¡Se abren las compuertas!
Hace casi 50 años atrás (¡solo tengo 63 años, pero empecé bastante temprano!) comencé a escribir columnas de periódico desde la perspectiva de un adolescente estadista que simpatizaba con el Partido Demócrata y he seguido de cerca las carreras de aspirantes presidenciales desde el senador Henry “Scoop” Jackson en el 1972 en adelante.
En 1975, me convertí en activista demócrata estadista bajo el liderato de Franklin Delano López cuando el movimiento estadista reclamó exitosamente su espacio en el Partido Demócrata. Desde 1976, he asistido a 11 convenciones demócratas consecutivas y he participado y seguido de cerca decenas de campañas presidenciales. Nunca, hasta el lunes 27 de enero, había visto una campaña demócrata tan asertiva, honesta y refrescante como la que emergió en estas páginas de Opinión de El Nuevo Día, con la columna de Mike Bloomberg.
El legendario alcalde de la ciudad con mayor población puertorriqueña en el país, Nueva York, sin encomendarse a nadie, anunció que “aquí estoy, para decirles la verdad y pedirles su voto”.
Cuarenta años atrás, un candidato republicano hizo casi lo mismo al declarar “Mi nombre es George Bush y quiero Estadidad ¡Ahora!”. Con ese discurso convertido en “jingle”, arrasó la primaria republicana de 1980 y dejó al portavoz republicano en el Senado, Howard Baker, y otros candidatos mejor conocidos aturdidos en el suelo.
En 60 días, en la primaria presidencial demócrata del domingo 29 de marzo, Michael Bloomberg tiene la oportunidad de arrasar y, sin participar en los próximos caucuses de Iowa o la primera primaria en New Hampshire,
dejar a otros candidatos aturdidos en el suelo. Puede acumular más delegados en Puerto Rico que los que acumularán otros en Iowa y New Hampshire combinados.
Bernie Sanders se alineó con Yulín, quien tiene muchísimo menos apoyo aquí que las simpatías que ha cultivado en las filas liberales del partido a nivel nacional. Biden se dejó secuestrar por asesores hispanos anti-estadistas. Pete Buttigieg y Elizabeth Warren han puesto en un péndulo sus posturas sobre el status de Puerto Rico. En cambio, Mike Bloomberg ha bajado “por el centro del plato” dejando bien claro que apoya la estadidad para Puerto Rico, con un agresivo plan de recuperación y desarrollo económico.
Por décadas, vi desde las entrañas de las campañas cómo asesores hispanos tomaban control de la proyección puertorriqueña de las campañas y modificaban las verdaderas posturas de los candidatos. Veíamos cómo los directivos de las campañas trataban de frenar expresiones relacionadas con el futuro político de nuestro territorio.
Es por ello que las declaraciones de Mike Bloomberg, sin pelos en la lengua, son tan honestas y refrescantes.
Corresponde ahora que su campaña dé seguimiento y magnifique sus palabras para que cada votante estadista sepa que, ¡por fin!, hay un candidato demócrata a la presidencia que está firmemente convencido de que la estadidad es esencial económicamente para Puerto Rico y beneficiosa para el resto del país.
“Las declaraciones de Mike Bloomberg, sin pelos en la lengua, son honestas y refrescantes. Corresponde ahora que su campaña les dé seguimiento”