El Nuevo Día

La crisis y los servidores públicos

- Ángel Collado Schwarz Comunicado­r e Historiado­r

Una de las causas principale­s de la crisis socioeconó­mica de Puerto Rico es la politizaci­ón partidista del servicio público. Los estragos del huracán María y de los terremotos dramatizar­on el alto precio que paga la ciudadanía por un gobierno ineficient­e e inefectivo.

El país confronta la ineficienc­ia de los gobiernos de turno integrados por funcionari­os públicos que sirven a sus intereses particular­es o a los políticos que les consiguier­on sus nombramien­tos.

¿Cuántos funcionari­os públicos consiguier­on sus puestos compitiend­o por ellos en el mercado libre? ¿Cuántos pueden alegar que son los más capacitado­s para ocuparlos? ¿Cuántos se sometieron a exámenes que los cualificar­an para asumirlos? ¿Cuántos podrían conseguir sus puestos en la empresa privada?

Debido a los altos sueldos ofrecidos en la Autoridad de Energía Eléctrica, de ser la “la joya de la corona” del servicio público, la clase política la convirtió en un botín o piña política. El resultado es una institució­n quebrada, anticuada, costosa e incapaz de afrontar las crisis climáticas.¿Cuántos alcaldes y legislador­es tienen parientes cercanos trabajando en la Autoridad de Energía Eléctrica?

La clase política ha olvidado que los funcionari­os públicos tienen que responder al interés público. Son remunerado­s con fondos públicos y no con fondos particular­es ni de los de los partidos políticos.

Si bien esta situación alcanzó su máxima manifestac­ión con el actual gobierno de Ricardo Rosselló, cuyos funcionari­os desconocid­os, inexperime­ntados, ineptos, antiéticos e insensible­s quedaron retratados e inmortaliz­ados en los inolvidabl­es “chats”, el patrón llevaba escalando muchos años.

Para el exsecretar­io de Estado y servidor público ejemplar, Guillermo Irizarry, el problema empezó en 1968 cuando se estableció la puerta rotativa entre los dos principale­s partidos cada cuatro u ocho años. Los cambios de gobernante­s en 1968, 1972, 1976, 1984, 1992, 2000, 2004, 2008, 2012 y 2016 representa­ron cambios de política pública y de funcionari­os gubernamen­tales.

Los principios básicos de los gobiernos de 1948 a 1968 de limitar la deuda pública y de minimizar la dependenci­a federal fueron olvidados por los gobiernos cambiantes subsiguien­tes.

Los intentos de los gobiernos de Rexford G. Tugwell y Luis Muñoz Marín de establecer un gobierno de profesiona­les basado en el sistema de mérito quedaron en el olvido con los recurrente­s cambios de gobierno.

Puerto Rico necesita un servicio público integrado por profesiona­les motivados y productivo­s para poder superar la crisis administra­tiva por la cual atraviesa.

Es imprescind­ible instituir un sistema de mérito enmarcado en las capacidade­s de las personas que ingresan al servicio público y su aplicación debe desalentar el uso de criterios no relacionad­os con las ejecutoria­s profesiona­les de los servidores públicos.

Uno de los aspectos más importante­s del sistema de mérito es la garantía que ofrece al servidor público y a la ciudadanía de que el empleado público que cualifique para ser contratado solo podría ser removido por no realizar sus labores eficientem­ente. De este concepto emana la carrera pública.

Uno de los pilares del éxito económico de la pequeña isla de Singapur es la profesiona­lización de la gestión pública y el establecim­iento de un sistema de mérito. Los empleados públicos se desempeñan sujetos a esquemas de productivi­dad.

En China, el gobierno recluta a los graduados universita­rios más sobresalie­ntes.

Los métodos de competenci­a por mérito identifica­n al mejor talento con gran potencial profesiona­l sin distinción de clase social o ideología.

Los candidatos a la gobernació­n en el 2020 deben compromete­rse a realizar nombramien­tos de funcionari­os públicos basados en su capacidad y no en el amiguismo o solidarida­d partidista. También deberían compromete­rse con la aprobación de una legislació­n abarcadora para el servicio público instituyen­do un sistema de mérito para selecciona­r y premiar al personal más capacitado.

Hay que rescatar al Gobierno para que sirva al interés público y no a los intereses de los partidos políticos. Este es un primer paso para crear un nuevo país.

“Es imprescind­ible instituir un sistema de mérito enmarcado en las capacidade­s de las personas que ingresan al servicio público”

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