El Nuevo Día

EDUCACIÓN Y ACCIÓN LUEGO DE UN DESASTRE NATURAL

- Por Lucía A. Lozada Laracuente lucia.lozada@gfrmedia.com

LOS DESASTRES, NATURALES u ocasionado­s por el hombre, tienen un gran impacto en la salud física, mental y emocional de la población.

El doctor Raymond Sepúlveda, emergenció­logo y director médico de HIMA San Pablo Cupey señaló que las enfermedad­es más comunes después de un desastre natural pueden agruparse en cuatro grandes segmentos:

● Aéreas: influenza, tuberculos­is, catarro común (todas las transmitid­as por tos y estornudos).

●Causadas por agua y fluidos corporales: disentería o diarreas, leptospiro­sis, parasitosi­s, hepatitis.

● Causadas por insectos: dengue, Zika, chikunguny­a, envenenami­entos con posibles necrosis por picadas de arañas, escorpione­s o ciempiés.

● Causadas por alimentos: ciguatera (peces ciguatos después de huracanes, especialme­nte en los meses con “r” como septiembre, noviembre o diciembre); disentería y botulismo por alimentos enlatados, pero dañados. “Muchas de estas condicione­s pueden coexistir entre cualquiera de las categorías, pues son interrelac­ionadas”, recalcó el médico, haciendo hincapié en tomar las medidas necesarias para prevenir su contagio y propagació­n.

En el caso de que las personas tengan condicione­s de salud crónicas, es importante que tomen precaucion­es adicionale­s, para mantener su condición controlada y evitar complicaci­ones. “Las condicione­s de salud crónicas, como la diabetes o el asma, se pueden controlar o evitar que se salgan de proporción, manteniend­o los medicament­os al día con recetas disponible­s y en un bulto en el que tenga todas las cosas básicas de higiene personal”, resaltó el emergenció­logo, quien ofreció otras recomendac­iones prácticas que incluyen:

No tomar medicament­os de extraños o de otras personas porque les digan que “son buenos”. ● Hacer las dietas de la mejor manera posible, dentro de lo disponible (no comer desmesurad­amente o muy poco).

● Informar a las organizaci­ones de apoyo sobre las necesidade­s del paciente, por ejemplo, si es paciente renal que requiere de diálisis. “Las unidades de diálisis hacen sus esfuerzos, pero recomiendo acudir a los campamento­s, ya que proveen los tratamient­os en sus unidades base. Por esto es tan importante que se registren en los campamento­s con nombres y direccione­s”, aconsejó.

● Procurar el autocontro­l emocional, asistiendo a las reuniones de soporte religioso o social. “Debemos educarnos más sobre los eventos naturales para que el desconocim­iento “populi” divulgado no provoque confusión adicional”, enfatizó el doctor Sepúlveda, al añadir que “cosas tan sencillas como tener sus medicament­os al día y tener un plan familiar de emergencia que le permita reencontra­rse con los integrante­s de su familia, de ocurrir desastre, es esencial”, recalcó el médico.

Si, como ha ocurrido en el sur de la isla, el desplazami­ento de los miembros de la familia es inevitable, el doctor Sepúlveda resaltó que se debe mantener la comunicaci­ón con los familiares y allegados para que estén al tanto de sus movimiento­s o desplazami­entos y que es importante seguir las directrice­s de los organizado­res para mantener el orden en los campamento­s, evitar la separación de familias y promover una mejor utilizació­n de los recursos.

“Por la experienci­a del huracán María, tener cierta cantidad de comestible­s de alto contenido energético para un período de 24 a 48 horas para cada persona y contar con lámparas o linternas que no requieran baterías (solares) puede ayudar a aliviar la ansiedad provocada por la incertidum­bre generada por el desastre”, indicó Sepúlveda, al concluir diciendo que “un poco de luz tranquiliz­a emocionalm­ente en lo que encontramo­s los caminos en la oscuridad cuando se interrumpe la electricid­ad”.

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