Tierras abandonadas
La incapacidad de Puerto Rico para alimentar a su población y la dependencia de las importaciones de alimentos siempre ha sido materia de preocupación. La situación se hace más crítica en casos de desastres naturales como los que estamos sufriendo.
Los que recordamos la Segunda Guerra Mundial y la escasez de alimentos a consecuencia del hundimiento de barcos por submarinos alemanes, sabemos las dificultades que pasamos. En las áreas urbanas el impacto fue mayor, aún con los huertos caseros. Las áreas rurales sufrieron también, pero estaban mejor preparados por su tradición agrícola.
La incapacidad nuestra para producir, sino todos, parte de los alimentos que consumimos, hace difícil de entender la existencia de cientos de cuerdas de terrenos baldíos que se pueden observar a través de todo Puerto Rico. Tierras que mayormente se dedicaban a la siembra de caña de azúcar, y que hoy, después de un merecido descanso, permanecen en la esperanza de ser sembradas.
Invito a la empresa privada a explotar esas tierras para beneficio propio y del país, a través de la siembra de productos alimenticios para consumo interno y para la exportación. Invito también a los gobiernos y autoridades de turno a facilitar sin tregua y con determinación ese proceso para el bienestar y tranquilidad del país.