunque tampoco se han destacado en esta crisis.
La alcaldesa Carmen Yulín Cruz ha enviado ayuda al sur, pero ha sido bastante discreta a la hora de darlo a conocer.
La campaña de Cruz entiende que la gobernadora se está suicidando políticamente con sus actuaciones, pero igual podría decirse que el PPD hace lo mismo con su silencio.
El Partido Independentista Puertorriqueño ha sido efectivo en la denuncia de las injusticias, mientras que el nuevo jugador electoral, el Movimiento Victoria Ciudadana, no ha aparecido por ningún lado.
No hay que dudar que las actuaciones de unos y otros en la crisis de los movimientos sísmicos, que se ha juntado con las secuelas de la demorada recuperación del huracán María, influirán enormemente en las elecciones de este año.
Y, esta vez, para ganarlas, hará falta hablar menos y hacer mucho más.